No, no soy un machista del
heteropatriarcado de nosequé, pero la LVG ni funciona ni funcionará
jamás porque… (Dale al click porque el argumento es largo).
Hoy nos metemos en un berenjenal de tres pares de narices pero, por formación (tanto como detective privado como por psicólogo no ejerciente), uno no puede permanecer callado cuando lee el asombro que conlleva la falta de resultados reales de la LVG. Durante mi experiencia como detective privado, investigando divorcios y temas de custodia de menores he visto de primera mano las consecuencias no deseadas de una ley cargada de buenas intenciones y malos resultados.
Recordemos siempre que el problema no es tanto la ley sino la filosofía que la impulsa
y que las leyes no vienen ni de la naturaleza ni de la “inspiración
divina” sino de la voluntad, en ocasiones aprovechada, de nuestros
políticos.
Voy a intentar explicaros mis argumentos sin entrar en temas jurídicos, a ver que tal sale:
Explicando por qué no funciona la LVG
Si va mezclado con huevo es tortilla.
Tortilla de patatas, tortilla de espinacas, tortilla de jamón y queso o tortilla de sandía y tortilla de melón. Si lleva huevo le llamaremos tortilla, lleve lo que lleve en su interior.
Pues con la violencia de “género” pasará lo mismo, si el presunto acto lo realiza un hombre será violencia de género y, automáticamente, clasificada de “machista”. Se ve que el término “machista” significa ahora “realizado por un macho”.
En la tortilla de la violencia de género mezclamos un montón de ingredientes distintos: machismo, malos tratos,
homicidios, pérdidas de control de los impulsos, alcoholismo, episodios
de depresión mayor, esquizofrenias, episodios maníacos, ideas
religiosas, enajenación mental transitoria, arrebatos, etc..
Pues la política detrás de la Ley de Violencia de Género pretende tratar orígenes tan diversos como si fuera uno solo, simplificando el origen de la agresión (por citar un ejemplo) en el sexo (que no género) del agresor.
Dejando atrás el ejemplo de la tortilla, tenemos la suerte que nuestros políticos solo se meten en clasificaciones legales, imaginemos, por ejemplo, que el mismo encargado de redactar la LVG se hubiera encargado del Vademecum.
Pues probablemente tendríamos la “medicina de género” donde el diagnóstico y el tratamiento se verían igualmente simplificados al mirar únicamente la entrepierna del paciente. Si es hombre le daremos “Machoarreglina”, sea cual sea la causa de su mal.
La “Machoarreglina” (patent pending) lo curará todo porque es un hombre y legalmente se ha dictaminado así. Por ley y punto. Tal vez luego veremos las estadísticas de curación y nos asombraremos: “Tiene que dar resultado, es así”. Entonces prescribiremos doble ración de “Machoarreglina”, volveremos a comprobar los resultados y no saldremos de nuestro asombro: Todo sigue igual.
La “Machoarreglina” y sus resultados abrirán los noticieros: “La Machoarreglina no varía sus resultados”. Al empezar a oírse voces discordantes, los “machoarregliniministas” cargarán con dureza contra sus detractores: “Machoarreglinifobos, no queréis arreglar el problema, vivís anclados en el pasado”.
Dejemos la citada medicación y hablemos en plata.
¿Sabéis qué pasa cuando algo no da resultados reales y se quieren forzar “grandes avances”? Pues que se evalúa otra cosa y se intenta convencer a la gente de que “si eso mejora es que da buenos resultados”. Un buen ejemplo de “trampa estadística” sería el “número de denuncias”. Un buen día alguien decidió, sin prueba empírica ninguna al respecto, que la variación del número de denuncias era algo positivo. Y así estamos.
Es más, como el resultado real no llega…
Clasificar cualquier violencia (concepto que cada día engloba más cosas) producida por un varón como “de género” y sacar estadísticas oficiales en base a esa clasificación impide realizar estudios serios y objetivos sobre el impacto de diversos factores, uno por uno, en el acto realizado.
Las estadísticas publicadas solo muestran factores que nada tienen que ver con el caso en concreto o con la condición humana, hablan de denuncias previas o de episodios de malos tratos anteriores sin ahondar en nada e impidiendo que nadie lo haga.
La Ley de Violencia de Género está empezando a parecer un dogma religioso, o crees o no crees, o eres un seguidor o un detractor, y si eres del “otro bando” (como nos gusta a los españoles crear bandos) entonces no mereces ninguna consideración. El libre pensamiento, el diálogo entre ideas contrarias, la moderación racional, la duda metódica o el simple respeto no van con nuestra naturaleza.
Y yo lo siento, ni creo ni dejo de creer, y menos en leyes humanas, como científico social observo, disecciono la información, reúno datos, formulo hipótesis y verifico resultados. Aunque sea en el bar, tomando un café con mi cuñado (¿cuñadismo científico?).
Lo que nos hemos perdido estos años
Desde la creación de la ley, y le llamo creación porque proviene de la nada, nos hemos perdido poder averiguar el impacto que diversos factores tienen, han tenido y tendrán en las agresiones familiares. Enumero aquí, y sin mucha reflexión previa, algunos de los que se me ocurren:
– Déficit en el control de los impulsos.
– Alcoholismo y drogas.
– Estatus socioeconómico.
– Creencias religiosas.
– Machismo (que sí puede ser una de las causas de algunos de esos episodios)
– Conducta del agredido (factor políticamente incorrecto pero real)
– Antecedentes previos de agresión (el único estudiado y que por sí solo se ha visto inútil para preveer futuras agresiones)
– Existencia de menores en la pareja.
– Condiciones previstas y/o reales de divorcio.
Y como estos muchos más.
Estudiarlos nos podría ayudar a “diagnosticar individualmente” y aportar soluciones reales para casos reales de personas reales.
Por ejemplo (totalmente sin base científica) se podría estipular que para que una mujer casada con un varón alcohólico con déficit en el control de sus impulsos y antecendentes previos el alejamiento de la pareja y la obligación de esta a someterse a tratamiento reducirá en un X% las probabilidades de que sufra una agresión.
O que la mejor manera de que un varón sin antecedentes previos ni problemas de alcohol y drogas, pero con capacidad económica limitada y 3 hijos menores no asesine a su familia y se suicide después al recibir una demanda de divorcio sea una ayuda económica del estado y una custodia compartida.
Igual funciona mejor eso que seguir amenazándole con una ley. O no. Pero nunca lo sabremos porque nos impiden investigarlo.
“Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes” Autor desconocido y atribuida dudosamente a Albert Einstein.
No me gusta recurrir a frases de otros, sobre todo si no se en el contexto en que se han pronunciado ni quien las dijo por primera vez pero ésta define plenamente la idea de este post, aunque tal vez cambiaría el término “locura” por “idiotez”o ceguera política. Populismo en temas realmente graves dirían otros. En temas con los que no se debería jugar.
Conocida la lucidez previa de nuestros gobernantes y la de los partidos de la oposición y visto lo que lucen en los medios las medallitas de “yo soy el que más lucha contra la violencia machista” mi previsión, y táchenme si quieren de radical, es:
Si siguen con las mismas medidas tendrán los mismos resultados.
Llámenme loco.
Medicina de género
Dejando atrás el ejemplo de la tortilla, tenemos la suerte que nuestros políticos solo se meten en clasificaciones legales, imaginemos, por ejemplo, que el mismo encargado de redactar la LVG se hubiera encargado del Vademecum.
Pues probablemente tendríamos la “medicina de género” donde el diagnóstico y el tratamiento se verían igualmente simplificados al mirar únicamente la entrepierna del paciente. Si es hombre le daremos “Machoarreglina”, sea cual sea la causa de su mal.
La “Machoarreglina” (patent pending) lo curará todo porque es un hombre y legalmente se ha dictaminado así. Por ley y punto. Tal vez luego veremos las estadísticas de curación y nos asombraremos: “Tiene que dar resultado, es así”. Entonces prescribiremos doble ración de “Machoarreglina”, volveremos a comprobar los resultados y no saldremos de nuestro asombro: Todo sigue igual.
La “Machoarreglina” y sus resultados abrirán los noticieros: “La Machoarreglina no varía sus resultados”. Al empezar a oírse voces discordantes, los “machoarregliniministas” cargarán con dureza contra sus detractores: “Machoarreglinifobos, no queréis arreglar el problema, vivís anclados en el pasado”.
Dejemos la citada medicación y hablemos en plata.
¿Sabéis qué pasa cuando algo no da resultados reales y se quieren forzar “grandes avances”? Pues que se evalúa otra cosa y se intenta convencer a la gente de que “si eso mejora es que da buenos resultados”. Un buen ejemplo de “trampa estadística” sería el “número de denuncias”. Un buen día alguien decidió, sin prueba empírica ninguna al respecto, que la variación del número de denuncias era algo positivo. Y así estamos.
Es más, como el resultado real no llega…
La LVG impide la investigación imparcial
Clasificar cualquier violencia (concepto que cada día engloba más cosas) producida por un varón como “de género” y sacar estadísticas oficiales en base a esa clasificación impide realizar estudios serios y objetivos sobre el impacto de diversos factores, uno por uno, en el acto realizado.
Las estadísticas publicadas solo muestran factores que nada tienen que ver con el caso en concreto o con la condición humana, hablan de denuncias previas o de episodios de malos tratos anteriores sin ahondar en nada e impidiendo que nadie lo haga.
La Ley de Violencia de Género está empezando a parecer un dogma religioso, o crees o no crees, o eres un seguidor o un detractor, y si eres del “otro bando” (como nos gusta a los españoles crear bandos) entonces no mereces ninguna consideración. El libre pensamiento, el diálogo entre ideas contrarias, la moderación racional, la duda metódica o el simple respeto no van con nuestra naturaleza.
Y yo lo siento, ni creo ni dejo de creer, y menos en leyes humanas, como científico social observo, disecciono la información, reúno datos, formulo hipótesis y verifico resultados. Aunque sea en el bar, tomando un café con mi cuñado (¿cuñadismo científico?).
Lo que nos hemos perdido estos años
Desde la creación de la ley, y le llamo creación porque proviene de la nada, nos hemos perdido poder averiguar el impacto que diversos factores tienen, han tenido y tendrán en las agresiones familiares. Enumero aquí, y sin mucha reflexión previa, algunos de los que se me ocurren:
– Déficit en el control de los impulsos.
– Alcoholismo y drogas.
– Estatus socioeconómico.
– Creencias religiosas.
– Machismo (que sí puede ser una de las causas de algunos de esos episodios)
– Conducta del agredido (factor políticamente incorrecto pero real)
– Antecedentes previos de agresión (el único estudiado y que por sí solo se ha visto inútil para preveer futuras agresiones)
– Existencia de menores en la pareja.
– Condiciones previstas y/o reales de divorcio.
Y como estos muchos más.
Estudiarlos nos podría ayudar a “diagnosticar individualmente” y aportar soluciones reales para casos reales de personas reales.
Por ejemplo (totalmente sin base científica) se podría estipular que para que una mujer casada con un varón alcohólico con déficit en el control de sus impulsos y antecendentes previos el alejamiento de la pareja y la obligación de esta a someterse a tratamiento reducirá en un X% las probabilidades de que sufra una agresión.
O que la mejor manera de que un varón sin antecedentes previos ni problemas de alcohol y drogas, pero con capacidad económica limitada y 3 hijos menores no asesine a su familia y se suicide después al recibir una demanda de divorcio sea una ayuda económica del estado y una custodia compartida.
Igual funciona mejor eso que seguir amenazándole con una ley. O no. Pero nunca lo sabremos porque nos impiden investigarlo.
Perspectivas futuras de la Ley de Violencia de Género
“Locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes” Autor desconocido y atribuida dudosamente a Albert Einstein.
No me gusta recurrir a frases de otros, sobre todo si no se en el contexto en que se han pronunciado ni quien las dijo por primera vez pero ésta define plenamente la idea de este post, aunque tal vez cambiaría el término “locura” por “idiotez”o ceguera política. Populismo en temas realmente graves dirían otros. En temas con los que no se debería jugar.
Conocida la lucidez previa de nuestros gobernantes y la de los partidos de la oposición y visto lo que lucen en los medios las medallitas de “yo soy el que más lucha contra la violencia machista” mi previsión, y táchenme si quieren de radical, es:
Si siguen con las mismas medidas tendrán los mismos resultados.
Llámenme loco.
FERNANDO MAIRATA
CEO at Omnia Veritas
Publicado en el blog Omnia Veritas Detectives el 16 de enero de 2017.
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