Translate

lunes, 19 de marzo de 2018

Semana negra del PSOE: enseña "buen gobierno" mientras fracasa en la oposición

La cúpula socialista muestra una absoluta incomprensión de en qué consiste ejercer el liderazgo contra el Gobierno en un parlamento fragmentado


Pedro Sánchez saluda en el Congreso de Buen Gobierno celebrado por el PSOE. (EFE)


El PSOE de Pedro Sánchez está fracasando en la función de primer partido de la oposición -y alternativa creíble de poder- que le encomendaron los ciudadanos. Y cuando se fracasa en la oposición, es algo peor que una osadía pretender enseñar nada menos que buen gobierno.

“Hola, Felipe (o Alfredo, o Javier, o Susana), soy Pedro. Ya sé que tenemos nuestras diferencias, pero el partido no pasa un buen momento y no hemos sabido recomponer la unidad después de lo que pasó. Culpa de todos, supongo. El caso es que necesitamos fortalecernos ante las próximas elecciones, y para eso te pido tu ayuda. He pensado invitar a los principales referentes del partido a un evento de formación para que os dirijáis a los militantes y aparezcamos todos juntos. Por supuesto, si aceptas la invitación tú mismo podrás elegir el tema de tu intervención”.

Sánchez se consolida entre una colección de socialdemócratas europeos tan imbatibles ganando primarias como contumaces perdiendo elecciones

Creo conocer bien a los dirigentes de la llamada “vieja guardia” del PSOE. Ante una llamada del secretario general en esos o parecidos términos, ninguno de ellos habría osado rechazar la propuesta. Sólo se requería hacer por una vez algo limpio y claro. Sin embargo, la gestación y la ejecución de la autodenominada “Escuela de Buen Gobierno” ha sido una chapuza, no exenta de pueriles intentos de engañar a tipos con espolones que son cualquier cosa menos cándidos. El resultado está a la vista.

Sánchez se consolida entre una colección de socialdemócratas europeos (Hamon, Renzi, Corbyn), tan imbatibles ganando primarias como contumaces perdiendo elecciones. Tampoco ayuda el dramático proceso de degradación del capital humano de ese partido, cuyo producto más destilado es el peor grupo parlamentario socialista que vieron los tiempos.




Pero la razón más inmediata del fracaso es la absoluta incomprensión por parte de la cúpula socialista de en qué consiste ejercer el liderazgo de la oposición en un parlamento fragmentado y frente a un gobierno en minoría, que malvive condenado a la transacción permanente o a la parálisis.

Repasemos la hoja de servicios del nuevo PSOE en las últimas semanas: Presentó ampulosamente una lista de diez pretendidos "Acuerdos de País". Todos ellos, con claras connotaciones presupuestarias. Pero su religión le prohíbe no ya acordar, sino ni siquiera sentarse a hablar sobre los presupuestos mismos. ¿Imaginan lo que el PSOE podría llegar a conseguir, con los esplendores económicos que el Gobierno pregona, en una negociación presupuestaria inteligente y exigente, al servicio de la sociedad? Quizá entonces los pensionistas, las mujeres y los trabajadores precarios tendrían algo que agradecer a ese partido.

Patalea por el bloqueo de la financiación autonómica, pero no puede concertar en una propuesta común a sus propios presidentes autonómicos, mientras varios de ellos se entienden por su cuenta con sus colegas del PP.

El PSOE ha roto unilateralmente un pacto educativo que la sociedad española espera desde 1978

Ha roto unilateralmente un pacto educativo que la sociedad española espera desde 1978. ¿Motivo? El mismo por el que Mariano Rajoy hizo exactamente lo mismo en 2010, ante la indignación muy justificada del gobierno socialista. Tiene razón Javier Solana: el partido socialista no puede levantarse de la mesa de un acuerdo sobre educación sin una razón poderosa y una explicación convincente. Ambas han faltado, simplemente porque no existen.

Yuguló la posibilidad cierta de que una mujer de su partido presida a todos los diputados socialistas europeos. Revancha personal y sectarismo a palo seco, toda una credencial para pedir a continuación gestos de unidad.

Una semana odiosa en el Congreso


Y llegamos a la odiosa semana que se ha vivido en el Congreso. Dos debates que no debieron celebrarse: El de pensiones, porque contiene en sí mismo la impugnación del Pacto de Toledo que crearon Felipe González y José María Aznar (no precisamente buenos amigos) con el fin de evitar para siempre discusiones como esta, conocedores del contenido explosivo del tema de las pensiones y de la tentación demagógica que encierra.

El discurso indocumentado e histriónico de su lideresa (uno más) fue, con diferencia, lo peor de la sesión. En comparación con ella, Pablo Iglesias pareció un estadista y el portavoz de ERC un prudente experto en la materia.

No hace falta ser un genio del marketing para saber que no es buena idea llamar la atención del público sobre lo que un producto no tiene

Qué decir del psicodrama del jueves sobre la prisión permanente revisable. El diputado socialista que se subió a la tribuna a echar gasolina al fuego hizo un pobre servicio a la idea que pretendía defender.
Con su infinita torpeza, reclamó para sí y para su partido la mayor porción de la basura emocional que generosamente se repartió aquella mañana en el hemiciclo.

Ya he comentado la pifia de la Escuela de Buen Gobierno. No hace falta ser un genio del marketing para saber que no es buena idea llamar la atención del público sobre lo que un producto no tiene. Que este PSOE monte un circo para presumir de unidad es como si McLaren convocara al mundo a admirar las virtudes mecánicas de sus motores de la pasada temporada.




La guinda la puso el sociólogo de cabecera de Sánchez. Según él, hay una conspiración universal de todos los institutos de opinión y todos los medios de comunicación, conjurados para hundir al PSOE en las encuestas y oscurecer la entusiasta adhesión de las masas a su refulgente líder.

Aunque semejante delirio paranoide fuera real, seguiría siendo una torpeza decirlo en público. Pero da un poco de vergüenza que hable de “brujería demoscópica” quien en octubre de 2015, dos meses antes de las elecciones del 20-D, publicó el informe de una encuesta, realizada por él mismo, en el que se puede leer un puñado de clarividencias:

“Afianzamiento del PSOE como la principal fuerza política, no sólo en el campo de la izquierda, sino en el conjunto electoral. La ventaja del PSOE está alcanzando un grado de precipitación ascendente”.
“Según nuestros datos, el PSOE podría situarse en el 30% de los votos, incluso con perspectiva de aumentar. El PP estaría por debajo del 26% y Podemos entre el 15% y el 16%”.
“Estamos en niveles de adhesión a la izquierda similares a los de los años 80”.
“El nuevo modelo al que apunta la tendencia es el de un partido predominante (el PSOE) y otros tres de rango medio (PP, Ciudadanos y Podemos)”.

Según este precursor de la modernidad sociológica, en el siglo XXI no se puede hacer bien una encuesta por menos de 100.000 euros. A esos precios, cualquiera hace brujerías demoscópicas.
Cada uno que se mienta como quiera, yo sólo lo lamento por los alumnos de esa fallida Escuela de Buen Gobierno de la fallida oposición. Si es que allí había alumnos y no sólo figurantes.



                                                                          IGNACIO VARELA   Vía EL CONFIDENCIAL

No hay comentarios:

Publicar un comentario