El liderazgo de Iglesias no solo está marginando a Podemos de la vida pública española, sino creando en el partido una serie de crisis: con los errejonistas, con Garzón y hasta con sus bases
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. (EFE)
En un análisis sorprendentemente directo, sin eufemismos ('El lento
aprendizaje de Podemos', Editorial Catarata, 2017), el catedrático de
filosofía José Luis Villacañas, un académico que alumbró los principios
de Podemos, compone un retrato de Pablo Iglesias que
merece destacarse. En los tres últimos capítulos de esta obra —rápida,
reflexiva y sensata—, el autor viene a decirnos que lo que está
sucediendo ahora en el partido de los populistas morados es una venganza del 'caudillo' Iglesias (su “negra hiel del resentimiento”) sobre todos aquellos que se le oponen y que en la asamblea de Vistalegre I conformaron un errejonismo contra el que peleó —y venció— en Vistalegre II, el pasado mes de febrero.
“Sus errores proceden —Villacañas se refiere a Iglesias— de su formación comunista, arcaica y ajena por completo a los hábitos democráticos internalizados, esa tradición que con extraño orgullo reivindican bastantes fanatizados. Pero también de su tradición caudillista, aprendida de la cercanía de los líderes latinoamericanos y sus partidos, para los que señalar los errores del líder es una traición”. El filósofo que tal afirma —y en la apreciación anterior coincide con otro, José Luis Pardo, que ha aportado con 'Estudios del malestar' (Editorial Anagrama, 2016) una mirada imprescindible al populismo de Iglesias— denomina de “siniestra” la rueda de prensa que reventó la posibilidad de un Gobierno de Pedro Sánchez y le atribuye, para resarcirse, el pésimo acuerdo con Izquierda Unida que le restó en las elecciones de 2016 un millón de votos. De ahí, nuestro autor nos lleva a otra afirmación también inquietante: “El mayor problema político que tiene España es su construcción como Estado federal, y eso no se podrá hacer con un caudillo que hoy se expone al jacobinismo de IU y mañana a la grotesca demanda de la autodeterminación de Andalucía”.
Errejón es el hombre de Podemos, si Podemos quiere tener futuro
Más aún: "Resulta difícil escapar a la impresión de que el secretario general de Podemos produjo un grave deterioro en la vida interna de su partido. Su poder discrecional había cambiado la máquina que lo aupó y lo hizo en medio de procesos electorales; una cierta inseguridad y debilidad lo llevó a buscar continuas aclamaciones plebiscitarias que confirmaran el camino de su política; su intervencionismo lo llevó una y otra vez a ser un secretario general parcial en los procesos electorales que debían ser autónomos; finalmente su sentido del poder le llevó a destruir la secretarías fuertes. Y eso por no hablar del resentimiento que sembró cizaña por doquier”. De todo lo cual, Villacañas deduce que “Podemos presionará desde fuera del sistema, pero no producirá esa impronta articulada y transformadora a la que aspira la gran política.” Conclusión: “Vistalegre II fue solo un paso atrás porque ha triunfado lo fácil, lo convencional, lo visceral".
En ensayo de Villacañas es significativo por lúcido. Y explica por qué —como escribía aquí el pasado domingo Esteban Hernández— la derrota de Podemos es inevitable (de no haber cambios), por qué, sin embargo, desestabiliza la política coherente —mínimamente coherente— de Pedro Sánchez y por qué la única alternativa para Podemos y su reconversión en una organización eficiente para la izquierda y para España consiste en el liderazgo de Íñigo Errejón, que es y representa todo lo contrario de lo que significa Pablo Iglesias, bien descrito por el autor de 'El lento aprendizaje de Podemos'.
El liderazgo de Iglesias no solo está marginando a Podemos de la vida pública española, sino creando en el partido una serie concatenada de crisis: con los errejonistas, muchos de los cuales se han marchado, con Alberto Garzón y su menguada IU, con sus confluencias y hasta con sus propias bases. Para Sánchez, un hombre obsesionado por deslizar al PSOE hacia la izquierda, Iglesias es un político letal porque irá exigiendo al secretario general socialista diezmos y peonadas cada vez más gravosos, como estamos comprobando en su zigzagueante discurso catalán y en la infantil necesidad de explicitar su progresismo con incoherencias equidistantes. La operación de incorporación de Podemos al Gobierno autonómico de Castilla-La Mancha no es, como podría parecer, un síntoma de esa “competencia virtuosa” a la que se refiere Errejón, sino el primer tramo de un asalto al poder autonómico que Iglesias está preparando con Sánchez para después de las elecciones de 2019. Y que será destructivo para el PSOE porque Iglesias lo planea desde la depredación, no desde la colaboración.
Difiero de la conclusión de mi estimado Esteban Hernández cuando da por fracasado a Errejón. Es demasiado joven y está demasiado bien preparado para darle por amortizado. Tiene en la cabeza una izquierda diferente a la de Iglesias, más democrática, inclusiva y transversal, con capacidad para convencer a más electores que el actual secretario general del Podemos. Ha demostrado, además, saber aguantar la tarascada del resentimiento de Iglesias con una entereza que le ofrece unas hechuras políticas poco frecuentes. Es ilustrativo leer la entrevista de Errejón en 'El País' del pasado 16 de julio (“Va siendo hora de reivindicar una idea fuerte de España”) para calibrar las diferencias entre este e Iglesias.
Errejón es el hombre de Podemos, si Podemos quiere tener futuro y no convertirse en lo que parece ir de camino: en un conglomerado acaudillado por Iglesias pero banderizo y caníbal. Leer a José Luis Pardo, primero, y a José Luis Villacañas, ahora, ofrece una prospectiva muy valiosa para columbrar hacia dónde va, y cómo, el Podemos de Pablo Iglesias. Que Sánchez se guarde de sus persuasiones.
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS Vía EL CONFIDENCIAL
“Sus errores proceden —Villacañas se refiere a Iglesias— de su formación comunista, arcaica y ajena por completo a los hábitos democráticos internalizados, esa tradición que con extraño orgullo reivindican bastantes fanatizados. Pero también de su tradición caudillista, aprendida de la cercanía de los líderes latinoamericanos y sus partidos, para los que señalar los errores del líder es una traición”. El filósofo que tal afirma —y en la apreciación anterior coincide con otro, José Luis Pardo, que ha aportado con 'Estudios del malestar' (Editorial Anagrama, 2016) una mirada imprescindible al populismo de Iglesias— denomina de “siniestra” la rueda de prensa que reventó la posibilidad de un Gobierno de Pedro Sánchez y le atribuye, para resarcirse, el pésimo acuerdo con Izquierda Unida que le restó en las elecciones de 2016 un millón de votos. De ahí, nuestro autor nos lleva a otra afirmación también inquietante: “El mayor problema político que tiene España es su construcción como Estado federal, y eso no se podrá hacer con un caudillo que hoy se expone al jacobinismo de IU y mañana a la grotesca demanda de la autodeterminación de Andalucía”.
Errejón es el hombre de Podemos, si Podemos quiere tener futuro
Más aún: "Resulta difícil escapar a la impresión de que el secretario general de Podemos produjo un grave deterioro en la vida interna de su partido. Su poder discrecional había cambiado la máquina que lo aupó y lo hizo en medio de procesos electorales; una cierta inseguridad y debilidad lo llevó a buscar continuas aclamaciones plebiscitarias que confirmaran el camino de su política; su intervencionismo lo llevó una y otra vez a ser un secretario general parcial en los procesos electorales que debían ser autónomos; finalmente su sentido del poder le llevó a destruir la secretarías fuertes. Y eso por no hablar del resentimiento que sembró cizaña por doquier”. De todo lo cual, Villacañas deduce que “Podemos presionará desde fuera del sistema, pero no producirá esa impronta articulada y transformadora a la que aspira la gran política.” Conclusión: “Vistalegre II fue solo un paso atrás porque ha triunfado lo fácil, lo convencional, lo visceral".
En ensayo de Villacañas es significativo por lúcido. Y explica por qué —como escribía aquí el pasado domingo Esteban Hernández— la derrota de Podemos es inevitable (de no haber cambios), por qué, sin embargo, desestabiliza la política coherente —mínimamente coherente— de Pedro Sánchez y por qué la única alternativa para Podemos y su reconversión en una organización eficiente para la izquierda y para España consiste en el liderazgo de Íñigo Errejón, que es y representa todo lo contrario de lo que significa Pablo Iglesias, bien descrito por el autor de 'El lento aprendizaje de Podemos'.
El liderazgo de Iglesias no solo está marginando a Podemos de la vida pública española, sino creando en el partido una serie concatenada de crisis: con los errejonistas, muchos de los cuales se han marchado, con Alberto Garzón y su menguada IU, con sus confluencias y hasta con sus propias bases. Para Sánchez, un hombre obsesionado por deslizar al PSOE hacia la izquierda, Iglesias es un político letal porque irá exigiendo al secretario general socialista diezmos y peonadas cada vez más gravosos, como estamos comprobando en su zigzagueante discurso catalán y en la infantil necesidad de explicitar su progresismo con incoherencias equidistantes. La operación de incorporación de Podemos al Gobierno autonómico de Castilla-La Mancha no es, como podría parecer, un síntoma de esa “competencia virtuosa” a la que se refiere Errejón, sino el primer tramo de un asalto al poder autonómico que Iglesias está preparando con Sánchez para después de las elecciones de 2019. Y que será destructivo para el PSOE porque Iglesias lo planea desde la depredación, no desde la colaboración.
Los errores de Errejón (y la constatación de que Podemos ha sido derrotado)
Difiero de la conclusión de mi estimado Esteban Hernández cuando da por fracasado a Errejón. Es demasiado joven y está demasiado bien preparado para darle por amortizado. Tiene en la cabeza una izquierda diferente a la de Iglesias, más democrática, inclusiva y transversal, con capacidad para convencer a más electores que el actual secretario general del Podemos. Ha demostrado, además, saber aguantar la tarascada del resentimiento de Iglesias con una entereza que le ofrece unas hechuras políticas poco frecuentes. Es ilustrativo leer la entrevista de Errejón en 'El País' del pasado 16 de julio (“Va siendo hora de reivindicar una idea fuerte de España”) para calibrar las diferencias entre este e Iglesias.
Errejón es el hombre de Podemos, si Podemos quiere tener futuro y no convertirse en lo que parece ir de camino: en un conglomerado acaudillado por Iglesias pero banderizo y caníbal. Leer a José Luis Pardo, primero, y a José Luis Villacañas, ahora, ofrece una prospectiva muy valiosa para columbrar hacia dónde va, y cómo, el Podemos de Pablo Iglesias. Que Sánchez se guarde de sus persuasiones.
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS Vía EL CONFIDENCIAL
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