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miércoles, 31 de octubre de 2018

CLOACA


José Manuel Villarejo, ex comisario de la Policía Nacional. EM


Una vez filtradas las nuevas grabaciones del más célebre agente secreto español desde Anacleto, uno no puede sino pensar que Cospedal debería haber advertido a Casado de que no resultaba conveniente transformar a Villarejo en un epítome de la cloaca cuya compañía contaminante bastaba para inhabilitar a cualquiera en la vida pública. Así lo describió Casado cuando el Watergate de la semana versaba sobre el almuerzo de la ministra de Justicia acompañando a Balta y los alardes etílicos en los postres que incluyeron, como es de rigor en las sobremesas largas, chistes procaces y exaltaciones de la amistad. La venganza de Villarejo ha sido la que cabía esperar de un malevo del subsuelo del Estado que armó con verdadero virtuosismo una estructura de engaños e intervenciones clandestinas llena de dobleces.

Si mi compañía y mi complicidad vuelven repugnante a quien frecuenta ambas, parece decir Villarejo a Casado, explícanos esto. Que López del Hierro, marido de la entonces secretaria general del PP, Cospedal, despachara con Villarejo en una condición de enlace habitual que ya había derivado al compadreo. Que Villarejo canalizara a través de López del Hierro toda la información referida a casos de corrupción obtenida en las sentinas del Estado -o directamente de los interlocutores del otro bando- y que llegara a sentirse tan identificado con el PP que, al hablar de las cosas que podían perjudicar, decía "a nosotros". Que López del Hierro y Villarejo aprovecharan la ventaja concedida por esas informaciones para dilatar o abortar maniobras judiciales contra la corrupción sistémica del partido, todo ello reportado en la secretaría general o en presidencia, a cuyo titular llamaban el Barbas, de lo cual inferimos que con los apodos no se ponían muy creativos.

Permaneceremos atentos para comprobar cómo despeja a córner la flamante dirección del PP esta remesa de Villarejo, quien acaba de agarrar por el tobillo a Casado, como los no-muertos al salir de la tumba, para arrastrarlo a la cloaca. Pero estas revelaciones vuelven ridículas retrospectivamente las quejas de Rajoy cuando decía que la corrupción del PP se debía sólo a conspiraciones de agentes sórdidos operados por Garzón y Rubalcaba. Para agente sórdido el que servía al PP intentando obstaculizar las investigaciones, con traiciones a la magistratura y limpiezas de documentación incluidas, mientras el partido hacía huecas proclamas de victimismo y honradez. Esas grabaciones, que rulen hasta que nos conozcamos todos.


                                                                                          DAVID GISTAU    Vía EL MUNDO

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