¿La posición de Torrent no había quedado clara ya? Solo a medias. La de su partido (ERC), sí. Incluso la del PDeCAT. Ambos apuestan por un gobierno "efectivo"
Manifestación por la liberación de los presos independentistas en octubre. (EFE)
Que empiece ya, que el público se va. La función institucional se retrasa
y el desencanto crece en las filas de un independentismo descabezado.
Entre bambalinas solo se mueven los segundones. Después de los últimos
palos de ciego, con atropellados anuncios y desmentidos sin solución de
continuidad, el informe de los letrados no garantiza el fin de la confusión.
Al revés, la alimenta. Porque estira el calendario al determinar que aún no ha empezado a correr el plazo para una eventual repetición de las elecciones. Y porque deja la llave del desbloqueo a los pies de un presidente del Parlament, Roger Torrent (ERC), que no acaba de romper con un personaje tóxico en el deseable retorno de Cataluña a la normalidad.
Mientras Torrent no declare públicamente la imposibilidad de que el expresidente de la Generalitat sea investido de nuevo para el cargo, y empiece a actuar en consecuencia, seguirá la pesadilla. Ayer mismo el grupo parlamentario que Puigdemont controla desde Bruselas (JxC), presentaba una proposición de ley para modificar la ley de la Presidencia, a fin de hacer viable una investidura con mando a distancia.
¿Pero eso no estaba ya ventilado? El Tribunal Constitucional lo dejó claro: un fugado de la justicia solo puede ser investido presencialmente y con previa autorización judicial. Es decir, sin entrega o detención previa, nada que hacer. Y si hay entrega y detención previa, necesitaría autorización judicial para recabar la confianza de los diputados. Punto.
¿Y la posición de Torrent no había quedado clara ya? Solo a medias. La de su partido (ERC), sí. Incluso la del PDeCAT. Ambos apuestan por un gobierno "efectivo" y "viable" que vuelva cuanto antes a la política de las cosas, desactive la aplicación del 155 y, atención, no genere más consecuencias penales de las que ya ha generado el 'procés', a sabiendas de que las andanzas de Puigdemont en Bruselas no contribuyen a despejar el horizonte de quienes tienen cuentas pendientes con la justicia. Bien lo saben las dirigentes de ERC, Marta Rovira, y de PDdeCAT, Marta Pascal, citadas por el juez para el 19 de febrero.
Otra cosa es el pertinaz activismo de los 15 o 20 costaleros de Puigdemont abducidos por el "mandato" de las urnas y el poder redentor de los votos, para quienes carece de importancia el hecho de que el aspirante viva en estado de permanente reiteración delictiva. ¿Cuánto tiempo más necesitará la ERC de Junqueras y Torrent para romper con ellos en público?
¿Y qué pasa al otro lado de la barricada? Por desgracia, nada. El partido ganador de las elecciones, Ciudadanos, practica la explotación del éxito en el resto de España pero sufre un alarmante apagón en Cataluña. Me parece irresponsable su renuncia a ejercer de primera fuerza, tejiendo alianzas y complicidades con fuerzas no implicadas en el 'procés'. Por su derecho a forzar la candidatura de Arrimadas, contra la aritmética, a favor de la política. También en su deber de marcaje al separatismo.
Sin noticias de que Torrent haya sido importunado con iniciativas de control sobre sus viajes a Bruselas. Sin noticias de que el partido ganador de las elecciones haya pedido explicaciones sobre los planes de Torrent para desbloquear la situación.
¿Y en Moncloa, qué dicen? El Gobierno presume de 155. Por sus excelentes resultados prácticos y por sentar precedente como prueba de la fortaleza del estado de Derecho de cara al futuro. Y desmiente el equívoco mensaje lanzado por un diario nacional de que el Gobierno estaría dispuesto a tolerar el poder simbólico que algunos quieren adjudicar a Puigdemont, poniéndole una corona en la cabeza y una capa de armiño sobre los hombros.
Qué disparate. Moncloa manda mucho pero no tiene derecho a mangonear en una fiesta privada de carnaval. Por tanto, ni tolera ni deja de tolerar que a Puigdemont le quieran nombrar "reina madre" fuera del boletín oficial. Si carece de efectos administrativos, si no se costea con dinero público, si no interfiere en el funcionamiento de las instituciones, hasta pueden darle el título de "mesías prometido". ¿Y qué?.
ANTONIO CASADO Vía EL CONFIDENCIAL
Al revés, la alimenta. Porque estira el calendario al determinar que aún no ha empezado a correr el plazo para una eventual repetición de las elecciones. Y porque deja la llave del desbloqueo a los pies de un presidente del Parlament, Roger Torrent (ERC), que no acaba de romper con un personaje tóxico en el deseable retorno de Cataluña a la normalidad.
Mientras Torrent no declare públicamente la imposibilidad de que el expresidente de la Generalitat sea investido de nuevo para el cargo, y empiece a actuar en consecuencia, seguirá la pesadilla. Ayer mismo el grupo parlamentario que Puigdemont controla desde Bruselas (JxC), presentaba una proposición de ley para modificar la ley de la Presidencia, a fin de hacer viable una investidura con mando a distancia.
¿Pero eso no estaba ya ventilado? El Tribunal Constitucional lo dejó claro: un fugado de la justicia solo puede ser investido presencialmente y con previa autorización judicial. Es decir, sin entrega o detención previa, nada que hacer. Y si hay entrega y detención previa, necesitaría autorización judicial para recabar la confianza de los diputados. Punto.
¿Y la posición de Torrent no había quedado clara ya? Solo a medias. La de su partido (ERC), sí. Incluso la del PDeCAT. Ambos apuestan por un gobierno "efectivo" y "viable" que vuelva cuanto antes a la política de las cosas, desactive la aplicación del 155 y, atención, no genere más consecuencias penales de las que ya ha generado el 'procés', a sabiendas de que las andanzas de Puigdemont en Bruselas no contribuyen a despejar el horizonte de quienes tienen cuentas pendientes con la justicia. Bien lo saben las dirigentes de ERC, Marta Rovira, y de PDdeCAT, Marta Pascal, citadas por el juez para el 19 de febrero.
Otra cosa es el pertinaz activismo de los 15 o 20 costaleros de Puigdemont abducidos por el "mandato" de las urnas y el poder redentor de los votos, para quienes carece de importancia el hecho de que el aspirante viva en estado de permanente reiteración delictiva. ¿Cuánto tiempo más necesitará la ERC de Junqueras y Torrent para romper con ellos en público?
¿Cuánto tiempo más necesitará la ERC de Junqueras y Torrent para romper con ellos en público?
¿Y qué pasa al otro lado de la barricada? Por desgracia, nada. El partido ganador de las elecciones, Ciudadanos, practica la explotación del éxito en el resto de España pero sufre un alarmante apagón en Cataluña. Me parece irresponsable su renuncia a ejercer de primera fuerza, tejiendo alianzas y complicidades con fuerzas no implicadas en el 'procés'. Por su derecho a forzar la candidatura de Arrimadas, contra la aritmética, a favor de la política. También en su deber de marcaje al separatismo.
Sin noticias de que Torrent haya sido importunado con iniciativas de control sobre sus viajes a Bruselas. Sin noticias de que el partido ganador de las elecciones haya pedido explicaciones sobre los planes de Torrent para desbloquear la situación.
Sin
noticias de que el partido ganador de las elecciones haya pedido
explicaciones sobre los planes de Torrent para desbloquear la situación
¿Y en Moncloa, qué dicen? El Gobierno presume de 155. Por sus excelentes resultados prácticos y por sentar precedente como prueba de la fortaleza del estado de Derecho de cara al futuro. Y desmiente el equívoco mensaje lanzado por un diario nacional de que el Gobierno estaría dispuesto a tolerar el poder simbólico que algunos quieren adjudicar a Puigdemont, poniéndole una corona en la cabeza y una capa de armiño sobre los hombros.
Qué disparate. Moncloa manda mucho pero no tiene derecho a mangonear en una fiesta privada de carnaval. Por tanto, ni tolera ni deja de tolerar que a Puigdemont le quieran nombrar "reina madre" fuera del boletín oficial. Si carece de efectos administrativos, si no se costea con dinero público, si no interfiere en el funcionamiento de las instituciones, hasta pueden darle el título de "mesías prometido". ¿Y qué?.
ANTONIO CASADO Vía EL CONFIDENCIAL
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