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domingo, 25 de marzo de 2018

La nueva batalla por Madrid (con Rivera, Errejón y las guerras internas de fondo)

La pelea por el poder en la Comunidad es reveladora del giro acontecido en la política nacional. Es una plaza clave y los pactos serán decisivos. ¿Todos contra el PP?

 Íñigo Errejón y Cristina Cifuentes. (EFE)



El momento político madrileño es interesante por muchas razones. En parte porque esa polarización identitaria alrededor del 'procés' ha menguado, tanto por su desactivación como por la historia interminable en que se ha convertido; en parte porque las extrañas circunstancias del máster de Cristina Cifuentes abren nuevas posibilidades; y sobre todo, porque la pelea por Madrid de cara a las municipales y las autonómicas puede señalar el futuro político de España.

Es cierto que, en política, y más en nuestro tiempo, los asuntos que centran la atención se disuelven pronto. Las grandes explosiones de ayer desaparecen al instante, y de esas hemos tenido varias en las últimas semanas: las manifestaciones feministas, que ocuparon la agenda mediática de manera masiva, dejaron paso pronto al niño Gabriel, a la prisión permanente, a la manifestación de los jubilados, a las reyertas de Lavapiés, a la investidura catalana y al máster de Cifuentes.

El precio político de un notable


¿En qué medida puede afectar este escándalo en lo político? Si hay una investigación judicial, si hay indicios suficientes de que Cifuentes está inmersa en un proceso de falsificación de documentos públicos, las consecuencias serán grandes, porque harían muy difícil que Cs la siguiera sosteniendo, sumaría otra piedra a la montaña de corrupción del PP y reforzaría a sus rivales de la izquierda, que como se ha demostrado, tienen posibilidades en Madrid. Si no entramos en esa dinámica, será un asunto más que quedará en el margen menor de la política, y será utilizado como chanza, pero tendrá poco recorrido.

Con los escándalos, Rivera tiene más fácil pactar con el PSOE, e incluso buscar otros acuerdos, lo que otorga un notable margen de maniobra

Sin embargo, tantas piedras pueden acabar tapando la puerta de entrada al poder para el PP. Como bien sabe Rajoy, (lo aprendió con el Prestige, el No a la guerra y el 11-M) hay fenómenos acumulativos, que apenas parecen afectar hasta que todo se dispara y sus consecuencias son enormes. Ahora podemos estar en un momento distinto, ya que el malestar contra el PP es ya suficientemente amplio y la suma de nuevos hechos lo refuerza. Pero también puede ocurrir que un episodio negativo más acelere la animadversión y la haga mucho más profunda. Ya sea por la simple acumulación, o porque un acontecimiento haga el desgaste mucho mayor, este tipo de hechos son preocupantes para el PP, ya que anima mucho a que los votantes vayan a las urnas simplemente para sacarles del poder.

La suma de los otros


En ese escenario, el problema para los populares es tanto el ascenso de Cs como la posibilidad de que los de Rivera encuentren alianzas suficientes al otro lado del espectro político para mandarles a la oposición. Con tantos escándalos, Rivera tiene mucho más fácil pactar con el PSOE, e incluso buscar otros acuerdos, lo que otorga un margen notable de maniobra. Por el contrario, el PP concita tantas animadversiones que le sería muy difícil recabar apoyos salvo que ganara las elecciones generales con cierta holgura.

Rivera encarna la regeneración que une neoliberalismo económico, progresismo cultural y globalismo, la de Macron y Trudeau

Ciudadanos está en buen momento. Más allá del empujón que les otorgó el 'procés' su líder tiene aquello que las élites aprecian hoy. Además de ser joven y estar 'limpio', ofrece ese tipo de regeneración que tanto necesitan, la ligada al neoliberalismo económico y al progresismo cultural, la que apuesta por el emprendimiento, la que hace gala de europeísmo proalemán y de internacionalismo antiidentidades, la que cree en los mercados abiertos, la de Macron, Trudeau, Felipe González y el PSOE de Maravall y Solana; esa que tiene a los rusos, las 'fake news', los integrismos religiosos y el proteccionismo como enemigos.

No se pueden entender las críticas al PSOE sin ese propósito de llevar a Sánchez a un terreno en el que los acuerdos con Rivera sean sencillos

Sin embargo, hoy por hoy, Cs no tendría votos suficientes para gobernar, con lo que serían precisos otros apoyos para sacar a Rajoy de la Moncloa. No se pueden entender muchas de las críticas de los últimos días a la Escuela de Gobierno del PSOE, ni esas encuestas que insisten en que los socialistas están perdiendo mucho voto por el centro, sin ese propósito de llevar a Sánchez a un terreno en el que los acuerdos con Rivera sean sencillos. Están intentando doblar el brazo a esa parte del PSOE que quiere hacer una política más de izquierdas, lo cual equivale a decir que esa parte de los socialistas que perdieron el pulso con Sánchez está intentando retomar el control por otras vías.

La baza Montero


Y queda Podemos, que es consciente de que sus opciones no van más allá de conservar un cierto suelo electoral en el que parece instalado. Quizá el relevo de Pablo Iglesias por Irene Montero, ese del que tanto se habla pero nadie reconoce, tenga el propósito de sobrevivir electoralmente haciéndose fuerte en un territorio político a la izquierda de los demás. Pero, más allá de esa apuesta de futuro, también está Madrid, y también está Errejón.

Errejón se ha convertido en un líder distinto dentro de Podemos, que genera bastantes simpatías y que puede enganchar con mayor número de electores

Porque Errejón, como Madrid, es otra cosa. Es probablemente el más listo de los dirigentes de Podemos, y su conversación con Évole es una buena muestra. Mostró un perfil diferente, más moderado y amigable, más razonable. Supo girar desde posiciones del pasado hasta las del presente sin que el quiebro resultase sospechoso. Y ofreció una versión bastante nítida de la campaña por Madrid que lleva tiempo realizando desde la segunda fila. Y si no fuera bastante, deslizó una advertencia a sus posibles votantes: si la izquierda no consigue un gran resultado en esas elecciones, se habrá cerrado una etapa que no regresará hasta dentro de diez años. Quizá lo que quiera decir es que Podemos se la juega en Madrid y que si él no consigue estar en el próximo gobierno de la comunidad, su partido no tendrá ninguna opción, que es lo que piensa. O quizá solo sea un recurso para activar a los suyos; o quizá tenga razón. La cuestión es que se ha convertido en un líder distinto dentro de Podemos, que genera bastantes simpatías, y que representa una forma de hacer las cosas que puede enganchar con un elector más amplio.

Un buen líder para el PSOE


Pero este cambio también es un problema. Sus mensajes en los últimos tiempos son muy semejantes a los que lanzaba el joven Zapatero. Habla de cooperación en lugar de competencia, de diálogo en lugar de enfrentamiento; muestra un talante amable en lugar del ceño fruncido de Iglesias y Montero; y sus discursos acerca de la colaboración público-privada y del emprendimiento, como el lanzado tras su visita a Poitiers, suenan mucho a la reciente socialdemocracia débil europea. Todo ello les ha concedido un perfil político mucho más cercano a los socialistas de Zapatero que a Podemos. Como se dice con cierta maldad, sería un buen líder para el PSOE.

Buena parte de la moderación de Errejón consiste en abrirse a los acuerdos que sean precisos con tal de sacar al PP del Gobierno

Lo de Errejón no es asunto menor, porque puede condicionar no solamente la política de Madrid, sino el reparto de fuerzas nacional. Ese talante le hace mucho más abierto a los pactos, que son necesarios. Puede que ahora esté pensando en gobernar con el PSOE pero, de no ser posible, su liderazgo facilitaría que su partido se abstuviese para que gobernasen otros. Errejón tiene ganas de regresar a la primera línea de la política, cree que ese perfil moderado le abre más puertas, y parte de la moderación consiste también en convertirse en un partido más, abierto a los acuerdos que sea, con tal de sacar al PP del gobierno de Madrid y de la Moncloa. Que Errejón tenga un buen resultado en Madrid sería importante en esa tarea de relegar al PP a la oposición.

El bache local


A los nuevos partidos, las elecciones de mayo de 2019 no les vienen especialmente bien. Tal y como se están desarrollando los acontecimientos, a Cs le convendría que fuera al revés, como ocurrió con Macron: primero ganas las elecciones, y ya después estructuras el partido. Hacerlo al revés pondrá de manifiesto sus dificultades para configurar listas locales con buenas candidaturas, un error en el que incurrió Podemos y que explica también parte de su escasa presencia. Sin ellas, será menos fuerte en el terreno local, y saldrá de las elecciones con un aliento menor de aquel con el que entró. Pero hay plazas clave, y un ascenso fuerte en capitales grandes, así como tocar poder en alguna de ellas, resultaría fundamental. A Podemos le ocurre algo similar, porque permitiría demostrar que no están perdiendo pie y que se han asentado en determinados espacios.

La batalla por Madrid, que es también un cúmulo de batallas internas (en el PP, en el PSOE y en Podemos), nos subraya que se están preparando los mimbres para un nuevo escenario

Madrid, en ese sentido, es el lugar principal en el que se jugará esta pelea por la Moncloa. Y no es lo mismo tener a un PSOE girado hacia el centro y a Errejón en Podemos, que a un Sánchez que pretenda anclarse en la izquierda y a unos morados con Pablo Iglesias al frente. Es cierto que queda mucho para todo, y que si dentro de tres meses el escenario puede ser totalmente distinto, hacer previsiones para dentro de un año tiene mucho de irrealidad. Pero eso no significa que los partidos no estén moviendo sus piezas, y el máster de Cifuentes nos lo ha recordado de forma muy expresa. Las reacciones del PP le ponen cada vez más la soga al cuello, Cs está recogiendo los frutos, y PSOE y Podemos tienen un problema de facciones, es decir, de no tener muy clara cuál será su estrategia.

En ese contexto, que Sánchez ceda ante la vieja guardia, o que las tesis de Errejón se impongan (con o sin él) en Podemos, suponen también el futuro de la política española. Mi impresión es que ganará el "todos contra Rajoy", es decir, pactemos con quien tengamos que pactar (y tomando las partes de poder que la negociación nos permita), un escenario que necesita Cs, pero el tiempo dirá. Pero, en todo caso, la batalla por Madrid, que es también un cúmulo de batallas internas (en el PP, porque algo de eso hay en el máster de Cifuentes, en el PSOE y en Podemos), nos subraya hoy que se están preparando los mimbres para ese escenario.


                                                                      ESTEBAN HERNÁNDEZ   Vía EL CONFIDENCIAL

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