Podría muy bien suceder. De momento
sabemos que la justicia alemana no percibe delito de rebelión en el tema
porque, a su juicio, no hubo violencia. De la misma manera, algunos
medios ya están filtrando que crecen las dudas acerca de que el ex
president cometiese malversación de fondos. ¿Y si al final no lo
extraditan? Más aún ¿y si nos hemos vuelto todos locos?
Algunas informaciones que nadie le dará
Nos llenamos la boca hablando de Europa, los países
amigos, las alianzas inquebrantables y toda suerte de tópicos, pero la
única verdad en política internacional es aquella que pronunció el
británico Lord Palmerston: “Inglaterra no
tiene amigos ni enemigos, solo tiene intereses”. Es la mejor definición
que puede darse en política internacional. Aquí, después de cuatro
décadas de ostracismo franquista en la escena mundial, hemos sido como
perrillos callejeros buscando que alguien nos hiciera un mimo. De la
tradicional amistad con el mundo árabe al compromiso con los EEUU
pasando por el empeño europeísta, no hay lugar común, trampa y engaño en
el que España no haya caído.
Ahora nos encontramos
con que la justicia alemana obedece a sus propios intereses que, ojo,
son tan políticos como puedan serlos los de la judicatura británica,
belga, danesa o, sí, digámoslo de una vez, española. No existen jueces
independientes, y cuando alguno se proclama como tal resulta que es
simpatizante del partido comunista, así que menos lobos, que no se ha
inventado todavía el ser humano envasado al vacío. Tristemente, Mariano Rajoy no ha preparado nada de cara al posible escenario que supondría la negativa a extraditar a Carles Puigdemont por parte de la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein.
Si hemos de ser sinceros, Rajoy ni ha previsto esto ni ha previsto nada
con respecto a Cataluña. Será precisamente por esa falta de práctica en
la política internacional – España no pinta nada, salvo en lo que
respecta a su posición geo estratégica en el bajo vientre de la OTAN y
ni así conseguimos que, en caso de que Marruecos nos atacase, las
fuerzas de la Alianza viniesen en nuestro auxilio – que se analizan las
cosas con óptica de casino de pueblo.
La opinión
pública, es un decir, porque aquí la gente sale opinada de su casa a
primera hora de la mañana y ya puedes decirle lo que quieras que no te
harán ni caso, es tanto o más desconocedora de los resortes que mueven
habitualmente las relaciones diplomáticas, las fintas entre estados, las
complejidades y sutilezas propias de las cancillerías. Si fuesen algo
sabido por pueblo y gobierno, a estas horas el ministro de exteriores Dastis ya habría llamado a consulta a nuestro embajador en Berlín y se habría quejado ante el gobierno de Merkel por las palabras de la ministra de justicia alemana, del SPD, por cierto, Katarina Barley.
Ya saben, la Frau se ponía al lado del cesado. Haga usted esto con un
fugado alemán en España y verá como le caen tres inspecciones de la
troika comunitaria el mismo día. Eso si los servicios alemanes no vienen
y lo raptan. España es un país segundón en Europa, digámoslo ya de una
puñetera vez. ¿Saben por qué? Porque somos cobardes. A Víctor Orban, con su flamante triunfo en Hungría, han intentado toserle de todas las formas posibles, pero ahí está. A Gran Bretaña
ha intentado meterle el miedo en el cuerpo Alemania y Francia, pero a
los de las islas les importa un higo. No digo con esto que Orban o Teresa May me gusten o que comparta sus derroteros políticos, digo que nosotros somos el último mono y que hasta Finlandia nos vacila.
Porque
saben de qué va el cuento y conocen como moverse en la escena
internacional. Los separatistas, añado, también, mucho más que el
gobierno español.
Cita en Berlín
No
es de extrañar que en Cataluña aumente la chulería separatista viendo
como es posible que Alemania nos deje con un palmo de narices y el del
flequillo vuelva a su mansión de Bélgica a
comer langostas, beber champán y asistir a la ópera como el pobrecito
exiliado político que es. La violencia física está aumentando de manera
peligrosa –véase el linchamiento en un partido del Reus por parte de una
turba separatista a un señor que les increpaba por ello- los CDR ya
tienen delegaciones en Berlín y Londres, el bordoneo de los candidatos
imposibles sigue impertérrito y todo porque desde Moncloa no se ha
sabido plantar cara y poner las cosas en su sitio.
Llegados
a este punto, que tiene un perfil de riesgo muy alarmante, me gustaría
saber si el gobierno de la nación, sea por la vía que sea, tiene noticia
de lo sucedido recientemente en Berlín, coincidiendo con la llegada de
Puigdemont. ¿Sabe o no que se celebraba por un curioso azar en la
capital alemana un encuentro masónico al más alto nivel entre las
Grandes Logias de España, Bélgica, Finlandia, Francia, Suiza, Rumanía y
Alemania, países todos relacionados con el proceso, con personas afectas
a él, con los autoproclamados exiliados y con la red separatista en el
exterior? Ustedes dirán que es conspiranoia, pero miren, si tuviésemos
un euro por cada caso en el que alguien ha creído que todo lo que se le
advertía, previniéndole de sus enemigos, eran imaginaciones y ha
terminado mal, dispondríamos de un suculento capital.
Que
masonería, extrema derecha, izquierda radical y nacionalismos forman un
frente que ataca de manera inmisericorde lo que entendíamos como
democracias formales, es un hecho, vayan unidas o no, que ese sería tema
para debatir de manera larga y prolija. Que a Rusia le interesa una
Europa débil, dividida, cansada, con valores puramente hedonistas,
acosada por la inmigración, por el terrorismo yihadista y por una
generación de jóvenes que sabrán mucho de teléfonos móviles, pero son
incapaces de cargar un CETME, también.
Que la brutal
corrupción que sacude a todos los países es el mejor veneno para corroer
desde dentro los sistemas democráticos, resulta indiscutible. Que la
mediocridad de nuestros políticos, los europeos, es más que notable,
está clarísimo. Vuelvo, pues, a preguntar ¿y si no nos entregan a
Puigdemont? ¿Qué hará el gobierno? ¿Seguirá encomendándose a San Llarena o a Santa Lamela?
¿Acabará montando un paripé para que dentro de unos meses todo vuelva a
estar como estaba y a esperar otro intento de golpe de estado?
Lo que tenemos ante nosotros va más allá de Puigdemont, su circo y las consecuencias de éste
Son cuestiones suficientemente graves como para que ser
dichas en un medio de comunicación, aunque, desgraciadamente, en pocos
puedan encontrarse. Si no entendemos que tenemos intereses y no amigos,
que hay que hablar claro acerca de esas zonas de sombra en las que nunca
se entra por miedo a que nos tilden de fascistas, que debatir sobre
inmigración, el control antidemocrático de ciertos grupos de presión o
de lobbies de la vida pública o la injerencia de potencias extranjeras
es mucho más urgente que el máster de Cifuentes, perderemos.
Lo
que tenemos ante nosotros va más allá de Puigdemont, su circo y las
consecuencias de éste. No se trata del 155 o de la constitución, que
también, se trata de si optamos por rendirnos con armas y bagajes o
queremos defender un modelo de sociedad parlamentaria democrática,
sólida, con valores morales. Eso pasa por aplicar la ley de manera
imparcial, pero también implacable, de ilegalizar partidos y
asociaciones que amenacen la esencia misma de esa sociedad, de hacer
cumplir la ley, de acabar metiendo en presidio a todos los que se
arrogan el derecho a saltarse la ley, sean corruptos, golpistas,
pederastas o terroristas. Se tiene que acabar el buenismo zapateril,
ese buenismo social demócrata que siempre se pone del lado de los que
acabarían por meterlos a ellos en las cárceles.O ellos o nosotros.
Porque, según pinta todo, de momento van ganando, diga lo que diga
Rajoy, que poco o nada debe saber porque a ése, de su zona de confort no
hay Dios que lo saque.
MIQUEL GIMÉNEZ Vía VOZ PÓPULI
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