Imagen de archivo de un boicot de los CDR en la autopista AP-7
El ex presidente de Societat Cívica Catalana Josep Ramón Bosch
es amenazado de muerte anónimamente; en Catalunya Ràdio emiten un rap
que dice “los Borbones sois unos ladrones y nos gustaría teneros a tiro a
todos en fila”; independentistas se lían a golpes con un señor que les
increpó por gritar “Puta España” durante un partido del Reus. Pero no
hay violencia, todo es un invento de España y las detenciones de
miembros del CDR son fascismo puro.
Al hijo del alcalde lo trincan también
Veíamos ayer a efectivos de la Benemérita procediendo a
la detención de una mujer en Viladecans. El magistrado de la Audiencia
Nacional Diego de Egea la acusa de un
delito de rebelión y terrorismo. La imputada se dedicaba a difundir un
audio en el que daba instrucciones a los CDR acerca de las acciones que
debían emprender esta Semana Santa, especialmente cortes de carreteras y
levantamientos de peajes. Entre tales acciones incluía extender el
sabotaje a puertos o a Mercabarna.
Por su parte, los
Mossos detenían a seis personas acusadas de atentado a la autoridad y
desórdenes públicos por los hechos acaecidos el pasado treinta de enero
en el Parque de la Ciudadela de Barcelona. Uno de ellos es hijo del ex
alcalde de Arenys de Munt, Carles Mora, el
que impulsó las primeras consultas acerca de la independencia en
numerosos municipios catalanes. Fue el embrión de lo que después han
sido los dos pseudo referéndums organizados por Artur Mas y Carles Puigdemont. Ni que decir tiene que los detenidos son integrantes de los Comités de Defensa de la República.
Que
la mujer de Viladecans sea considerada una ideóloga de estos
grupúsculos no es un tema menor. Que se haya creído con la impunidad de
poder colgar sus consignas en las redes sociales con el mayor descaro,
tampoco. Los CDR son una adaptación a la catalana de Herri Batasuna
y sus métodos de intimidación, contando con el apoyo pleno por parte de
ex convergentes, Esquerra, las CUP y los podemitas catalanes. Si me
apuran, incluso del cobarde PSC, que dice estar en contra, pero luego
afirma que cortar carreteras no es terrorismo. Ya, pero ¿y el resto?
A
los CDR se los defiende cada día en todos los programas de TV3, de
Catalunya Ràdio, se los presenta como un movimiento pacífico en La Vanguardia, en las emisoras del Grupo Godó, en El Punt-Avui, en digitales como El Nacional o Vilaweb. Los opinadores del proceso, desde Pilar Rahola a Francesc Marc Alvaro
los consideran buena gente, idealista, necesaria para el momento que se
vive en Cataluña. Tienen, pues, a la opinión pública separatista de su
lado, gozando de su total y absoluta complicidad. En el barcelonés
barrio de Gràcia, independentista hasta la médula hoy de la misma manera
que antes lo era convergente, actúan entre los aplausos de la gente con absoluta libertad de movimientos.
A eso se le llama impunidad, de ahí que a la señora de Viladecans le
pareciese que no le iba a pasar nada por colgar audios en los que se
daban instrucciones de sabotaje. ¡Si toda Cataluña está con nosotros!,
debió decirse.
Ha tenido que llegar el 155, la Audiencia Nacional y la Guardia Civil para que estas gentes se den cuenta de que existe algo superior a sus ombligos que se denomina estado de derecho
Lo mismo pensó el hijo del alcalde. Si a mi padre no le
ha pasado nada, después de orquestar consultas ilegales en más de medio
millar de municipios catalanes, ¿a mi que me van a decir? Ha tenido que
llegar el 155, la Audiencia Nacional y la Guardia Civil para que estas
gentes se den cuenta de que existe algo superior a sus ombligos que se
denomina estado de derecho. Por eso se muestran indignados ante la
aplicación de una ley de la que se creían excluidos por su condición de
privilegiados. Ya se sabe, el que no está acostumbrado a llevar bragas,
hasta las puntillas le hacen llagas.
De donde vienen y a donde pretenden llegar los CDR
No
es casual que naciesen en el barrio de Gracia al que hacía mención
antes. Inicialmente, eran grupos en defensa del referéndum para luego
reconvertirse en lo que son en la actualidad, grupos de agitación,
sabotaje, intimidación y acciones en la calle. Kale Borroka,
vamos. Cuentan con una estructura de células horizontal, gozando cada
una de ellas de completa autonomía para decidir dónde y cómo han de
actuar, pero todas tienen un nexo coordinador que puede marcarles
estrategias comunes. Un sistema así es complejo, pero muy eficaz.
Íntimamente ligadas a las CUP, en especial a su colectivo de jóvenes Arran,
los más radicales dentro de la organización abertzale, integran a
personas de todas las edades y sexos y reciben periódicamente
instrucciones acerca de como comportarse en manifestaciones, como han de
provocar, como “arrancar cebes”, arrancar
cebollas, que no es otra cosa que ofrecer resistencia pasiva a la
autoridad, en fin, un perfecto compendio de tácticas de insurrección
urbana. Su última consigna: captar a gente
que, sin ser independentista, esté en contra de Rajoy y el PP,
vendiéndoles la idea de que son un movimiento antifascista de amplio
espectro. Los antisistema.
El truco de confundir a España con el PP es viejo pero muy eficaz. Además, y esto lo repiten a diario Rahola and company,
PP, Ciudadanos y PSOE son fascismo, toda televisión que no sea TV3 es
fascismo, los jueces son fascismo, el IBEX es fascismo, la policía –
incluso los Mossos – es fascismo. Pensamiento totalitario que defiende a
capa y espada que todo lo que no sea su pensamiento único es anatema y
debe combatirse como sea.
El truco de confundir a España con el PP es viejo pero muy eficaz
La pregunta es ¿qué espera el gobierno para ilegalizar a los CDR? ¿Qué espera para ilegalizar a Arran?
¿Espera quizás a que haya un muerto físico? Porque da la impresión de
que, tanto en lado de los separatistas más violentos como en el otro, se
busca ese muerto, ese teniente Castillo, ese Calvo Sotelo, para poder decir “Ya lo veis, son ellos los que tienen la culpa”.
El
lunes por la noche en el debate del canal de noticias autonómico 324 se
llegaba a la conclusión de que, aunque el papelito de marras de la ONU
que exhiben los separatistas para justificar la candidatura de Jordi Sánchez
sea un brindis al sol, o que la ONU no le haya mandado nada al gobierno
español, o que el Comité de Derechos Humanos tenga potestad
sancionadora ni admonitoria, daba igual. “De lo que se trata es
aprovechar lo que sea para conseguir nuestros propósitos” declaraba el
ex presidente del parlamento catalán Ernest Benach,
de Esquerra. Ahora nos vamos entendiendo. Dentro de ese sentimiento de
impunidad, ya ni siquiera se recatan en disimular. Hay que llegar a la
república catalana como sea, por los medios que sean, justos o no,
falsos o veraces, pacíficos o violentos. La cuestión es llegar. Ya
pueden decir que quieren diálogo y pactos, que su esencia es el
autoritarismo y forzar lo que constituye el marco de garantías para el
conjunto de ciudadanos.
Ese y no otro es el objetivo
prioritario para el movimiento separatista y, especialmente, para los
CDR. No repararán ni en medios ni en gastos. Gastos que, por otra parte,
alguien debería investigar, porque tantas fianzas, tantos viajes,
tantas mantenencias, tantos liberados, han de salir de algún sitio ¿o
no?
Uno se pregunta la razón por la que el estado no
se defiende. Me temo que no sabe ni quiere, porque los encargados de
llevar a cabo esa defensa están dándole vueltas al master de Cifuentes o quién sucederá a Rajoy.
Como en el congreso de Bizancio, empeñado en discutir acerca de sexo de
los ángeles hasta que los turcos que asediaban la ciudad entraron en
ella, pasándolos a todos a cuchillo.
MIQUEL GIMÉNEZ Vía VOZ PÓPULI
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