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viernes, 27 de abril de 2018
RAJOY CAPITANEA EL NAUFRAGIO DEL PP
Aún más que el caso Cifuentes y todas sus precuelas desmoraliza la pertinaz parálisis del país en las manos de Rajoy
El presidente del Gobierno, Mariano rajoy, y la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. (Reuters)
Dentro de un mes ya no se hablará del caso Cifuentes. Pondrán como presidente a algún político anónimo del PP,
Cristina se dispondrá a sobrellevar como pueda el resto de su vida y la
política madrileña seguirá en la ciénaga en la que permanece desde que,
hace 15 años, alguien compró a dos diputados para robar un gobierno y
aquello quedó impune.
Lo que seguirá en todo lo alto es el drama de la destrucción,
a manos de sus dirigentes, de un partido que llegó a representar
sólidamente a casi la mitad de la sociedad española, ocupando en
solitario el amplísimo espacio que va de la derecha nostálgica al
moderno centro-derecha liberal.
Ya no solo está comprometido el resultado del PP en las próximas elecciones, sino la subsistencia de esa imponente maquinaria política
que Manuel Fraga fundó, José María Aznar construyó y Mariano Rajoy está
a punto de conducir a un naufragio histórico. Cuando se enfila el
camino del infierno, cada destrozo es el penúltimo y cada “nueva etapa”
que se proclama resulta peor que la anterior.
Es probable que, tras el fiasco del 1-O catalán,
lo sucedido en Madrid haya hecho desbordar el vaso del rechazo en esa
parte de la sociedad que durante décadas se ha mantenido rocosamente
fiel al Partido Popular, para lo bueno y para lo malo.
Esta es la
enésima comprobación del daño terrible que los partidos políticos son
capaces de hacerse a sí mismos a sabiendas. La dirección del PP supo
desde el primer día que la cornada de Cifuentes era mortal de necesidad y
que el foco infeccioso exigía amputación limpia y rápida. Conocían
incluso cosas que los demás ignorábamos, como los peligrosos
antecedentes personales de la presidenta madrileña y la existencia de
pruebas documentales de ellos en manos vengativas. Y sabiéndolo, se
embarcaron otra vez (y van…) en esa resistencia cerril que aceleró la
septicemia del organismo entero.
¡Qué absurda se ve ahora esa Convención de Sevilla de hace solo dos semanas! Allí estaban, aplaudiendo disciplinadamente,
muchos candidatos que pronto se jugarán los cuartos en unas elecciones
dificilísimas. Sometieron a todos a la contaminación radiactiva y esa
imagen del aplauso a la apestada pesará sobre sus campañas. Ciudadanos,
por supuesto, agradece el regalo.
Sin embargo, aún más que el caso Cifuentes y todas sus precuelas desmoraliza la pertinaz parálisis del país en las manos de Rajoy.
Se ve felices a los exégetas del Gobierno tras la superación de la votación presupuestaria.
Dicen que así se garantiza que la legislatura seguirá hasta el final.
Supongamos que tienen razón: lo que no está claro es que esa sea una
buena noticia para España.
¿De
verdad es saludable seguir en este marasmo? Nuestros dirigentes
políticos –los del Gobierno y los de la oposición- han demostrado que no
saben hacer operativa una situación de fragmentación parlamentaria con
un gobierno en minoría. La falta de una mayoría electoral produjo un año
sin gobierno; y la falta de una mayoría de gobierno en el Congreso ha
producido dos años más de empantanamiento en todos los frentes. Si se
consuma el propósito de agotar la legislatura, el período 2015-2020
pasará a la historia de España como el lustro perdido.
Probablemente el interés del PNV permitirá aprobar esta ley de presupuestos. Será la primera y, quizás, la última ley importante de una legislatura baldía.
El partido del Gobierno le ha declarado la guerra a su único socio y
principal rival electoral; y el primer partido de la oposición, absorto
en su ensimismamiento, no está disponible para nada constructivo. Lo que
tenemos como resultado es un ejecutivo en funciones con un legislativo
inoperante. Dos de los tres poderes del Estado, desconectados.
¿De qué le servirá al país que Mariano Rajoy
siga dos años más en La Moncloa? ¿Acaso dispone para la segunda mitad
de la legislatura del proyecto que le ha faltado en la primera?
Sacará
este presupuesto, y ya anuncia que no habrá ninguno más. Vegetaremos
económicamente, rezando para que no se tuerzan las cosas en Europa.
Agotar
la legislatura solo sirve para que Rajoy siga dos años más. Está ahí
únicamente para que no esté otro. No es estabilidad, sino mera
obstrucción
La situación en Cataluña depende de
Puigdemont y del Tribunal Supremo. Si allí hay nuevas elecciones, vendrá
un nuevo desastre del PP y, me temo, una mayoría independentista
reforzada. Si finalmente eligen a un gobierno legal, no se ve el menor
síntoma de que Rajoy disponga de un plan para reconducir políticamente
el conflicto; porque, además, todo seguirá supeditado a la acción de la
justicia.
Las reformas estructurales que requieren acuerdo
político están paralizadas 'sine die', y así continuarán. La famosa
comisión que abriría la reforma constitucional languidece en el
abandono.
Las medidas de regeneración política aguardan en el cajón.
El acuerdo sobre financiación autonómica se hace más impracticable
según se aproximan las elecciones. La política exterior dejó de existir
hace tiempo. Y España acaba de arriar en la Unión Europea todas sus
banderas reformistas.
Agotar la legislatura solo sirve para que
Rajoy siga en el poder dos años más. Está ahí únicamente para que no
esté otro. Esa permanencia petrificada no es estabilidad, sino mera
obstrucción; y sus efectos nocivos ya alcanzan claramente a su propio
partido.
Cuando la sociedad desea compulsivamente castigar al partido del gobierno,
aprovecha la primera ocasión que se le presenta para hacerlo sin
contemplaciones. Le ocurrió al PSOE en 1995 y en 2011, y al PP en 2015:
los alcaldes y los presidentes autonómicos del oficialismo, muchos de
ellos con buenas gestiones, recibieron en sus traseros la patada
electoral que en realidad iba destinada al inquilino de la Moncloa.
Algunos
ya sospechan que el designio de Rajoy es usar a sus candidatos como
carne de cañón que absorba el primer impacto de la indignación social
Ocurrirá también en 2019. Algunos ya sospechan que el designio de Rajoy es usar a sus candidatos municipales y autonómicos como carne de cañón que absorba el primer impacto
de la indignación social, para después pensarse con calma si a él le
conviene o no repetir como candidato en las generales. Si decide que no
desea que lo revuelquen, se retirará hablando de “la necesaria
renovación” para que otro se lleve la bofetada; y además, pretenderá que
se lo agradezcan.
Ya que ha decidido capitanear el naufragio, al menos que sea el último en abandonar el barco
y se hunda dignamente junto a su tripulación. Y si no, que abra cuanto
antes la puerta del búnker y deje que corra el aire. Pero no hará ni una
cosa ni la otra, ya lo verán.
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