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viernes, 7 de septiembre de 2018
LA EMPRESA MÁS MISERABLE DEL SIGLO XXI
Haibu, al modo de modernas
compañías de negreros como Glovo, viste con un diseño muy chulo y
palabras 'hippies' lo que no es más que un atentado contra la dignidad
Fotografía de archivo de un 'piso colmena'. (Atlas)
Nos llega a Barcelona la propuesta de la 'startup' Haibu 4.0,
que quiere alquilar unos ataúdes con el nombre comercial de
'dormitorios' (miden 2,6 metros cuadrados por 1,2 de alto) en el barrio
de Sants. Dicen los piratas de Haibu que esos nichos estarán insertados
en un edificio llamado 'colmena' y que su idea es ponerlos de alquiler
al precio, agárrate los machos, de 200 euros al mes. Haibu,
como buena 'startup' de mierda que es, ostenta en su web toda la
palabrería malsana de los boicoteadores de derechos humanos del siglo
XXI. Al modo de modernas compañías de negreros como Glovo, viste con un diseño muy chulo y palabras 'hippies' lo que no es más que un atentado contra la dignidad.
Se atreven a decir en su web que los emparedados en esos habitáculos infames serán miembros de una comunidad y que, por tanto, tendrán que ceñirse a unas normas.
Añaden que no pretenden “adoctrinar a nadie”, sino simplemente mantener
una “convivencia sana y respetuosa entre todos los miembros”, como si
fuera posible la salud, la alegría o el respeto cuando la vida te ha
empujado a vivir en un archivador con unos cuantos desgraciados más.
Advierten que, en caso de que alguno de los inquilinos violente las
normas, se lo someterá a una “entrevista democrática” (sic) con los
“compañeros” en la que se podrá decretar su expulsión.
Haibu reúne lo peor del comunismo chino y lo peor del capitalismo salvaje.
No solo ofrece cajas para guardar gente, sino que además quiere
disfrazar este abominable archivador de carne con farolillos de comuna
reiki. Incluso presumen de tener una “filosofía social”, que resumen con
las siguientes palabras:
“Trabajadores/as que tienen que
desplazarse decenas de kilómetros todos los días para ir a trabajar,
estudiantes que se ven obligados a coger un piso entre varios para poder
mantenerlo, habitaciones alquiladas a precios desorbitados, resumiendo,
toda una serie de problemas que solemos encontrarnos en cualquier
ciudad importante a nivel de habitabilidad. Ayudar a todas esas personas
es nuestro objetivo, nuestro proyecto no está basado, o pensado, con
fines económicos sino más bien con fines sociales, queremos dar la
posibilidad a gente con medios económicos restringidos de poder resurgir
después de esta crisis económica, que todavía dura, y que casi acabo
(sic) con la clase media”. A 200 euros el nicho, insisto.
Si
todavía no te has desmayado con esta sobrecarga de cinismo y crueldad,
tengo malas noticias para ti: Haibu ha recibido, leo en 'La Vanguardia',
cientos de solicitudes. Barcelona, ciudad con el
parque inmobiliario necrosado por el turismo donde tres o cuatro grandes
inmobiliarias suben los precios a capricho para empujar al alza el
precio de mercado, donde se vacían bloques enteros de sus vecinos de
toda la vida para atiborrarlos de guiris, estaba perdida. Pero Haibu ha
venido en su caballo de origami para salvarnos. El precariado tiene
ahora una opción para dormir bajo techo algo más cara que el cajero
automático. Los nichos Haibu tienen menores dimensiones, sí, pero, eh,
¡tienen wifi! Para que cuando estés ahí metido te puedas quejar bien en
Twitter de tu situación. Los
nichos Haibu tienen menores dimensiones, sí, pero, ¡tienen wifi! Para
que cuando estés ahí metido te puedas quejar bien en Twitter de tu
situación
Habrá quien diga que estos tipos tienen
todo el derecho del mundo a ofrecer esas cajas para meter gente, y que
seguro que hay quien 'elige' emparedarse allí. A quien piense en estos
términos simplemente le haré una pregunta: si por 200 euros esta fuera
tu única opción, ¿sentirías que estás eligiendo? No. Pensarías lo mismo
que yo: que urge, y mucho, que el Estado controle el precio disparatado de los alquileres,
que ponga un límite, igual que se lo pone a los salarios, porque de lo
contrario esta burbuja nos va a reventar. El mercado del alquiler ha
demostrado en el último año y medio su incapacidad para controlarse. En
muchas ciudades está pasando por encima de esos trabajadores precarios
que conservan la loca fantasía comunista de vivir en una casa de verdad.
Si algo es Haibu además de un signo de oportunismo carroñero, es la señal de que esto de la vivienda se nos ha ido de madre otra vez. En caso, claro, de que todo esto sea real y no una broma estilo Homo Velamine, que todo puede ser. El ayuntamiento de Colau ya ha remitido la iniciativa a los Mossos d'Esquadra aduciendo que las cajas no cumplen las condiciones de habitabilidad
de la ley catalana. Pero los de Haibu pueden estar tranquilos. En el
remoto caso de que acabasen en la cárcel, todavía estarían mucho más
anchos que en sus colmenas.
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