Ha pulverizado todos los estándares éticos de los que presumía y que le sirvieron para erosionar al anterior Gobierno del PP y provocar la moción de censura que le llevó a la Moncloa
Pedro Sánchez. (EFE)
La actualidad que sacude a España ha adquirido tonalidades oscuras. El Gobierno
se ha instalado en una deriva peligrosa frente al silencio ominoso de
una parte de la prensa y la complacencia de una opinión pública que
prefiere tragar con los abusos del Ejecutivo antes que con la corrupción del Partido Popular y que da por normal algo que no lo es ni lo debiera ser nunca. La simple enumeración de los hechos resulta indigesta.
Se ha tratado de burlar al poder legislativo
colando una enmienda para la reforma de la Ley Orgánica de Estabilidad
Presupuestaria en una Ley de Violencia de Género que nada tiene que ver
con la materia en cuestión; se ha querido acogotar al poder judicial con
una lluvia fina de declaraciones (Cunillera, Borrell, Iceta…) en las
que sugieren a los magistrados cómo tienen que actuar con los presos y
huidos catalanes en aras de una desinflamación que deja imágenes
como las de ayer en Barcelona, y en tercer lugar, como si no les
bastara con abrir estos frentes, se han lanzado a la yugular de la
prensa crítica escudándose en los manidos argumentos de la posverdad y
'fake news'.
En solo 120 días,
este Ejecutivo, a la sazón el más débil de la democracia, ha desafiado
al legislativo, al judicial y al cuarto poder, el de la prensa
Los mismos que querían derogar la ley mordaza por fascista abogan ahora por poner límites a la libertad de expresión
ante la necesidad de proteger al sistema frente a informaciones falsas.
"Estamos ante el viejo dilema de la autorregulación o la regulación.
Esa vieja frase en la que hemos vivido de que la mejor ley de prensa es
la que no existe, ¿por qué?", se preguntaba la vicepresidenta Carmen
Calvo, para luego pedir a los medios que "asuman responsabilidades".
No
solo es burdo el globo sonda sino también el momento que han elegido
para lanzarlo, justo en estos días en los que la prensa, ejerciendo su
legítima y necesaria función de contrapoder, ha puesto negro sobre
blanco las mentiras y contradicciones del Ejecutivo: desde los plagios
de la exministra Montón a las vitriólicas relaciones de Dolores Delgado con las cloacas del Estado.
Como deben pensar que la regulación propuesta por Calvo va para largo y se encuentran acorralados ante la "cacería"
y el "acoso brutal" al que, según ellos mismos denuncian, les está
sometiendo la prensa, han decidido coger la calle de en medio. Así, el
pasado viernes, dos agentes del Cuerpo Nacional de Policía vestidos de paisano
se personaban en el digital 'Moncloa.com' para pedir las grabaciones de
la célebre comida del excomisario Villarejo con la actual ministra de
Justicia que tantos quebraderos de cabeza les está causando.
Ese mismo día, Baltasar Garzón,
exjuez y amigo personal de Delgado, presentaba una denuncia por
descubrimiento y revelación de secretos contra El Confidencial y
personas vinculadas a la investigación del caso Tándem.
El
celo que está mostrando el Gobierno socialista y sus satélites por
saber quién está detrás de la información, escudándose en que se están
filtrando secretos y conversaciones que se enmarcan en la esfera
privada, resulta encomiable. Decimos "encomiable" porque no recordamos
que esgrimieran argumentos similares cuando se publicaron el ‘Cablegate’ de Julian Assange, los mensajes de Bárcenas a Rajoy o las grabaciones de Granados.
Llueve sobre mojado.
En 120 días, este Ejecutivo, a la sazón el más débil de la democracia,
ha desafiado sin que le tiemblen las canillas al legislativo, al
judicial y al cuarto poder, el de la prensa. Montesquieu ha muerto,
¡viva Montesquieu!
Siendo ello burdo y
peligroso, la mayor arbitrariedad de todas es la que el Gobierno
socialista ha perpetrado en el Centro de Investigaciones Sociológicas
(CIS). Primero, poniendo al frente del mismo a José Félix Tezanos, un
hombre al servicio del partido, y luego modificando los barómetros y el método
de cálculo de la intención de voto para, como denunciaba Ignacio Varela
en este periódico, teledirigir a la opinión pública en pleno ciclo
electoral y convertir el centro en una sucursal del 'agit-prop' oficialista.
Además de echar por tierra la credibilidad del CIS,
esta añagaza demoscópica tiene negativas consecuencias para
investigadores y universidades. "Las críticas específicas a la
estimación concreta presentada en el barómetro no resultan infundadas",
publica Agenda Pública. "Esto, en sí mismo, sería anecdótico si no
afectara a la credibilidad futura de una institución como el CIS, en la
que trabajan muchos profesionales muy experimentados y que han contribuido enormemente a nuestro conocimiento de la sociedad española".
En
2014, el socialista Antonio Romero tuvo que retirar su tesis de la UNED
por plagio. ¿Saben quién era el director de la misma? Tezanos
Lo de Tezanos no pilla por sorpresa. En el año 2014, Antonio Romero, exsecretario de Organización del PSOE de Madrid,
tuvo que retirar su tesis doctoral en la Universidad Española de
Educación a Distancia (UNED) por un caso que guarda ciertas similitudes
con el del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Lo hizo tras las
acusaciones de plagio
recibidas. En concreto, uno de sus artículos publicado en una revista
científica había sido fusilado a un autor italiano. Le pasaron el
'Turnitin' a la tesis y dio un 16% de coincidencias, solo tres puntos
más que la de Sánchez. Por todo ello, se vio obligado a retirarla.
¿Saben quién era el director de la mencionada tesis doctoral? Efectivamente, José Félix Tezanos,
que no vio o no quiso ver plagio por ningún lado, y que señaló que su
pupilo Romero estaba siendo víctima de una campaña de acoso por motivos
políticos. ¿Les suena?
El Gobierno Sánchez
ha pulverizado en apenas cuatro meses todos los estándares éticos de
los que presumía y que le sirvieron para erosionar al anterior Gobierno
del PP y provocar la moción de censura que le llevó hasta la Moncloa.
Con
todo y con eso, lo grave no es la falta de coherencia en su discurso de
regeneración, lo realmente preocupante es la injerencia y control del
poder ejecutivo sobre el resto de poderes y los abusos que está llevando
a cabo.
NACHO CARDERO Vía EL CONFIDENCIAL
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