Artículos para reflexionar y debatir sobre temas y cuestiones políticas, económicas, históricas y de actualidad.
Translate
sábado, 24 de febrero de 2018
Cobardes, mentirosos y la "disonancia cognitiva" de los independentistas
Ni la cobardía ni la mentira parecen
haber hecho mella en el electorado independentista. En Cataluña el
secesionismo sufre una "disonancia cognitiva"
Josep Lluís Trapero, a su salida de la Audiencia Nacional. (Reuters)
¿Justifican las "estrategias de defensa" la cobardía o la mentira? Casos de cobardía son las retractaciones de dirigentes del proceso soberanista que ante el magistrado Pablo Llarena
se han comprometido a dejar la vida política, abandonar el
unilateralismo y no volver a incumplir nunca más la ley, pese a que en
su trayectoria se han mostrado como los más arrojados independentistas.
Son personas que se han venido abajo, que cuando urdieron el plan
separatista, o eran unas culpables ignorantes de la trascendencia de sus actos,
o, directamente, frívolas y banales. Luego están los mentirosos,
aquellos que niegan la realidad de lo que ocurrió al estilo de lo que ha
confesado Artur Mas: la declaración unilateral de independencia del 27
de octubre pudo ser "un engaño". O Trapero, que ayer endosó toda la responsabilidad a Puigdemont, mientras los demás insisten en el carácter "simbólico", "testimonial" o meramente "declarativo" tanto de las leyes de desconexión como de la famosa DUI.
Unos
y otros –cobardes y mentirosos— se amparan en la "estrategia de
defensa" como gran coartada. La cuestión es que al Tribunal Supremo
nadie le va a convencer de que los presuntos delitos que cometieron los 28 imputados por el proceso soberanista
consistieron en una mera mascarada, en una 'performance' festiva,
pacífica y poco menos que inocua, mientras el expresidente sigue huido
en Bélgica haciendo cuanto daño puede al Estado español y Anna Gabriel se refugia
– su 'look' batasuno tuneado, perpetrando así un forma sutil de
impostura— en la amable Suiza. La fuga de la Justicia es también una
"estrategia de defensa".
Anna Gabriel en Suiza. (EFE)
El proceso soberanista ha sido una colosal mentira culminada con una enorme cobardía. Les sugiero la lectura de 'Empantanados' (Editorial Península) de Joan Coscubiela, el izquierdista rectilíneo —procede del PSUC y del sindicalismo de Comisiones Obreras—
que en el Parlamento catalán puso en pie y enardecida a la oposición
del PP y de Ciudadanos —también de algunos diputados del PSC— cuando la
mayoría trituró los derechos de la minoría en el pleno que se celebró los días 6 y 7 de septiembre
con ocasión de la aprobación de las leyes de referéndum y de
transitoriedad y fundacional de la república. Su discurso de denuncia
fue antológico.
Transcribo algunos pasajes de este libro que enlazan con la convicción de que el proceso soberanista ha sido cocinado por cobardes y mentirosos,
con alguna excepción que confirma la regla. De ahí que Coscubiela
sostenga que "cuando hablo de 'procesismo', lo hago para identificar una
estrategia que yo considero de manipulación partidista de la independencia y del independentismo. En la que la ilusión se confunde con la ficción y la astucia, con el engaño".
El proceso soberanista ha sido una colosal mentira culminado con una enorme cobardía
Coscubiela es muy duro con el empleo de la astucia como recurso mentiroso, del que culpa también a los medios de comunicación catalanes
(a los que denomina "División Mediática Ítaca") y sentencia que "quien a
astucia mata, a astucia muere". Y reconoce paladinamente que "el papel
de los equidistantes silenciados ha sido muy importante durante todo el
proceso. Lo ha sido sobre todo su silencio. Peligroso. Porque no era
voluntario sino autoimpuesto".
Pudiera ser que el espectáculo de
cobardía y mentira haya hecho mella en el electorado independentista.
Ayer el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat constataba que el separatismo perdía diez puntos desde octubre y más de siete desde el 21-D. Pero más de un 40% de catalanes persiste en la creencia de la impostura.
Desconcierta que así sea, pero Coscubiela ofrece una explicación: en
Cataluña ese amplio sector social sufre una "disonancia cognitiva", es
decir, sigue viviendo en una realidad alternativa en pelea con la que no
lo es. Al autor le "cuesta creer en ese grado de disonancia cognitiva
en el que se puede vivir para no darse cuenta de que las cosas no iban
por el camino que esas personas imaginaban". Y sigue: "Nadie era capaz
de decirles a esas personas que la independencia unilateral 'low cost'
no era posible. Nadie fue capaz de decirles todo aquello que los
miembros del Govern y los dirigentes del 'procés' se explicaban entre sí
discretamente: que la DUI había sido una gran ficción, un gran autoengaño".
También el catedrático de Psiquiatría, Adolf Tobeña, en 'La pasión
secesionista' (EDlibros), entiende el seguimiento del independentismo
emocional en clave de psicología colectiva alterada.
Esta
crisis —aún lejos de estar concluida— ha sido resultado, en buena
medida, de la mentira y de la cobardía de sus ejecutores. Y las
comparecencias judiciales ante la Audiencia Nacional y ante el
magistrado de la causa especial del Tribunal Supremo son el escaparate de la catadura cívica y ética de los dirigentes del 'procés'. Que no merecen a los electores que les siguen, instalados aún en la "disonancia cognitiva"
de seguir creyendo en lo que ya desmienten hasta los propios autores
del estropicio. De tal manera que el problema no es tanto el separatismo
de los dirigentes cuanto la entelequia emocional de sus seguidores que
se aferran a una catastrófica ficción. Devolverles a la realidad será la
gran tarea política del Estado y de la entera sociedad española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario