Turull, en el Parlament
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Dejémoslo claro: el pleno del Parlamento catalán convocado ayer, con nocturnidad y alevosía, para elegir a Jordi Turull, miembro de la afamada pareja de cómicos Rull & Turull, como presidente de la Generalidad de Cataluña,
responde en exclusiva al interés del separatismo de adelantarse a la
visita turística que los capos del independentismo tienen previsto
efectuar hoy a Madrid por imperativo del juez Llarena del Tribunal Supremo, que ha citado a Forcadell, Rovira, Romeva, Rull y Bassa,
además del ya citado Turull, para comunicarles el auto de procesamiento
y la posible entrada en prisión de algunos de ellos. De modo que lo que
ayer presenciamos en el Parque de la
Ciudadela fue una bufonada más, una apropiación más por el
independentismo de las instituciones de todos los catalanes, un acto
ilegal cuyo resultado, de haberse concretado, podría haberse sustanciado
en la elección de un nuevo presidente sin capacidad efectiva para
ejercer sus funciones.
Desde hace tiempo, toda la estrategia indepe
de pulso al Estado gira en torno a la idea de poner en evidencia ante
la comunidad internacional que España no es una democracia, o es una
democracia de muy baja calidad donde no se respetan los principios
democráticos básicos que rigen en la UE; en demostrar que España es un
Estado represor que no garantiza el ejercicio de las libertades de los
nobles patriotas catalanes y les priva de sus legítimos derechos, el más
importante de los cuales es el de poder robar a discreción sin que la
justicia les llame a capítulo, robar sin rendir cuentas, que al final
este es el principio “filosófico” sobre el que se asienta la huida hacia
adelante del nacionalismo convergente, huir de la Justicia
mediante la creación de un Estadito propio donde nombraremos y
controlaremos a nuestros jueces; poner en evidencia, en fin, la
intrínseca maldad de esos españolazos que no nos permiten ejercer
nuestro derecho a pasarnos por el arco del triunfo la Constitución y las
leyes, y ello en la esperanza de que la Europa democrática se
escandalice ante tales evidencias y poco menos que se levante en armas,
dispuesta a asegurar, por la fuerza si necesario fuere, la independencia
de estos consumados chorizos.
“Usted no está hoy
aquí para ser presidente, y lo sabe. Esto es una farsa que no se creen
ni ustedes; lo único que pretenden es alargar el caos”, proclamó ayer
una espléndida Arrimadas. Y a fe que la cosa marcha; la estrategia está saliendo de cine, porque la UE es un sin vivir por culpa de los pobres indepes
humillados; las manifestaciones se suceden en las grandes capitales en
favor de la independencia de Cataluña y en contra de la tiránica España,
y el clamor es tan grande, el sinvivir de los europeos tan evidente,
que hasta el propio Brexit ha pasado a un segundo plano, y otrosí digo
del triunfo del Putin en Rusia y los peligros que para el mundo libre
ello entraña, porque todo en Europa está ahora dominado por el drama
catalán, toda un clamor en favor de Puigdemont, de Jordi Sánchez y del nuevo Jordi, el Jordi de ahora, el Jordi Tururú,
este personaje con pinta de capellán de sacristía dispuesto a meter la
mano en el cepillo o tal vez de gerente de funeraria, que tan
activamente participó en las políticas extractivas de CiU durante tantos
años y que ahora aspira a presidir al 47% de los catalanes con olvido
del resto.
Cuando un Jordi hace mutis por el foro y se va a casa, la jerarquía indepe tira de lista y presenta otro Jordi
A esto se reduce el quilombo montado ayer tarde por los indepes. Lo escribía en La Vanguardia un tal Francesc-Marc Álvaro, un radical de una pieza: “El bloque independentista
no tiene otra opción que llevar hasta el final el pulso con el Estado
para demostrar así el abuso y la arbitrariedad del aparato judicial”. Y
al servicio de esa estrategia que busca poner en evidencia ante Europa
la maldad de la tiránica España ha ido la petición al TC para que
autorizara la salida de la cárcel de Jordi Sánchez en orden a permitir
su investidura, en la esperanza de que los jueces dijeran no, para, a
continuación, brazos en cruz, plantear el ultraje ante la esquiva Europa
y gritarle a la cara: ¿ven ustedes como España nos priva de nuestros
derechos democráticos…? Y así un día tras otro, y cuando un Jordi hace
mutis por el foro y se va a casa, la jerarquía indepe tira de lista y presenta otro Jordi, un mandao
de Puigdemont en este caso, un siervo del famoso 3%, a quien el juez
Llarena podría enviar hoy a la cárcel. Con la intención de siempre:
montar un escándalo con la eventual entrada en prisión del sujeto, y
pregonar que España encarcela a un presidente de la Generalidad,
escándalo sobre escándalo, después de haber mandado al exilio a otro,
tiránica y salvaje España, y tienen ustedes que hacer algo, hagan algo,
por favor, salven a este pobre humillado y oprimido pueblo de Cataluña
de las garras de España…
Ni una mención a la independencia
El discurso del señor de la funeraria, vuelva usted el sábado, fue una exhibición del habitual muestrario argumental del Movimiento Nacional catalán,
la basura intelectual que el separatismo ha venido destilando en los
últimos tiempos. Siempre en nombre del pueblo catalán, de todo el pueblo
catalán, porque para el independentismo los catalanes no nacionalistas
simplemente no existen, no cuentan, no son sujetos de derechos, son
bultos sospechosos que deben resignarse a sufrir con humildad los
excesos de los auténticos catalanes, los catalanes pata negra empeñados
en tener Estadito propio para poder seguir robando con impunidad. Ellos
son el pueblo catalán y hacen con las instituciones de todos lo que les
sale de la punta del zapato. El mismo tufo totalitario de siempre, y la
misma cobardía, la acreditada cobardía de un candidato a presidente de
la Generalidad que pone exquisito cuidado en no retar a un juez con el
que hoy tendrá que verse la cara. Ni una sola mención a la
independencia. Ni una alusión a la famosa República Catalana. Valiente Tururú.
Aburrimiento
infinito. La conciencia de que el cáncer independentista va camino de
convertirse en un problema crónico con el que habrá que seguir
conviviendo (conllevando, que diría Ortega), ante la creciente indiferencia de millones de españoles hartos de prusés,
sin que interfiera en la actividad económica, sin que retraiga a los
inversores, sin que la gente del común vaya y venga cada día a su
trabajo, en un proceso de paulatina pérdida de velocidad del
separatismo… Siempre y cuando, naturalmente, en Madrid haya de una
bendita vez un Gobierno de España digno de tal condición, no esta
retahíla de cobardes que no ven el momento de salir de Cataluña por pies
para poder irse tranquilos de vacaciones. Porque lo de ayer, la
utilización torticera del Parlament por el
independentismo, no hace sino venir a certificar el fracaso del 155, la
insoportable levedad de aquel movimiento táctico con el que Mariano pretendió sorprender a todos horas después de la aprobación por el Senado del famoso artículo, al convocar elecciones para el 21 de diciembre dejando
casi intacto el cuerpo de la serpiente. Idiocia, impericia y ausencia
de patriotismo. El 155 estaba destinado a asestar un golpe definitivo al
movimiento independentista y restablecer el orden constitucional. El
resultado es que el golpe de Estado sigue vivo, y que ese artículo no ha
alcanzado ninguno de los objetivos para los que debiera haber sido
utilizado. Un fracaso que puede resultar muy costoso para España. La
dimisión de Mariano y de su vicepresidenta, la emboscada virreina de
Cataluña, seguramente sería pedir muy poco.
JESÚS CACHO Vía VOZ PÓPULI
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