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lunes, 18 de noviembre de 2019
Puigdemont y Junqueras, amores perros
Quien mejor le tiene tomada la
medida a Junqueras es el propio Puigdemont, que se ha impuesto al
republicano en la lucha fratricida por liderar el bloque secesionista
Carles Puigdemont (d) y Oriol Junqueras (i), en una foto de archivo. (Reuters)
Como en el 34-32 de 2017. Todo apunta a que Carles Puigdemont va a volver a romper el espinazo
a Oriol Junqueras como ya hizo en las elecciones catalanas de 2017,
cuando JxCAT, el invento del 'expresident' para concurrir a los
comicios, quedó dos escaños por delante de los republicanos (34-32) a
pesar de ser estos últimos los favoritos de las encuestas.
Junqueras,
como esas eternas promesas que nunca terminan de despuntar, domina como
nadie el arte de perder. Ahí se erige en consumado experto. Pierde con
la sentencia del 'procés', en las catalanas y también en las generales,
donde obtuvo 150.000 votos menos por culpa de la CUP. Llueve sobre
mojado. Parafraseando a Elizabeth Bishop: tantas cosas parecen llenas
del propósito de ser perdidas que su pérdida ya no es ningún desastre
para el líder de ERC.
Curiosamente, quien mejor le tiene tomada la
medida es el propio Puigdemont, que se ha impuesto al republicano en la
lucha fratricida por liderar el bloque secesionista. Prueba de esta
victoria es que el uno habita en una mansión en Waterloo mientras el
otro permanece enclaustrado en una celda en Lledoners.
Lo que de verdad le gustaría a Puigdemont es ver a Abascal entrando en la Moncloa a lomos de Babieca. Autodeterminación o caos
El huido a Bélgica pretende ahora reventar al republicano su plan para
permitir, vía abstención, el Gobierno de coalición de corte progresista
de Sánchez e Iglesias. Se mantiene firme en el no a este Ejecutivo y
avisa de que va a movilizar a los suyos en el Parlament y en la calle,
con los CDR a la cabeza, para tratar de evitarlo.
Puigdemont está instalado en el cuanto peor, mejor.
Lo que de verdad le gustaría al 'expresident' es ver a Abascal entrando
en la Moncloa a lomos de Babieca. Autodeterminación o el caos. De aquí
al debate de investidura van a arder algo más que contenedores en
Barcelona, vaticinan los guardianes del 'procés'.
Por
de pronto, JxCAT ya le ha tendido la primera celada a ERC, conminándole
a pactar una postura común junto a la CUP. No puede dar su 'nihil
obstat' a Sánchez sin que antes haya una mesa de negociación
para hablar de derecho de autodeterminación y referéndum de
independencia. Y los de Junqueras, claro, andan con la mosca detrás de
la oreja.
Aunque el resto de formaciones se malician que el pacto
—consistente en que ERC permita al PSOE hacerse con el poder en el
Gobierno de Madrid para que luego el PSC haga lo propio con ERC en
Cataluña— ya está sellado, los republicanos niegan la mayor. Aseguran
que todavía no se han acostado con los socialistas, no, al menos, en la
primera cita, y que las informaciones que lo dan por hecho no son sino
una estrategia de sus rivales para meter presión y poner a la calle en su contra al grito de ¡'botiflers'!
Ahora, como en 2017, los republicanos parten con ventaja, y ahora, como entonces, Puigdemont está dispuesto a jugársela
Lo
que subyace en estos juegos florentinos en los que anda embarcada la
clase política es ver quién controla la Generalitat en los próximos
cuatro años, una vez que Quim Torra
quede inhabilitado y el matrimonio gubernamental de Junts y Esquerra
quede oficialmente disuelto. Ahora, como en 2017, los republicanos
parten con ventaja, y ahora, como entonces, Puigdemont está dispuesto a
jugársela y ganarles por la mano en el último segundo.
La carrera por ocupar el palacete de Sant Jaume se ha puesto en marcha. Y lo hace coincidiendo con el juicio al 'president'
Torra en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por un delito de
desobediencia. Todo hace pensar que, antes de que concluya el año, será condenado e inhabilitado,
aunque no tendrá que dejar su cargo hasta que el Tribunal Supremo
confirme la sentencia, lo cual nos llevaría, presumiblemente, a mediados
de 2020.
¿Quién sucederá en ese momento a Torra al frente del
Govern? Podría hacerlo el 'vicepresident', Pere Aragonès, de ERC, una de
las caras más visibles y mejor valoradas del Ejecutivo, pero no es
diputado y, por lo tanto, no puede ser elegido. Igual que el 'conseller'
de Territorio y Sostenibilidad, Damià Calvet, de JxCAT, que tampoco lo
es. En definitiva, no hay nombres de solvencia para ocupar el puesto.
Los
partidos dan por hecho que aprovecharán esta delicada tesitura para
provocar una crisis de gobierno y forzar el adelanto de las elecciones
catalanas. Unos comicios que no son tanto un test para comprobar el peso
de constitucionalistas e independentistas en la balanza catalana como
un juego de tronos dentro del propio secesionismo.
Es la batalla
final de Puigdemont contra Junqueras, dos personas que se profesan una
animadversión que va más allá de lo personal y que tratan de ejercer el
poder desde Waterloo y Lledoners, sedes oficiosas del Govern. Igual que
lo está siendo la investidura de Sánchez, las catalanas se muestran como el próximo campo de batalla de estos dos líderes políticos.
Los críticos de JxCAT "nos vamos a desmarcar pidiendo un voto de abstención para permitir a Sánchez formar Gobierno"
Después de mucho tiempo en la indefinición, el 'expresident' ya ha encontrado candidata para estas elecciones en la figura de la ‘lideresa’ Laura Borràs,
portavoz de Junts per Catalunya en el Congreso de los Diputados,
política con carisma, un tanto dóberman, de esas que tanto le gustan, y
que mostró sus avales el pasado 10 de noviembre después de haber sacado
27.000 votos más que en los anteriores comicios.
Artur Mas
y buena parte de los presos de Lledoners, cada vez más distanciados de
Puigdemont, hubieran preferido un nombre menos ‘talibanizado’, pero
donde hay patrón no manda marinero, y en el independentismo no hay más
patrón que el de Amer.
Algo similar sucede con los críticos de
JxCAT que fueron apartados o directamente laminados de la formación, y
que se aglutinaron en torno al Poblet
con el objeto de lanzar un nuevo partido. “Lo tenemos todo bastante
avanzado, casi a punto, pero preferimos salir cuando las elecciones sean
inminentes. Mientras tanto, nos vamos a desmarcar pidiendo un voto de
abstención para permitir a Sánchez formar Gobierno, un voto que estaría
coordinado con ERC”, dice uno de los impulsores del proyecto.
Otros, en cambio, no se muestran tan optimistas: “No está tan claro que
salga lo del Poblet. Les falta hambre y, sobre todo, dinero. Aquí todo
el mundo les regala los oídos… Pero luego, a la hora de soltar la pasta, se la sueltan siempre a los mismos: a los independentistas”.
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