¿Qué sucederá el 1 de octubre?
EFE
Las hojas del calendario van cayendo y el
Gobierno separatista de Cataluña sigue adelante con los preparativos del
referéndum inconstitucional, ilegal e irracional que tiene anunciado
para el primero de Octubre. Ni las inhabilitaciones ni las sentencias
judiciales ni las resoluciones del Tribunal Constitucional ni los
procedimientos sancionadores abiertos por el Tribunal de Cuentas ni las
investigaciones policiales en curso parecen hacer mella en su hasta
ahora inquebrantable voluntad de acabar con España como Nación. Como una
bola de nieve rodando ladera abajo, el volumen y la velocidad del golpe
van creciendo imparables. Las causas remotas y recientes por las que se
ha llegado a semejante situación han sido sobradamente analizadas y no
se trata de insistir en ellas, sobre todo porque ya es tarde para
cambiar un largo curso de errores estratégicos, ausencia de visión
histórica, falta de patriotismo, debilidades conceptuales y oportunismos
pusilánimes de los dos grandes partidos nacionales a lo largo de las
últimas cuatro décadas.
Lo interesante es intenta adivinar cuál será el desenlace de esta tragicomedia, qué es lo que puede ocurrir el día de autos
A menos de nueve semanas de la fecha fatídica
que marcará un antes y un después en nuestra vida colectiva, lo
interesante es intenta adivinar cuál será el desenlace de esta
tragicomedia, qué es lo que puede ocurrir el día de autos y qué
probabilidad cabe atribuir a cada uno de los potenciales resultados de
la temeraria operación emprendida, en contra del orden legal vigente y
de la más elemental prudencia, por Puigdemont, Junqueras y sus acólitos.
De hecho, a la hora de la predicción estamos obligados a movernos en el
terreno de las hipótesis, dado que hemos alcanzado un punto en que es
imposible saber con certeza qué ocurrirá ni qué hará cada una de las
partes implicadas a medida que se vayan dando los sucesivos pasos del
proceso desde hoy hasta la prevista jornada de la consulta. No lo
sabemos ni los que asistimos como observadores activos o pasivos al
espectáculo, ni tampoco lo saben los que evolucionan sobre el escenario.
Si se tratase de una obra teatral, sería singular, ya que su final es
un misterio tanto para el público como para los actores que la
representan. El único que debería estar en el ajo es el autor, pero nos
encontramos ante una pieza que en realidad es anónima al haber sido
escrita por numerosas plumas inconexas a lo largo de mucho tiempo, sin
un hilo que preste consistencia al relato ni un argumento estructurado. A
lo que más se parece este embrollo es a un fenómeno aleatorio regido
por la teoría del caos.
Ningún Gobierno digno de tal nombre puede permitir una vulneración flagrante de la legalidad a cargo de representantes institucionales bajo su control
En principio, ningún Gobierno digno de tal
nombre puede permitir una vulneración flagrante de la legalidad a cargo
de representantes institucionales bajo su control, y no digamos si
además dicha transgresión tiene como objetivo la liquidación de la
Nación que debe proteger y preservar, pero el Ejecutivo presidido por
Mariano Rajoy ha dado ya muestras tan asombrosas de pasividad ante las
tropelías de Junts pel Sí, que es normal que haya quien abrigue dudas al
respecto. Supongamos, sin embargo, que saca fuerzas de flaqueza y
aplica alguno de los instrumentos normativos de los que dispone,
declaración de estado de excepción o de sitio, ley de seguridad
ciudadana, interrupción temporal de transferencias de fondos a la
Generalitat rebelde hasta que desista de sus propósitos secesionistas, u
otro que descubran los doctos juristas sorayescos - el famoso artículo
155 está invalidado por la inacción de Rajoy, que ha agotado el plazo
para utilizarlo -. Ante coacción tan contundente, los separatistas
pueden bajar velas, renunciar al referéndum y convocar elecciones
autonómicas dándoles un carácter referendario o, indiferentes al castigo, mantener el pulso forzando al
Gobierno a emplear las fuerzas de seguridad del Estado. El asunto podría
quedar ahí o adquirir mayor gravedad si los sediciosos se resisten,
toman las calles, y se inicia una escalada de violencia que comporte una
intervención de la necesaria efectividad de la policía y la Guardia
Civil, con heridos en un número considerable o algo peor. Si este
escenario de confrontación física se desborda, podría en el límite
requerir el recurso al ejército.
Otro posible cuadro consistiría en una cascada de dimisiones de altos cargos autonómicos contrarios a incumplir la ley por temor a las consecuencias sobre sus carreras y sus patrimonios
Otro posible cuadro consistiría en una cascada
de dimisiones de altos cargos autonómicos contrarios a incumplir la ley
por temor a las consecuencias sobre sus carreras y sus patrimonios,
acompañada de la negativa de bastantes funcionarios de a pie, entre
ellos los Mossos d' Escuadra, de obedecer a sus superiores si les dan
órdenes incompatibles con la legalidad, lo que llevaría a la
imposibilidad de celebrar la consulta. Un fracaso de este tipo es el que
desea fervientemente el equipo monclovita y sería desde luego el menos
traumático.
Una tercera opción es que el
Gobierno central siga instalado en la parálisis más allá de inanes
actuaciones ante los tribunales, y el referéndum tenga lugar.
Obviamente, lo que seguiría dependería de su resultado, pero su mera
celebración implicaría que España como sujeto reconocible de soberanía
habría dejado de existir.
ALEJO VIDAL-QUADRAS Vía VOZ PÓPULI
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