Stein se fue acercando a la fe católica pasito a paso. Pequeñas intervenciones de ángeles grandes la condujeron en 1922 a la pila bautismal
Hay libros para leer como si uno bailara
bachata: hay que atreverse a hacerlo, aunque uno no sea experto. El
miedo a bailar mal es el peor obstáculo para siquiera empezar a aprender
a medio bailar. Lo mismo sucede con algunos libros. Hay que intentarlo.
Total. No pasa nada. Incluso si uno no entiende una lectura completa,
algo comprenderá: resplandecerá un verso medieval, destellará una escena
de comedia griega, refulgirá un parágrafo de la obra filosófica de
Edith Stein.
Edith Stein (1891-1942)
nació en un lugar de Alemania que hoy queda en Polonia. Fue la séptima
hija de un matrimonio judío. Vivió las tradiciones de Israel y el
nacionalismo de Prusia. Los ritos de la sinagoga terminaron por no
decirle nada y a los quince años salió a buscar en la universidad el
sentido de la vida. Tampoco ahí lo encontró, aunque su maestro Edmund Husserl le reveló pistas que quedaron escritas en su tesis doctoral, El problema de la empatía.
Buscando
el camino, en la Primera Guerra Mundial Stein prestó servicios
voluntarios como enfermera de la Cruz Roja. A través del trato con los
enfermos aprendió a querer buscar la vía que entra en el semejante y nos
saca de la soledad de estar con uno mismo. En su seno, comenzó a
fraguar su obra filosófica, centrada en el ser comunitario del hombre.
La tinta con que escribió su filosofía fluía desde el corazón.
Edith Stein se fue acercando a la fe
católica pasito a paso. Pequeñas intervenciones de ángeles grandes la
condujeron en 1922 a la pila bautismal. Tras el bautismo no rompió con
su formación intelectual, sino que la amplió y extendió. Fracasados sus
intentos por encontrar un puesto en distintas universidades, ejerció
como profesora de liceo. Su origen judío y su oposición a la primacía
del Estado sobre la persona le impidieron seguir en esa profesión.
Muy
pronto quiso hacer votos religiosos pero todavía tenía mucho trabajo
por hacer fuera de los muros de la clausura. A pesar de que se le
impedía enseñar en las escuelas, dictaba conferencias y publicaba
escritos. Tradujo al alemán a John Henry Newman y a santo Tomás de
Aquino. Muchas de sus enseñanzas versaban sobre el lugar de la mujer en
la sociedad y la Iglesia y la formación de los jóvenes. Stein, la
primera mujer en recibir el grado de doctor en filosofía en Alemania, se
comprometió a defender la posibilidad de que las mujeres fueran alumnas
y maestras en la universidad. Sus conferencias cesaron cuando la ley de
los nazis prohibió a los judíos hablar en público.
El 14 de octubre de 1933, Stein ingresó en el Carmelo de Colonia. Tomó
el nombre de la fundadora Teresa. Cuando el nacionalsocialismo se
comenzó a convertir en un peligro para su vida, se negó partir hacia
América española. Mientras se gestaba Auschwitz, prosigue sus
investigaciones acerca de los vastos y profundos océanos de la
interioridad del hombre. En español se pueden encontrar tres libros de
Edith Stein: ¿Qué es filosofía?, Los caminos del silencio interior y La mujer. La editorial Herder publicó en 26 tomos sus obras completas en alemán.
En
1942, Edith Stein murió en un campo de concentración, con su hermana
Rosa y otras profesas de su convento. Canonizada en 1998 como santa
Teresa Benedicta de la Cruz, su fiesta se celebra el 9 de agosto.
El 11 de octubre de 1998 fue canonizada por el papa Juan Pablo II como santa Teresa Benedicta de la Cruz.
MAURICIO SANDERS Vía FORUM LIBERTAS
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