He ahí el personaje que apenas hace dos meses había sido reelegido para seguir haciendo de su capa un sayo. Eso nos ilustra sobre la red clientelar que había crecido en torno a él
Fotografía de archivo del presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar. (Reuters)
Llevo un tercio de mi vida oyendo por boca de la gente del fútbol, incluidos mis colegas del periodismo deportivo, que Villar no es trigo limpio y que la Federación Española de Fútbol, durante los 29 años de su reinado, era un insondable y maloliente pozo séptico.
Una perplejidad que se prolonga al saber que, después de tantos años de despotismo y opacidad, como si hasta ahora hubiese sido un intocable, el personaje ha sido puesto fuera de la circulación por la Guardia Civil (operación Soule) a las órdenes del juez Pedraz con pruebas acumuladas por la Fiscalía Anticorrupción.
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Con motivo de las detenciones del martes pasado, el comunicado de la UCO se limitaba a señalar genéricamente, sin entrar en detalles, que Villar se ha excedido presuntamente “en sus facultades de administración del patrimonio de la entidad”. Una piadosa forma de explicar, por ejemplo, que los partidos de la Selección española de fútbol se habían convertido en una mina de oro para Ángel María Villar.
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Los supuestos delictivos que pesan sobre él, su hijo Gorka y el vicepresidente de la RFEF, Juan Padrón, nos dan el perfil del tipo de conductas tan habituales como opacas en el historial de quienes han venido gobernando las estructuras organizativas del fútbol español.
Por ejemplo, mordidas en la organización de partidos amistosos de la Selección con venta fraudulenta de entradas, apropiación indebida de subvenciones oficiales y comisiones por trabajos inexistentes.Todo ello canalizado a través de sociedades instrumentales con arbitrarias denominaciones.
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¿Cómo es posible que Villar y sus cómplices hayan sobrevivido durante tanto tiempo a los secretarios de Estado que quisieron apearle del cargo por razones de higiene (la denuncia del anterior, Miguel Cardenal, fue la que prosperó), al intermitente cerco periodístico de ciertos comentaristas y a varias denuncias judiciales que se quedaron en nada?
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Pues, sí, señor. He ahí el personaje que apenas hace dos meses había sido reelegido para seguir haciendo de su capa un sayo. Eso nos ilustra sobre la red clientelar que había crecido en torno al personaje cuyo próximo salto era, según sus planes, convertirse en presidente de la Federación Internacional de Fútbol (FIFA). Espero que se haya quedado en un mal sueño de quienes empezaban a darlo por hecho.
En todo caso, estamos ante una excelente oportunidad de hacer limpieza sin que nadie empañe el maravilloso recuerdo del gol de Iniesta.
ANTONIO CASADO Vía EL CONFIDENCIAL
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