“¡Sabemos que hay millones de hombres y mujeres, e incluso niños, esclavos del trabajo! ¡En
este tiempo hay esclavos, son explotados, esclavos del trabajo y esto
va contra Dios y contra la dignidad de la persona humana!”.
Siguiendo la huella de la dura denuncia del Papa Francisco, pronunciada
durante la Audiencia general del 12 de agosto de 2015 y reiterada en
diferentes ocasiones con mensajes y llamados, llega el informe de la
Caritas italiana titulado “Para un trabajo digno. Bien común y derechos
en Asia y en el mundo”.
El documento, según explica Vatican insider, cita datos y testimonios para certificar que en el mundo de hoy “hay casi 25 millones de personas en situación de trabajo forzado, de las cuales 16,5 millones viven en Asia y el Pacífico, 3,4 millones en África, 3,2 millones en Europa y Asia central, 1,3 millones en América y 350 mil en los países árabes”.
Italia no está exenta de esta plaga, “basta pensar —subraya la Caritas— en el fenómeno de la explotación de los trabajadores temporales y del capolarato, con un costo para las cajas del Estado, en términos de evasión de impuestos, no inferior a los 600 millones de euros al año”. No hay que olvidar a los 400 mil trabajadores agrícolas (de los cuales tres cuartas partes son extranjeros) “que cotidianamente se ponen en manos del caporal de turno con tal de hacer una jornada”.
Claro, esta situación no tienen nada que ver con lo que sucede en países como Corea del Norte, en donde casi el 5% de la población vive en estado de esclavitud (exactamente el 4,3%, el porcentaje más elevado), o la India, en donde el rápido crecimiento económico va de la mano con el aumento de los fenómenos de explotación, crimen y corrupción.
En general, Asia, continente que engloba al 60% de la población mundial, es la zona en la que, a pesar de su enorme potencial, se registran los mayores problemas y las más profundas contradicciones: según el Asian Development Bank, hay por lo menos 500 millones de trabajadores desempleados o sub-empleados. Al mismo tiempo, 122 millones de niños de entre 5 y 14 años se ven obligados a trabajar para sobrevivir.
Según la Caritas italiana son 5 los principales desafíos que hay que afrontar, en Asia y en el resto del mundo, para llegar a objetivos como el pleno respeto de los derechos humanos, la tutela de la dignidad humana o perseguir el bien común: “La seguridad y las condiciones del trabajo; los salarios demasiado bajos; el trabajo infantil; los fenómenos de adquisición y expropiación de tierras; la disparidad entre hombres y mujeres”.
Según el ente “es fundamental afrontar el desafío de estándares mínimos de trabajo para todas las mujeres y para todos los hombres del planeta, luchando, en particular, contra las esclavitudes modernas, que no son fenómenos del pasado, sino realidades todavía extendidas”. También se requieren adecuadas medidas políticas públicas que impliquen una responsabilidad difundida para que las iniciativas privadas respeten a las personas, además de un marco normativo que tutele los derechos de las personas que en la actualidad son reconocidas como las más “débiles”.
El documento, según explica Vatican insider, cita datos y testimonios para certificar que en el mundo de hoy “hay casi 25 millones de personas en situación de trabajo forzado, de las cuales 16,5 millones viven en Asia y el Pacífico, 3,4 millones en África, 3,2 millones en Europa y Asia central, 1,3 millones en América y 350 mil en los países árabes”.
Italia no está exenta de esta plaga, “basta pensar —subraya la Caritas— en el fenómeno de la explotación de los trabajadores temporales y del capolarato, con un costo para las cajas del Estado, en términos de evasión de impuestos, no inferior a los 600 millones de euros al año”. No hay que olvidar a los 400 mil trabajadores agrícolas (de los cuales tres cuartas partes son extranjeros) “que cotidianamente se ponen en manos del caporal de turno con tal de hacer una jornada”.
Claro, esta situación no tienen nada que ver con lo que sucede en países como Corea del Norte, en donde casi el 5% de la población vive en estado de esclavitud (exactamente el 4,3%, el porcentaje más elevado), o la India, en donde el rápido crecimiento económico va de la mano con el aumento de los fenómenos de explotación, crimen y corrupción.
En general, Asia, continente que engloba al 60% de la población mundial, es la zona en la que, a pesar de su enorme potencial, se registran los mayores problemas y las más profundas contradicciones: según el Asian Development Bank, hay por lo menos 500 millones de trabajadores desempleados o sub-empleados. Al mismo tiempo, 122 millones de niños de entre 5 y 14 años se ven obligados a trabajar para sobrevivir.
Según la Caritas italiana son 5 los principales desafíos que hay que afrontar, en Asia y en el resto del mundo, para llegar a objetivos como el pleno respeto de los derechos humanos, la tutela de la dignidad humana o perseguir el bien común: “La seguridad y las condiciones del trabajo; los salarios demasiado bajos; el trabajo infantil; los fenómenos de adquisición y expropiación de tierras; la disparidad entre hombres y mujeres”.
Según el ente “es fundamental afrontar el desafío de estándares mínimos de trabajo para todas las mujeres y para todos los hombres del planeta, luchando, en particular, contra las esclavitudes modernas, que no son fenómenos del pasado, sino realidades todavía extendidas”. También se requieren adecuadas medidas políticas públicas que impliquen una responsabilidad difundida para que las iniciativas privadas respeten a las personas, además de un marco normativo que tutele los derechos de las personas que en la actualidad son reconocidas como las más “débiles”.
RELIGIÓN en LIBERTAD
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