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lunes, 5 de marzo de 2018

Tabarnia se divierte y el separatismo no está para bromas

Por reírles la broma a los independentistas, los seguidores de la república de Tabarnia celebraron ayer su 'diada' por las calles de Barcelona


Uno de los participantes en la manifestación de Tabarnia. (Reuters)


Honor y gloria a Rafael Casanova. Una masiva concentración de fieles a la república de Tabarnia —en ausencia de su líder, Albert Boadella, exiliado en Madrid— celebró ayer su 'diada' junto a la estatua del 'conseller en cap' de la Barcelona asediada en el minuto 17,14 de los partidos del Barça en el Nou Camp.

Casanova fue un abogado catalán, cuya apuesta fallida por el candidato austracista a la Corona de España (guerra de Sucesión, 1701-1714) fue disculpada en el triunfante bando borbónico. Exonerado de cargos por los nuevos gobernantes, nadie lo inhabilitó y tampoco fue acusado de 'botifler' entre los suyos. Siguió ejerciendo profesionalmente con toda normalidad y su figura se acabó perdiendo en la polvareda. Hasta que, como producto del romanticismo ambiental, el nacionalismo le dedicó un monumento en la Barcelona de 1888.

Desde entonces, los continuadores de la causa perdedora de 1714 no solo le perdonaron su adaptación al nuevo régimen sino que lo convirtieron en icono del independentismo. Con un fundamento bastante más endeble que el utilizado ayer por los seguidores de Tabarnia para rendirle homenaje como símbolo de la Cataluña española de siempre.

La CUP, que nació con el 'procés', puede acabar enterrándolo con sus cuatro diputados. Lo conseguirá persistiendo en la desobediencia

Casanova era un patriota español por mucho que lo quiera pervertir el nacionalismo catalán”, recuerda Miquel Martínez, presidente de esa Plataforma por Tabarnia que ayer llenó las calles de Barcelona, al objeto de escenificar su determinación a reírles la broma a los independentistas. Pero a estos se les ha helado la sonrisa, Ahora no están para bromas.

La matemática parlamentaria se cruza con la derivada judicial en la sorda lucha por el poder que, por personas interpuestas, están librando el encarcelado líder de ERC, Oriol Junqueras, y el fugado jefe de filas de JxCAT, Carles Puigdemont. Sus intereses han dejado de coincidir, aunque quieran aparentar lo contrario en nombre de una causa malograda.


Manifestación de Tabarnia en Barcelona. (Reuters)
Manifestación de Tabarnia en Barcelona. (Reuters)

Solo les faltaba la reactivación de la CUP, versión gamberra de la causa. Sus cuatro diputados se han convertido en decisivos en la pugna por la hegemonía nacionalista que enfrenta al fantasma de Waterloo y el preso de Estremera. De momento, han frenado en seco la candidatura de Jordi Sànchez (líder de la trama civil del golpe al Estado). Previsible. Los anticapitalistas se la tenían jurada desde que los abroncó por llevar a Artur Mas a “la papelera de la historia” en enero de 2016.

El fantasma de Waterloo y el preso de Estremera siguen librando una sorda lucha por la hegemonía en el campo del independentismo

La CUP, que nació con el 'procés' (hasta 2012 solo se había movido en ámbitos municipales), puede acabar enterrándolo. Por implosión. Lo conseguirán si persisten en la desobediencia y la unilateralidad como únicas vías hacia una república independiente de Cataluña real y verdadera. De 'simbólica', nada. Y de rebote, aunque parezca paradójico, sería un modo de acelerar la retirada del 155. Junto a los anticapitalistas, solo el farsante de Bruselas apuesta por mantener el órdago que el independentismo ya perdió cuando se supo que jugaba de farol.

Los cuatro diputados de la CUP y los dos diputados fugados a Bruselas (eventualmente, también los dos diputados presos, si así lo dispone el juez) pueden reventar la mayoría parlamentaria del separatismo, desembarazarse de Puigdemont, desbloquear la situación con la incorporación de los 'comunes' y abrir el camino hacia un Govern efectivo, que recupere la normalidad con un presidente sin mochila judicial.

Insisto: atención al nombre de Pere Aragonés, ex número dos de Junqueras en la Consejería de Economía. Aunque hasta llegar a él, todavía habrá más palos de ciego. Al tiempo.


                                                                         ANTONIO CASADO   Vía EL CONFIDENCIAL

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