La tradicional peregrinación a la tumba del apóstol convoca cada vez a más argentinos. A pie, en bicicleta o a caballo por alguna de las al menos 14 rutas, es una experiencia de esfuerzo, desprendimiento y acogida que les cambia la vida a muchos.
Los motivos, los países de procedencia,
los idiomas que se escuchan y las edades -incluso las sendas- son de lo
más diversas, pero el destino los une a todos en un camino. Santiago de
Compostela convoca a más de 200 mil peregrinos por año y es uno de los
grandes centros mundiales de peregrinación cristiana. Y, si bien
actualmente existen al menos 14 rutas señalizadas para realizarla, los
primeros peregrinos partían desde las puertas de sus casas. Esos
valientes se arrojaban al camino arriesgando su vida para venerar
-varios meses después- las reliquias del apóstol Santiago el Mayor, cuya
tumba fue descubierta en el siglo IX. Dos siglos después se convertiría
en una de las mecas de peregrinaje, se levantaría una catedral y toda
una ciudad.
Varios Papas
impulsaron la veneración de este santo que murió martirizado en
Jerusalén, pero yace en España porque -según relata la tradición- fue
trasladado por mar hasta tierras gallegas. El Papa León XIII se encargó
en 1884 de divulgar que las reliquias de Santiago eran auténticas. Para
ese entonces, el Papa Calixto II ya había concedido indulgencia plenaria
a todos los que visitaran el sepulcro del apóstol cada año en el que su
festividad (25 de julio) cayera domingo. Al coincidir, se lo pasa a
llamar Año Santo; el último fue en 2010 y el próximo será en 2021.
La “Compostella”
Cumplir
con la peregrinación permite obtener la “Compostella”, que no es un
souvenir de viaje, sino el documento que acredita haber hecho la
peregrinación. La Oficina de Acogida al Peregrino promete dársela al
final del recorrido a todo aquel que haya caminado o montado a caballo
los últimos 100 kilómetros, o pedaleado 200. Y a todo el que declare,
además, haber emprendido el camino por motivos religiosos o, al menos,
en actitud de búsqueda.
La forma de demostrar los kilómetros
recorridos para obtener la Compostella no es con las ampollas sino con
la Credencial del Peregrino. Esta especie de “DNI del camino”, además de
los datos personales y de una bendición, tiene 15 carillas en blanco
para sellar al menos dos veces al día. Y no hay que preocuparse porque
casi todo comercio, albergue o parroquia que asoma a la ruta cuenta con
el anhelado sello.
El
interesado en peregrinar deberá calcular alrededor de unos 40 euros de
gastos diarios, además del pasaje. El ‘menú del peregrino’ ofrece
entrada, plato principal, bebida y postre por unos 8 o 13 euros. Para
dormir hay dos opciones: albergues municipales -son gratuitos y
sobreviven por las colaboraciones voluntarias que rondan los 5 euros- y
hoteles -cuestan alrededor de 10. Si se decide hacer en bici, pero sin
llevar la propia, habrá que sumar al menos unos 15 euros diarios de
alquiler.
Es fácil darse cuenta si se está en camino a Santiago. Flechas
amarillas y conchas de vieira adornan árboles, paredes y pisos. Es que
en la Edad Media la Compostella no era un diploma en papel sino una
concha de vieira que se conseguía únicamente en Santiago. Con el tiempo, los más “vivos” vieron el negocio y empezaron a comercializarlas. Y los más vagos, que
no peregrinaban, se las compraban. Cuando dejó de servir como evidencia
del camino, quedó en la historia como su marca.
Para
ponerse en marcha no hay recetas. Se lo puede hacer solo o acompañado,
aunque el que va solo tiene garantizados encuentros con personas de todo
el mapa mundi. Todo el que hace el camino francés -el más elegido y
preparado- pasa por la provincia de León y divisa de lejos un mástil de
madera de 5 metros con una pequeña cruz de hierro en lo alto y miles de
piedras arrojadas a sus pies. La tradición consiste en que cada
peregrino traiga desde su casa una piedra y la deje como símbolo de todo
lo que uno se desprende en el camino.
Cualquiera
que sea la ruta, conviene ir con lo mínimo, recomiendan quienes más se
cansaron. Aunque ahora hay todo tipo de facilidades que hacen a la
higiene y buen estado del caminante, muchos de los primeros peregrinos
llegaban enfermos o lastimados. Por eso, en el siglo XVI, los Reyes
Católicos construyeron un hospital. Al llegar, los caminantes
presentaban la concha de vieira y eran hospedados gratuitamente durante
tres días. Las necesidades sanitarias de los peregrinos convirtieron al
hospital en el más importante de Galicia. Pero hoy en el edificio
funciona un hotel. Lo que sí persiste es la devoción y el hecho de que a
muchos el camino les cambia la vida.
FORUMLIBERTAS.COM Vía FORUM LIBERTAS
No hay comentarios:
Publicar un comentario