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jueves, 1 de febrero de 2018

MARIANO, SORAYA: ESTO NO HA TERMINADO EN ABSOLUTO

         

“Esto se ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado, al menos a mí”. La frase que ha venido a certificar la defunción de Carles Puigdemont como mariscal tocapelotas del cuarto Estado más importante de la UE no ha sido conseguida por el CNI, esa legión de agentes secretos españoles que según el ministro del Interior Zoido, medalla de oro en la olimpiada de los torpes, sigue en Bruselas los pasos del líder independentista las 24 horas del día.

El universo indepe es hoy un volcán a punto de entrar en erupción y queda cuarto de hora para que empiecen a volar hostias como panes entre Puchimón y ERC
¿Los últimos de Filipinas de la República Independiente de Tractoria? Menos lobos. Lo que el bocas gerundense ha venido a poner de manifiesto en su desahogo emocional (“Sóc humà i hi ha moments que també jo dubto”) es algo sabido por casi todos, pero que nadie con autoridad bastante en la nazionalpolitik catalana se había atrevido a manifestar: que el universo indepe es hoy un volcán a punto de entrar en erupción, y que queda cuarto de hora para que empiecen a volar hostias como panes entre Puchimón y una ERC que no puede seguir soportando el ninguneo al que, con Junqueras entre rejas, le tiene sometido el aventurero de Flandes, y entre éste y la cúpula de la antigua Convergencia que ha visto como aquél ha sido capaz de edificar su propio y personal partido fagocitando al PDECat, sobre las ruinas del propio PDECat.

El resultado es que JxCat (el partido del carismático líder) y la CUP forman hoy una minoría dentro del bloque indepe que no está en condiciones de imponerle como presidente, pero sí de impedir cualquier iniciativa que pretenda, por ejemplo, elevar a los altares a Elsa Artadi, la Evita Perón del independentismo. ERC estaba pidiendo a gritos que el Estado le hiciera el trabajo sucio de acabar con la carrera política del cantamañanas gerundense, y el Estado, que no este Gobierno cobardón e inepto que padecemos, o una de sus instituciones más representativas, el Tribunal Constitucional, ha terminado haciéndoselo con la resolución del sábado noche. Pero, ¿realmente esto se ha terminado? Ni hablar.

Confundir los avatares personales del fabulador de Flandes con la suerte o el destino del Movimiento Nacional catalán sería un grosero error cuyas consecuencias podrían ser graves. Los llamados creadores de opinión se afanaban ayer en dilucidar cuándo y en qué condiciones empieza a correr el reloj de los plazos exigibles para, en caso de que no llegara a formarse Govern, acudir a la celebración de nuevas autonómicas, y a quien esto suscribe esa le parece una discusión inútil. Básicamente porque, no sin marear la perdiz hasta volverla loca, no sin apurar los plazos, el independentismo se unirá en el último minuto para investir un president y recuperar el gobierno de la Generalidad.

Reforzar la base social del independentismo


El separatismo no puede correr el riesgo de acudir a unas nuevas elecciones en un entorno de cansancio generalizado del electorado, pero sobre todo no puede permitirse el lujo de renunciar a ocupar la Generalidad y volver a pactar sobre un Presupuesto del que probablemente viven, directa o indirectamente, más de cien mil familias (la primera gran empresa catalana); no puede renunciar al Poder, porque al final es el Poder, más incluso que la independencia, lo que está en juego en esta aventura enloquecida en la que se han embarcado los herederos del padre padrone Pujol.

Hacerse con el poder y librarse cuanto antes del 155, algo que Mariano Rajoy estaría encantado de otorgar mañana mismo con tal de que los “malos” prometieran dejarle tranquilo para poder seguir con su secular sesteo. ¿Y para qué necesita el separatismo recuperar el Poder y liberarse del 155? Para dedicarse en cuerpo y alma a lo único que saben hacer: seguir ampliando su base social mediante la utilización partidaria de la educación y los medios de comunicación y propaganda.
El independentismo, clavado elección tras elección en torno al 47% del voto, no tiene mayoría suficiente para imponer la independencia de Cataluña
Lo confesó Artur Mas en noviembre pasado, en la única ocasión en mucho tiempo en que este irresponsable, uno de los grandes culpables del desastre, dijo la verdad: el independentismo, clavado elección tras elección en torno al 47% del voto, no tiene mayoría suficiente para imponer la independencia de Cataluña. “Yo siempre he sido partidario de mayorías reforzadas, porque de lo contrario no se tendrá la eficacia suficiente (…) “no es lo mismo tener la fuerza para declararse independiente que tener la fuerza para actuar como independiente”, entre otras cosas porque “lograr esa mayoría social es requisito para lograr apoyos internacionales”. Y el 8 de enero pasado, en la ejecutiva del PDECat, volvió a insistir: “los independentistas no tenemos una mayoría suficiente para imponer nada”, de modo que es imprescindible “un Govern estable que permita una legislatura larga, para ensanchar nuestra base social de forma que permita alcanzar objetivos más ambiciosos”. Verde y en botella.
El “Esto se ha terminado” del loco de Flandes es una simple anécdota. Aquí no ha terminado nada
Necesitan volver a gobernar para recuperar el control de las instituciones, y sobre todo de ese Presupuesto capaz de permitirles, con nuestro dinero, con vuestro irresponsable silencio, Mariano, Soraya, seguir ampliando la nómina de fieles cruzados dispuestos a hacer realidad la ínsula Barataria de los ricos golfos de la Convergencia de siempre. De modo que el “Esto se ha terminado” del loco de Flandes es una simple anécdota. Aquí no ha terminado nada, Mariano, Soraya. Puede que hayáis ganado una batalla, tal vez incluso una simple escaramuza: el independentismo cree que, contando con vuestra criminal indolencia, terminará ganando dentro de unos años la batalla definitiva de la perseverancia y el tiempo. ¿Vais a hacer algo para evitarlo? ¿Vais a tomar alguna medida para devolver el Estado a Cataluña, para recuperar Cataluña para el Estado? ¿Tenéis alguna idea sobre cómo revertir aquel Programa 2000 que Pujol implantó para, sobre el control de la Educación y los medios de comunicación, llegar un día a romper definitivamente España?
Somos todo oídos, Mariano, Soraya.


                                                                                          JESÚS CACHO   Vía VOZ PÓPULI

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