Pensé que el título iba a ser una pregunta retórica, luego vi que no, que era directa como un puñetazo en el ojo.
He
analizado la situación actual a la luz de la historia más contemporánea,
y vi cómo desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, la sociedad de
corte tradicional y conservadora ha girado a progre e individualista.
Todo tiene un principio. Marcos López Herrador lo explica muy bien en su ensayo La rebelión de los amos
(Sekotia, 2017), donde hace una exposición clara y contundente de que
los aliados vencedores, dirigidos por el gran hermano americano,
quisieron construir una Europa social, democrática y solidaria y el
resultado final vino a llamarse socialdemocracia, donde todos las ideas
tenían cabida excepto las excluyentes y no democráticas. Se trataba de
un potente muro que frenara el avance impositivo del comunismo de la
URSS.
De esos años '40, el salto de los '50 y '60 se cobró con un
desarrollo económico e industrial sin precedentes en la historia de la
humanidad. Tanto es así que incluso decidieron firmar un acuerdo que
determinaron llamar Declaración Universal de los Derechos Humanos en el
que, nada más y nada menos, la familia ocupa el puesto 16 de los
artículos: La familia es la unidad básica natural y fundamental de la
sociedad y tiene derecho a protección por parte de la sociedad y del
Estado. Del orden y recto cumplimiento de esto se encargó una nueva
organización que vino a llamarse Organización de Naciones Unidas (ONU,
1948).
Este éxito financiero, el amplio desarrollo demográfico y
las coberturas sociales de las que gozaban sus habitantes hacían de la
Europa común el paraíso de cualquier demócrata de clase media, donde ni
el frío ni el hambre volvería a asolar los hogares. Sin embargo, y aun
yendo todo también y tan bonito, Estados Unidos no implantó ese mismo
régimen sociopolítico para sí mismo... ¡Ahí lo dejo! -y que cada uno
entienda lo que quiera entender.-
Y pronto llegaron las
tendencias globalistas con matices de dominación mundial. Control del
mercado internacional, freno a la expansión demográfica y desarrollo de
las libertades individuales. Este combinado de fuerzas, que se trenzaban
entre sí generando nuevas y diferentes corrientes de movimientos
sociales, reventó finalmente en el Mayo del 68 -del que por cierto
celebramos el 50 aniversario, que es coincidente con el de la Humanae Vitae, ¡qué casualidad!-.
Fueron
los niños pijos europeos que se rebelaron contra el poder establecido y
sus padres. Aquellos que les habían regalado un estado del bien estar,
una vida fácil con protecciones sociales pagadas por sus impuestos, y
como si hubiesen recibido un mensaje colectivo, descubrieron que les
habían engañado y que lo que deseaban era libertad, que al fin y al cabo
se ceñía a la libertad sexual que se les antojaba. Las tradiciones y
las costumbres de familia les aprisionaban.
Más tarde, los
códigos heteropratiarcales eran sus cadenas, sobre todo para las
mujeres, sometidas por el varón a través de los embarazos que las
relegaban a un ser mamífero procreador sí o sí. Las feministas, por un
lado, y los movimientos homosexualistas, por otro, comenzaron a cerrar
la pinza que ahogaba a la familia. Metodos anticonceptívos, amor libre,
aborto... Más tarde, fecundación in vitro y vientres de alquiler para
que quien quiera ser familia que lo sea, aunque no lo sea, ni lo será
jamás.
Las ideologías eugenésicas que en Estados Unidos
estuvieron tan de moda desde finales del siglo XIX, que hasta los
propios presidentes promulgaban, y que la Alemania nazi lo hizo
descaradamente, pensaron que no podrían seguir adelante con ellas y que
todo debería ser más sugestivo sin que nadie pudiera poner en duda que
su vida estaba en peligro. La estrategia, bendecida por la ONU y
responsable de su impulso en todo el mundo, comenzó por sugerir a los
presidentes socialdemócratas que crearan determinada legislación
convirtiendo hechos de perversión en algo legal, normalizando
determinados comportamientos. Para eso no faltarían subvenciones,
inversiones locales y relaciones internacionales para abrirse al mundo
entero.
Llevamos más de 40 años de socavar a la familia, a la
unidad básica natural y fundamental de la sociedad, dejándola cada vez
más huérfana, aislada y apaniguada, tratando de meter en el mismo saco a
los mal llamados matrimonios homosexuales y las familias
monoparentales. Por supuesto, el aborto, hoy por hoy, está asumido por
la sociedad como un hecho necesario, más que nada por libertad de la
mujer. Sin embargo, cuando democráticamente un país decide que el aborto
no es admisible, las ordas mundiales se echan encima como acabamos de
ver en Argentina y nuestro inelecto presidente, Pedro Sánchez, y Ada Colau se apresuraron a rasgarse las vestiduras escandalizados por semejante delito siendo más feministas que las más feministas.
Pero
que estos personajes digan eso, es de cajón, están obligados a ello por
la trilateral internacional. El peor pelotazo llega desde dentro, desde
las filas familistas que se suponen que están para defender a la
familia natural, y así el nuevo presidente de Familias Numerosas, Benito
Zuazu, se expresa con estas palabras: “le aseguro que voy a mantener
relaciones con todas las federaciones que representan a los diversos
modelos de familia, como las LGTBI o las monoparentales, para ver en qué
aspectos podemos ir unidos”. En fin, si desea seguir siendo familia
y no un invento progre, deberá, mientras no se demuestre lo contrario,
seguir luchando por usted mismo. ¡Ánimo, hay esperanza!
La batalla por la familia en Europa (Sekotia) de Francisco José Contreras. De este libro ya hablé
dándole un protagonismo importante porque verdaderamente lo merece. Un
libro que abre las puertas a la esperanza desde que la Manif Pour Tous
se hizo notar en París, pero no solo esta. También Austria, Polonia,
Hungría, Argentina, Perú, la aparición de Trump en Estados Unidos y, muy
posiblemente en un futuro cercano, Suecia se una a esta lucha para
recuperar la cordura y el bien común que supone la familia para la
sociedad, la que sea.
Una revolución silenciosa
(Libros Libres) de Jesús trillo-Figueroa. Cada vez que España avanza
por la senda de la socialdemocracia, este libro del ensayista
Trillo-Figueroa adquiere más peso específico. En enero de este mismo
año, en una entrada que titulé Mujer, feminismo y feministas,
profundicé algo más sobre lo que supone el desmantelamiento de la
sociedad desde la deconstrucción de la mujer empoderándola en una
súper-nueva-mujer que no busca la igualdad si no la exclusividad. Merece
la pena dar un repaso a este artículo de nuevo.
Crisis global. Fin de una era
(Esaveprin) de Manuel Galiana Ros. Es posible que este autor escriba
con cierto tono vehemente. Sin embargo, quizá lo haga porque escribe
desde el conocimiento que proporciona la fila cero y porque estar tan
cerca del poder globalizante le ha pasado una factura vital importante.
Sí, sabe de lo que habla. Es evidente que El poder de la globalización
es real y como dice el mismo Galiana, solo es necesario un cambio
profundo de la economía y de la política general, para que se produzcan
los efectos deseados. Parece que las crisis globales y la imposición de
género se cumplen a rajatabla con la puntualidad de un reloj en todo el
mundo occidental, o eso pretende.
HUMBERTO PÉREZ-TOMÉ Vía HISPANIDAD
No hay comentarios:
Publicar un comentario