El líder de Ciudadanos, Albert Rivera, en un acto del partido.
Ciudadanos vía Flickr
Tras la marejada catalana, que no ha pasado a un segundo
plano por su solución sino por el aburrimiento que produce, la política
española ya afila las notas de prensa y las declaraciones de los líderes
al olor de unas elecciones cercanas. Las municipales de 2019 tienen a los partidos a la caza
y captura de los candidatos (¿querrá alguien ser candidato en Madrid
contra Carmena?) y, de paso, de gira por España (algunas veces se
atreven a salir de Madrid) para tantear la opinión del pueblo.
En la parte demoscópica, tanto las encuestas de El País como las de El Confidencial otorgan a Ciudadanos el triunfo en unas generales que se celebrasen hoy. El CIS, normalmente más fiable, y El Diario le relegan a una hipotética tercera plaza desbancando a Podemos pero pisando los tobillos al bipartidismo y con un crecimiento exponencial.
Está claro que el subidón catalán les ha sacudido el aura de partido
sin opciones. La concentración del voto útil que tan malas pasada juega
a los pequeños y los emergentes ha girado y puede correr a su favor.
Ahora, después de que Arrimadas haya ganado a los independentistas en
Cataluña, nadie duda de que Ciudadanos puedes ser una opción ganadora.
Superada
esa barrera, la nueva brecha que pretenden abrir los detractores es que
es un partido sin experiencia de gobierno. Es cierto, pero la política
se mueve por sensaciones y expectativas y la percepción que ha calado es
que Ciudadanos ha roto su techo y además barriendo a los partidos tradicionales. La esperanza que ven sus posibles votantes se impone a la gestión que pueden ofrecer sus rivales.
Ese
es el gran mensaje que puede vender Albert Rivera: esperanza de cambio,
de renovación y sin el riesgo-miedo que sembraba Podemos. Pero el
camino hasta las generales, como mínimo se prevé que dentro de año y
medio, es largo. Y lleno de curvas. Es su gran hándicap: llegar a la
meta con oxígeno y sin cometer errores fatales.
"Donde patina Ciudadanos es en las respuestas a las cuestiones que surgen en el día a día"
En ese trayecto, además, todavía tienen que suceder
muchas cosas. Primero, que soporten la presión del PP y su brunete
mediática. Los de Génova son expertos en desgastar al rival hasta
convertirlo en enemigo. Todavía resuena aquel “paro, corrupción y despilfarro” que dedicaron a Felipe González…
por no hablar del marcaje que hicieron a ZP tras el sorpasso de 2004.
Después, que mantengan el equilibrio entre tener presencia en los medios
y no quemar al candidato, tal y como le ha sucedido a Pablo Iglesias. Y
tercero, y más importante, aguantar la remontada segura del PP cuando
este nombre a su flamante nuevo candidato.
Rajoy es una marca caducada. Su presencia ya no suma.
De esto son conscientes en el Partido Popular y cada vez más voces
reclaman, por supuesto que en voz baja, que el cambio se produzca.
Feijóo ya se deja querer, veremos si es el ungido o no. Pero lo que es
cierto es que para cuando llegue quien sea que encabece la plancha
popular, Rivera ya tendrá una hemeroteca llena de aciertos y errores. El
PP, en cambio, se presentará como una formación renovada y, por lo
tanto, recuperará mucho voto de quienes ahora dudan.
Mientras
tanto, los liberales han encontrado grandes filones: Cataluña y la
defensa de la unidad de España; la oposición al Cupo vasco; la
equiparación de los sueldos de las fuerzas y cuerpos de seguridad; la
defensa de los autónomos; la presión al PP por la corrupción… Todo bien
construido para su público y bien argumentado. Y con ello han logrado
entrar en el caladero tradicional de los conservadores (que es la gran
novedad que arrojan las encuestas). Pero todo son propuestas que están
dentro del guion, que son relativamente fáciles de preparar. Se trata de
temas generales más o menos previsibles.
Donde patina
Ciudadanos es en las respuestas a las cuestiones que surgen en el día a
día. Errores como el de la crítica al nombramiento de Román Escolano,
señalando que España perdía una plaza en el BEI cuando la tiene
asegurada; o el cambio de opinión durante la masiva movilización de
mujeres del 8M de la crítica al aplauso siguen dando un halo de partido de laboratorio, de formación que se mueve al son de la opinión pública. En definitiva, de estar verdes.
IGOR MARÍN OCHOA Vía VOZ PÓPULI
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