Sí, estamos cansados de
tanta tensión, de la falta de estabilidad económica, social y política.
Enervados unos con otros. Fatigados de la sensación de que todos nos
engañan.
Sí, toca hacer algo y quizá lo mejor para empezar sea tener las ideas claras porque, lo peor de todo esto, es tener la sensación de que son muchos contra muchos, y no es cierto.
Lo que pasa que hacen tanto ruido que parece como cuando en el cole jugábamos un balón regañado, un todos contra todos y ganaba quién metía gol.
Por una parte, está la facción política, que considera que, del enfrentamiento de las ideologías, sacan rédito electoral pero que sin embargo lo que sucede es todo lo contrario, porque la participación en las urnas es cada vez menor y al final quedan los ciudadanos fanatizados por las ideas o el odio, y con esos bueyes quieren los políticos arar la armonía de un país.
Dentro de la facción política están los nacionalistas, ya sabes: todos contra ellos, y la izquierda radical -cada vez más radical-, que retroalimentan a sus bases con eslóganes que recalientan la razón y que no argumentan sobre lo bueno y lo malo o el bien y el mal. Entre otras cosas, porque desde su relativismo fundacional no les interesa.
Sí, toca hacer algo y quizá lo mejor para empezar sea tener las ideas claras porque, lo peor de todo esto, es tener la sensación de que son muchos contra muchos, y no es cierto.
Lo que pasa que hacen tanto ruido que parece como cuando en el cole jugábamos un balón regañado, un todos contra todos y ganaba quién metía gol.
Por una parte, está la facción política, que considera que, del enfrentamiento de las ideologías, sacan rédito electoral pero que sin embargo lo que sucede es todo lo contrario, porque la participación en las urnas es cada vez menor y al final quedan los ciudadanos fanatizados por las ideas o el odio, y con esos bueyes quieren los políticos arar la armonía de un país.
Dentro de la facción política están los nacionalistas, ya sabes: todos contra ellos, y la izquierda radical -cada vez más radical-, que retroalimentan a sus bases con eslóganes que recalientan la razón y que no argumentan sobre lo bueno y lo malo o el bien y el mal. Entre otras cosas, porque desde su relativismo fundacional no les interesa.
Pero uno llega a
preguntarse cómo es posible que gente normal, es decir, personas que
tienen afectos, capaces de cuidar de sus hijos, trabajar honradamente y
tener convicciones solidarias, entre otros muchos buenos valores, sean
capaces de sacar lo peor de sí mismos para defender sus ideas.
Salvando las distancias,
por ejemplo, los alemanes, aquellos buenos ciudadanos que hicieron de
su país una gran potencia conviviendo en paz, la historia se pregunta
atónita cómo llegaron a permitir el alzamiento de Hitler, defender las
tesis del supremacismo e incluso tener la superioridad moral de
considerar quién era buen alemán y quién no.
Pero uno llega a preguntarse cómo es posible que las personas sean capaces de sacar lo peor de sí mismas para defender sus ideas
Un vistazo rápido a la historia nos descubre que aquellos ciudadanos no se hicieron así de la noche a la mañana. Hubo dos escalones, por un lado, la generación que votó al Führer con la esperanza de salir de la crisis en la que se encontraban estancados. Los que le alzaron y le dieron la confianza suficiente hasta hacerse con todo el poder.
Pero uno llega a preguntarse cómo es posible que las personas sean capaces de sacar lo peor de sí mismas para defender sus ideas
Un vistazo rápido a la historia nos descubre que aquellos ciudadanos no se hicieron así de la noche a la mañana. Hubo dos escalones, por un lado, la generación que votó al Führer con la esperanza de salir de la crisis en la que se encontraban estancados. Los que le alzaron y le dieron la confianza suficiente hasta hacerse con todo el poder.
Y por otra, el sistema
educaba a los hijos de los primeros, que con el tiempo se convirtieron
en la retaguardia ideológica de Hitler. Celosos y vehementes como su
líder, vigilaban lo que sus progenitores decían en casa, a dónde iban y
con quién.
Fue esta segunda
generación la que gustosamente vigilaba las calles y los que asumían
odiar todo aquello que Hitler odiaba, incluidos a sus propios
familiares; hasta el punto de que, para su Führer, fue fácil usurpar la
figura del padre de todos ellos. Luego, decir lo que fuera, cualquier
locura, era lógica y sonaba bien.
Es posible que muchos de
la primera hornada se arrepintieran en un tiempo relativamente corto al
ver cómo se desarrollaban las circunstancias. Seguramente todo
empezaría porque el enfrentamiento social les incomodaba hasta decir
¡basta ya! Luego porque vieron que el gran dictador dormía bajo su techo
y tenía el rostro de cada uno de sus hijos.
Si esta analogía nos sirve para comprender qué sucede y qué puede llegar a suceder con los nacionalismos y las izquierdas radicales revolucionarias, bienvenido sea.
Al otro lado de la cancha, tenemos a la derecha, que ha sido más bien moderada desde nuestra cada vez menos joven democracia. Una derecha moderada y tirando al centro. Una derecha sin demasiadas demandas históricas y sociales, porque brotó, o no, un complejo de su posición preponderante en el poder que el franquismo le proporcionó durante años. Una derecha dispuesta a ofrecer la otra mejilla con tal de que todos olvidáramos la guerra que nunca debió ser.
Si esta analogía nos sirve para comprender qué sucede y qué puede llegar a suceder con los nacionalismos y las izquierdas radicales revolucionarias, bienvenido sea.
Al otro lado de la cancha, tenemos a la derecha, que ha sido más bien moderada desde nuestra cada vez menos joven democracia. Una derecha moderada y tirando al centro. Una derecha sin demasiadas demandas históricas y sociales, porque brotó, o no, un complejo de su posición preponderante en el poder que el franquismo le proporcionó durante años. Una derecha dispuesta a ofrecer la otra mejilla con tal de que todos olvidáramos la guerra que nunca debió ser.
Pero al cabo de los años
la izquierda se creció y reivindicó una guerra ilegal, una justicia
justiciera, una revancha que no busca la paz sino el destierro. De unos
pocos años a esta parte, esa situación ha provocado la radicalización de
la derecha, entre otras cosas porque el partido dominante de centro
derecha que durante legislaturas ha gozado de su confianza, no les ha
defendido, ni política, ni moralmente, y se han sentido huérfanos. Ha
reaccionado la sociedad y se ha buscado nuevas formas de hacerse notar,
lo hará -ya lo hace- y no será baladí. Seguro que no.
¿Qué hacemos con un país en vías de resquebrajarse territorialmente, donde la moral es inexistente y la política que se practica no se ajusta a la verdadera demanda social?
¿Qué hacemos con un país en vías de resquebrajarse territorialmente, donde la moral es inexistente y la política que se practica no se ajusta a la verdadera demanda social?
¿Qué hacemos con unos dirigentes, a los que solo les interesa encaramarse al poder para enriquecerse?
¿Qué hacemos con un
sistema judicial y legislativo corrompido, y no tanto por el dinero
robado, si no por la razón que se descompone y relativiza según quién
sea el reo?
¿Qué hacemos con una
clase política vendida al poder globalista que descafeína nuestra
identidad y origen histórico? Ahí lo dejo.
Y añado: hay que leer más, porque el conocimiento nos liberará del abotargamiento de la lógica, nos devolverá el sentido crítico, tan necesario para reflexionar ante hechos tan graves como los que estamos viviendo.
A favor de España (Esfera de los libros) Fundación Progreso y Democracia. Este libro trae por enésima vez argumentos potentes y muy bien planteados de cómo una parte de España, los nacionalismos vasco y catalán, bien financiado con los impuestos de todos los españoles, venden su identidad de manera supremacista y cómo con un victimismo cada vez más rancio está llegando a los límites de lo esperpéntico. Si no conoce este libro, no deje de hacerlo porque se sorprenderá.
La Guerra Civil y los problemas de la democracia en España (Encuentro) Pío Moa. El historiador estudia las consecuencias que la Guerra Civil Española ha traído a la democracia española, y no desde el principio, sino que los problemas de la democracia en España se han ido evidenciando a lo largo de los casi 40 años de libertades y fundamentos de derecho. El libro se estructura en cuatro partes fundamentales:
Y añado: hay que leer más, porque el conocimiento nos liberará del abotargamiento de la lógica, nos devolverá el sentido crítico, tan necesario para reflexionar ante hechos tan graves como los que estamos viviendo.
A favor de España (Esfera de los libros) Fundación Progreso y Democracia. Este libro trae por enésima vez argumentos potentes y muy bien planteados de cómo una parte de España, los nacionalismos vasco y catalán, bien financiado con los impuestos de todos los españoles, venden su identidad de manera supremacista y cómo con un victimismo cada vez más rancio está llegando a los límites de lo esperpéntico. Si no conoce este libro, no deje de hacerlo porque se sorprenderá.
La Guerra Civil y los problemas de la democracia en España (Encuentro) Pío Moa. El historiador estudia las consecuencias que la Guerra Civil Española ha traído a la democracia española, y no desde el principio, sino que los problemas de la democracia en España se han ido evidenciando a lo largo de los casi 40 años de libertades y fundamentos de derecho. El libro se estructura en cuatro partes fundamentales:
- Desarrollo de la guerra civil. Un análisis crítico.
- Cuestiones básicas sobre la guerra de España.
- Los problemas de la democracia en España.
- El debate sobre la guerra y el pasado próximo.
HUMBERTO PÉREZ-TOMÉ Vía HISPANIDAD
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