Fue la noche de la angustia y la agonía en el Bernabéu, el partido en el que el Real Madrid tocó muy de cerca un KO histórico,
una debacle sin precedentes que hubiera cambiado cualquier análisis en
la actualidad del club pero también de este deporte. La Juventus, que
murió de pie, remontó el 0-3 de la ida.
El encuentro de este miércoles se recordará en la historia de la Champions League. Son de esos duelos que trascienden a cualquier análisis y reflejan la dureza (y grandeza) de la Champions League, una competición que ha demostrado en estos cuartos que no perdona ni un solo minuto malo. Cualquier despiste o confianza se paga muy caro. Por eso es el mejor torneo del mundo del fútbol.
¿Por qué el Real Madrid llegó a sufrir tanto?
Pasados ya los momentos de incertidumbre en los que
el aficionado blanco salió de su estadio con una sensación rara
(contento por la victoria, pero aún conservando el miedo), la clave está
en cómo el Real Madrid, el equipo más experimentado de la Champions (y el que más títulos tiene) pudo llegar hasta ahí.
Principalmente, por el nerviosismo. El Real Madrid no jugó mal, tuvo varias ocasiones, pero el partido se explica en el minuto 2, momento en el que la Juventus metió el 0-1 y 'electrocutó' las cabezas de los jugadores blancos. A los de Zidane no les había dado tiempo a situarse aún y ya tenían un gol en contra que, como después se comprobó, levantaba fantasmas. Un futbolista profesional, y más de este nivel, conoce perfectamente lo que pasó el día anterior en Roma.
Ese fue el principal problema del campeón de Europa. Se empequeñeció hasta tal punto de no controlar sus propios impulsos. Los dos primeros goles, ambos de Mandzukic
(minutos 2 y 37) llegaron de la misma manera, con centros al segundo
palo donde el delantero croata, ex del Atlético de Madrid, remató de
cabeza.
El gran error del Real Madrid fue psicológico. Tuvo miedo. Se agobió
ante lo que podía ser una hecatombe histórica y no controló esos
pequeños detalles que acaban siendo decisivos. De fútbol fue bien, pero
los partidos son más que eso. Algunos jugadores acabaron desdibujados
ante lo que estaba pasando.
Cristiano Ronaldo en el momento del lanzamiento del penalti.
La defensa, Keylor, Isco y Bale
En el plano deportivo, la defensa, necesitada de un Sergio Ramos ausente por sanción, fue un flan. Douglas Costa mareó en la primera parte, Carvajal estuvo acelerado por momentos y Marcelo
hizo su peor partido desde hace dos meses. En el centro de la zaga, dos
defensas a los que les vino muy grande los acontecimientos que se
estaban viviendo. Varane intentó tirar del carro pero no pudo y Vallejo naufragó. Al central zaragozano no se le puede pedir que en un día, ante los pocos minutos que tuvo antes, sea Sergio Ramos. La juventud le pasó factura.
Otros tres jugadores que 'pincharon' y que también explican el guión del partido fueron Keylor Navas, Isco y Bale. El galés fue cambiado al descanso,
en una modificación táctica de Zidane, pero el simple hecho de que
fuera tan pronto al banquillo indica que Gareth no había aportado nada
hasta entonces. El cambio podría ser él o Isco, que desesperó varias veces al Bernabéu por su lentitud en el juego, su excesiva manía por controlar el balón y por no saber leer lo que pedía el partido.
Y, por último, Keylor Navas, que sufrió con crueldad la injusticia con la que sobreviven los porteros. El meta 'tico' falló de forma clamorosa en el tercer gol
(error garrafal, se le escapó el balón de las manos), pero también en
el segundo tanto italiano podría haber hecho más si no se hubiera quedado en la misma línea de gol. No fue el mejor
partido del portero blanco, que con esta actuación borrará injustamente
sus muy buenas actuaciones en los últimos tiempos, incluido el partido
de ida en Turín.
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