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martes, 24 de octubre de 2017

LA AUTONOMÍA DE LA POLÍTICA

"También la Ley divina tiene su palabra que decir en las realidades temporales, puesto que el campo de lo político se sitúa en el interior del dominio universal de Dios."

 

Pedro Trevijano

 
En el evangelio de este domingo, hemos leído la célebre frase de Jesucristo: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22,21), invitándonos así Jesús a asumir nuestras responsabilidades, tanto con respecto a lo divino como con respecto a la sociedad en la que vivimos. Queda proclamada la autonomía del poder temporal, pero que no llega a la independencia, puesto que también la Ley divina tiene su palabra que decir en las realidades temporales, puesto que el campo de lo político se sitúa en el interior del dominio universal de Dios.
 
Pero el problema actual de nuestra sociedad es que se rechaza a Dios y su existencia, con lo que cada uno de nosotros es su Ser Supremo, ya que la Verdad objetiva no existe, según esta concepción. Pero como mi libertad tropieza con la libertad de los otros y nos consideramos demócratas, la manera de resolver los conflictos es aceptar la voluntad popular expresada en el Parlamento. Es decir, el Gobierno y el Estado son los que deciden lo que está bien o mal, lo que es verdad o mentira. Por tanto acabo cayendo en la sumisión total y totalitaria al Estado, es decir a mis dirigentes políticos, que pueden mandar también sobre mi conciencia, en virtud de la disciplina de partido, como sucede por ejemplo con los diputados y senadores, quedando así violado el derecho humano fundamental de libertad de conciencia. La primera consecuencia es que es fácil, al no haber un orden moral objetivo, caer en las mayores aberraciones.
 
Así, en nuestro Congreso de los Diputados ha iniciado su camino con amplísima mayoría una “Proposición de Ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad…” que dice cosas como esto: “Artículo 7 b). Derecho al libre desarrollo y reconocimiento de la personalidad, que incluye el derecho de cada persona a construir su propia autodefinición con respecto a su cuerpo, sexo, género y su orientación sexual y a ser tratada con respecto a la misma.” O “Artículo 59. 1 a) Se incentivará a los clubes, agrupaciones y federaciones deportivas para que en su normativa interna se respete la diversidad sexual y de expresión o de identidad de género. En los eventos y competiciones que se realicen, se considerará a las personas transexuales y transgénero de acuerdo con su identidad sentida a todos los efectos”.

En pocas palabras, aunque mis cromosomas y todas mis características sean masculinas, si me siento mujer soy mujer, y lo mismo al revés pasa con las mujeres.
 
En el parlamento de mi tierra, La Rioja, también está en tramitación una Ley sobre la Ideología de Género. En su Exposición de Motivos leemos: “En la persona imperan las características psicológicas que configuran su forma de ser, y se ha de otorgar soberanía a la voluntad humana sobre cualquier otra consideración física. La libre determinación del género de cada persona hay de ser afirmada como un derecho humano fundamental…”. Y una vez más nos encontramos con lo que me supongo va a ser el principio del fin de la ideología de género: el deporte. “Artículo 34. 1. La Comunidad Autónoma de La Rioja promoverá y velará para que la participación en la práctica deportiva y de actividad física se realice en términos de igualdad, sin discriminación por motivos de identidad y/o expresión de género. En los eventos y competiciones deportivas que se realicen en la Comunidad Autónoma de La Rioja se considerará a las personas que participen atendiendo a la identidad sexual sentida a todos los efectos”.
 
Como no me imagino que las mujeres sean imbéciles, supongo que pasará como publiqué en un artículo anterior en el campeonato argentino de hockey sobre hierba femenino: cuando los equipos anunciaron su retirada en masa si participaba un individuo de características varoniles, aunque él se sintiese mujer. O en las Olimpiadas: ahora que se acaba de retirar nuestra campeona Ruth Beitia, ¿se imaginan lo que pasaría si tres listillos que salten dos doce se presentan al salto de altura femenino? ¿Creen que las mujeres son tan idiotas como para dejarles participar?

Pero si las mujeres no son idiotas, adivinen quiénes son los auténticos idiotas. Les dejo a ustedes la contestación a ese interrogante.
 
Recién terminado este artículo acabo de leer la noticia de que en Carolina del Norte, el gobernador obliga a las empresas a permitir que los varones vayan a los baños femeninos y viceversa.
 
 
                                                       PEDRO TREVIJANO   Vía RELIGIÓN en LIBERTAD 

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