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domingo, 25 de marzo de 2018

Los cuatro principales partidos coinciden en prolongar la legislatura a 2019

El Gobierno de Rajoy veía como mal menor asumible la investidura de Turull para despejar la aprobación de los Presupuestos, antes de que el juez Llarena los citara para procesarlos


El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en el Congreso. (EFE)


Lo más probable es que la legislatura se prolongue hasta 2019, entre otras cosas porque a los cuatro principales partidos les interesa, por diferentes motivos y con distintas intensidades, que la legislatura se prolongue hasta entonces. Así parece que será aunque el camino no sea fácil, la legislatura sea fallida en leyes y surjan escollos notables, como el de Cataluña que impide la normalización política.

De hecho, el Gobierno de Mariano Rajoy hizo saber el miércoles en los pasillos del Congreso, a través de distintos portavoces, que veía como un mal menor asumible que Jordi Turull fuera investido 'president' de la Generalitat, porque despejaba la legislatura, permitía la aprobación de los Presupuestos y daba cuerda al Ejecutivo hasta 2019. Pocas horas después el juez Pablo Llarena citó a los imputados para comunicarles el procesamiento y el encarcelamiento y esa investidura saltó por los aires y, con ella, los planes de Rajoy. Es decir, después de que la Moncloa se haya parapetado en la Justicia para hacer frente al independentismo; la Justicia ha terminado por superar a la Moncloa. Antes del juez Llarena el Gobierno preparaba ya el escenario de la retirada del 155 y una nueva etapa de relación con Cataluña, con un presidente provisional y un vicepresidente que se haría cargo de la Generalitat tras el juicio previsto para finales de 2018.

Ahora, el GPS del Gobierno está recalculando la ruta. Los acontecimientos en Cataluña han vuelto a poner incertidumbre a la política nacional, dejan los Presupuestos en el aire y altera los planes de Rajoy, aunque se mantiene la coincidencia general de prolongar la legislatura, porque todos confiesan en privado que no les conviene otra cosa. Incluso, la opción de elecciones en Cataluña para julio no parece deseada por nadie, empezando por el independentismo, descabezado y sin recursos económicos para acometer una campaña electoral, al tener que hacer frente al enorme coste de abogados y fianzas.

Lo ocurrido en Cataluña ha vuelto a poner incertidumbre a la política nacional, deja los Presupuestos en el aire y altera los planes de Rajoy

Ya se sabe que la política es como el juego de las siete y media: tan malo es pasarse como no llegar y la clave es encontrar el momento justo de plantarse, distinguir la cota desde la cual ya no se puede mejorar la posición. En esa situación llegamos al curioso escenario en el que los cuatro partidos están de acuerdo en que no quieren estar de acuerdo y en que, de momento, les va mejor mantenerse y avanzar como líneas paralelas. Ninguno parece dispuesto a aceptar o forzar un fin inminente de la legislatura.

Solo hay incentivos políticos y estratégicos para los acuerdos que suponen mantener como sea la legislatura. Por ejemplo, para el partido de Albert Rivera es rentable en este momento enchufar a Rajoy la máscara de oxígeno de los Presupuestos de 2018 y así lo hará en breve, aunque los puntos concretos de su pacto de investidura sean ya papel mojado.

Básicamente, el PP asegura que es un valor la estabilidad y ve opciones para recuperarse y dar la vuelta a encuestas adversas, además del consabido inmovilismo conservador de Mariano Rajoy, opuesto a una decisión drástica de disolución anticipada. Incluso si no hubiera Presupuestos, mantendría la prórroga, aprobaría decretos con cuestiones urgentes y seguiría en su propósito de llegar a 2019.




El PSOE considera que necesita tiempo para asentarse y para vincular a Ciudadanos con la derecha y reforzar el desgaste de Podemos. La tesis de Pedro Sánchez es que puede frenar la sangría de votos a Ciudadanos, una vez que Albert Rivera se ha decantado por la derecha, y presentarse como opción de voto útil de la izquierda, recuperando apoyos que se le fueron antes a Podemos. La calma de Sánchez, que desespera a algunos de su equipo, tiene el riesgo de seguir encasillado en su papel del actor permanentemente fuera de foco de la película de Woody Allen "Desmontando a Harry".
Coincide el PSOE con Podemos en la existencia de un millón de votos desmovilizado y con posibilidad de ir a opciones de izquierdas, frente a una derecha muy movilizada y sin abstencionistas.

El partido de Pablo Iglesias piensa en las elecciones municipales de 2019 para recuperar fuelle, subido a la ola de los llamados ayuntamientos del cambio que ya le impulsaron en 2015. En esos comicios locales se la juega, especialmente en alcaldías simbólicas como las de Ada Colau y Manuela Carmena.

Solo si no hubiera Presupuestos, Sánchez se tendría que plantear una moción de censura, más por presión de otros que por voluntad propia, que tiende a cero. Cualquier excusa le valdrá para apartar ese caliz.


Arrimadas en el Parlament catalán. (Reuters)
Arrimadas en el Parlament catalán. (Reuters)

Y Ciudadanos vive sus días de vino y rosas pensando en que el desgaste del PP no va a frenarse y que la descomposición de Rajoy tiende a aumentar, por lo que le va mejor seguir jugando y no plantarse todavía. Rivera sigue pensando en un Gobierno de Rajoy débil al que arranque concesiones que pueda vender como propias. Estos días se apunta el paso a un lado de la senadora imputada Pilar Barreiro y puntos claves del proyecto de Presupuestos como ayudas para guarderías, permiso de paternidad y reducción de impuestos.

Además, a Ciudadanos le va bien que se mantenga abierto el frente de Cataluña. Se siente cómodo en un debate sobre el eje territorial. A Podemos le ocurre lo contrario por la posición de sus aliados en Cataluña y por eso Iglesias intenta evitar este debate, situado entre el independentismo y la acción judicial; el PSOE entiende que el apoyo al 155 le ha dado a Sánchez posición de hombre de Estado y al PP le enturbia el escenario político y sus planes.


El lehendakari, Iñigo Urkullu, durante una rueda de prensa. (EFE)
El lehendakari, Iñigo Urkullu, durante una rueda de prensa. (EFE)

El otro actor es el PNV, que insiste en que ni siquiera se sentará a negociar si se mantiene el 155, según explica el propio Aitor Esteban estos días. Los nacionalistas vascos son muy partidarios de firmar, pero entienden que con la autonomía catalana suspendida les es imposible apoyar a Rajoy. La fecha tope es en torno al 20 de abril, cuando se produzca el debate de totalidad de Presupuestos y ese es el plazo para cerrar el acuerdo que garantizaría a Rajoy estabilidad para acabar la legislatura, salvo imprevisto.

Para el PNV no será fácil justificar que cuando decía "jamás con el 155", en realidad lo decía por pose política. Pero a los nacionalistas vascos tampoco les interesa que acabe esta legislatura en la que pueden seguir logrando concesiones del PP.


Todos ello aderezado con acontecimientos imprevistos como la caída de la ahora significativamente silente Cristina Cifuentes y la incipiente batalla subterránea para una eventual sucesión en el PP.


                                                                                FERNANDO GAREA  Vía EL CONFIDENCIAL

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