Tras la espantada del Reino Unido y las perspectivas que ofrece Italia, España se convierte en la tercera economía 'operativa' del continente, algo que impone responsabilidades
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Reuters)
Estos días se han producido en Europa dos acontecimientos muy importantes. En Alemania, conservadores y socialdemócratas han acordado poner en pie un gobierno de coalición
que envía a la oposición a los euroescépticos de Alternativa por
Alemania y del partido Liberal. Es una buena noticia que permite el relanzamiento del proyecto europeo con una Francia que había dejado en la cuneta a los populistas euroescépticos de Le Pen y que llevaba cinco meses a la espera de que los alemanes deshojaran su peculiar margarita. Es una buena noticia.
En sentido contrario, en Italia los que se oponen al euro y quieren menos Europa, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) de Di Maio y la Liga Norte de Salvini, han obtenido mayoría absoluta en las elecciones del pasado domingo y no está descartado que puedan llegar al palacio Chigi si logran aparcar sus diferencias, que son muchas, pasando por encima de los empresarios y del mismo Vaticano que preferirían ver entrar en el gobierno al derrotado partido Democrático de Renzi con la misión de moderar los excesos de Di Maio.
El M5S ha pescado sus votos en las zonas del sur menos ricas y con mayor índice de desempleo, mientras los racistas de la Liga lo han hecho en un norte temeroso e inseguro. Los extremos se tocan una vez más. La poca solidaridad mostrada por Europa ante la llegada masiva de inmigrantes en 2017 (600.000) y las drásticas recetas de austeridad impuestas desde Alemania hacen que hoy los euroescépticos sean mayoría entre los italianos más jóvenes, a diferencia de lo que ocurre en otros países del continente. El resultado de las elecciones es una mala noticia, que empeora cuando uno piensa que Italia es uno de los países fundadores de la Unión Europea.
En sentido contrario, en Italia los que se oponen al euro y quieren menos Europa, el Movimiento Cinco Estrellas (M5S) de Di Maio y la Liga Norte de Salvini, han obtenido mayoría absoluta en las elecciones del pasado domingo y no está descartado que puedan llegar al palacio Chigi si logran aparcar sus diferencias, que son muchas, pasando por encima de los empresarios y del mismo Vaticano que preferirían ver entrar en el gobierno al derrotado partido Democrático de Renzi con la misión de moderar los excesos de Di Maio.
El M5S ha pescado sus votos en las zonas del sur menos ricas y con mayor índice de desempleo, mientras los racistas de la Liga lo han hecho en un norte temeroso e inseguro. Los extremos se tocan una vez más. La poca solidaridad mostrada por Europa ante la llegada masiva de inmigrantes en 2017 (600.000) y las drásticas recetas de austeridad impuestas desde Alemania hacen que hoy los euroescépticos sean mayoría entre los italianos más jóvenes, a diferencia de lo que ocurre en otros países del continente. El resultado de las elecciones es una mala noticia, que empeora cuando uno piensa que Italia es uno de los países fundadores de la Unión Europea.
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