David Bonvehí
EFE
A Carles Puigdemont
lo empiezan a considerar los suyos como al vecino tocapelotas que los
domingos por la mañana se empeña en taladrar su casa. De hecho, hay
quien prepara su desahucio.
Bonvehí, presidente de escalera
David Bonvehí es quien
preside en la actualidad el PDECAT, un cargo que supone una gran
tribulación y no pocos quebrantos. Puede comprobarse la temperatura
real, no la que fingen en sus ardorosos discursos, de la neoconvergencia
observando las gotas de sudor que perlan su frente. Cabe decir que, en
los últimos tiempos, el hombre suda copiosamente. El de Waterloo se ha
convertido en un estorbo molestísimo para el PDECAT y su estrella está
en franca decadencia, para qué engañarse.
Pero como nadie tiene
pelendengues de plantarse en la casita de papel del muchacho y decirle
en la cara que es un pelma, un cobarde y un egocéntrico, que lo mejor
que podría hacer es dedicarse a la Ratafía, los dirigentes de la cosa ex
convergente han de ser sutiles. Por eso, el bueno de Bonvehí ha
empezado a actuar como el Gila de aquel monólogo en el que el genial
humorista interpretaba a un detective que, para que el asesino se
descubriese a sí mismo, daba vuelas a su alrededor diciendo cosas como
“Huy, me parece que por aquí ronda un asesino”. Cambien ustedes asesino
por “el pesado que no deja de tocarnos las pelotas” y ya tienen el gag
actualizado.
Como
esa novela de misterio que es el proceso aún no tiene cadáver
reconocido ni nadie quiere arrogarse el papel de forense, a Bonvehí –
traducido literalmente como “buen vecino” – se le notan las ganas de que
se desenmarañe la trama de una puñetera vez y Puigdemont salga
acusándose a sí mismo de matar al proceso, como si de una novela de
Poirot se tratase. Vean ustedes las frases con las que se ha descolgado
el presidente del PDECAT en una entrevista y juzguen si no está
preparando el hombre una coartada para cuando sus electores le pidan
cuentas, cual fiscales en una película de Perry Mason. Helas aquí: “No
somos suficiente gente para mantener la unilateralidad continuamente”,
“Carecemos de estructuras de estado para implementar la independencia”,
“Deberíamos explorar nuevas vías”, “Hemos de contar con apoyos
internacionales de los que carecemos”.
Ya lo ven, todo
es un echar el freno y desdecirse de lo que nos hemos hartado de
escuchar machaconamente durante estos últimos años, a saber, que todo
estaba a puno, que las estructuras de estado estaban dispuestas, que en
el extranjero estaban mordiéndose las uñas esperando con impaciencia la
independencia de Cataluña y que el ochenta por ciento del pueblo catalán
apoyaba el invento.
Todo es un echar el freno y desdecirse de lo que nos hemos hartado de escuchar machaconamente durante estos últimos años
Y
si nada era cierto, que no lo ha sido jamás, ahora tiene Bonvehí un
trabajo ingrato, que digo ingrato, un trabajo que es una putada del
quince, y que no es otro que desmentir el relato épico de Artur Mas y de Puigdemont, de los Jordis, de Rull, de Turull,
de los gacetilleros separatistas, en fin, de todos aquellos que juraban
a diario que la república catalana era imparable y que era cosa de
suicidas oponerse.
Pero no se ha quedado ahí Bonvehí.
Además de acusar, aunque sea veladamente, a sus vecinos de finca
ideológica de no haber calibrado las cosas, ha pasado arremeter contra
el vecino de vecinos, el hiper ideólogo, el amigo de Mas y de
Puigdemont, Agustí Colomines, diciendo de
él que “No estaremos nunca más – refiriéndose al PDECAT – con quien
reniega de nuestro legado político y nunca más compartiremos espacio con
gente que lo menosprecia”. Don David hacía referencia a unas
declaraciones del explosivo Colomines en las que el polémico profesor se
refería a la formación neoconvergente como “Un partido moribundo”.
¡Hala Agustí, no et moques pas amb mitja màniga!
Las riñas de patio de vecindad están alcanzando un grado de máxima
virulencia, como pueden comprobar, y raro no será que en TV3 veremos
dentro de nada un nuevo chiringuito producido por el Toni Soler de turno con el título de “Aquí no hay quien se independice”.
Puigdemont también se queja de sus vecinos
Es
normal, porque lo han dejado más solo que la una. El hombre quería
convocar un gran areópago en Bruselas este lunes para intentar
contrarrestar a Junqueras y sus entrevistas colectivas en Lledoners y,
al final, ha tenido que contentarse con Quim Torra.
Lógico. Si no has dado ni los buenos días en la vida, no es de recibo
ir ahora a pedirles sal, azúcar o una suscripción a la Crida Republicana
a los de tu rellano. Te expones a que, como mínimo, te den con la
puerta en los morros, incluso la conspicua separatista Elisenda Paluzie, la de la ANC, que ha declinado la invitación del fugadísimo, que ya es declinar.
Nadie
quiere hacerse fotos con Puigdemont, nadie quiere irlo a visitar, nadie
quiere hablar con él, nadie desea oír ni una sola palabra de alguien
que, por su egoísmo, su ceguera y su amateurismo, ha sido capaz de tener
la política catalana congelada un año entero. Puigdemont empieza a
cosechar los frutos amargos de su despotismo, y ahora nadie quiere saber
nada ni de él ni de su proyecto. Se ha convertido en ese vecino al que
nadie le ayuda a subir el carrito de la compra, al que nadie se le
ofrece para regarle las plantas si se ausenta, al que nadie le da los
buenos días en el ascensor. La soledad de Puigdemont es total,
quedándole solamente alguno irreductibles como el citado Colominas y David Madí,
que nada tiene que perder porque goza de una posición lo bastante
sólida, económicamente hablando, como para poderse permitir tener un
pasatiempo tan caro como es el fugado.
Qué cosas tiene
la vida. Puigdemont ha pasado de ser ese presidente de escalera que
amenazaba a todo quisqui con hacer obras mayores, tocando paredes
maestras que afectaban la estructura del edificio, sin permisos ni un
arquitecto que revisase los planos, forzando a toda la escalera a pagar
el gasto sin poder opinar, a ser un vecino apestado, aislado, denostado
incluso por aquellos que lo eligieron.
Es un mal
vecino, sí, y muchos ya lo advertimos en su día. A ver si el
administrador de la finca nos convoca y elegimos a alguien más serio.
Porque su realquilado Torra es como él.
MIQUEL GIMÉNEZ Vía VOZ PÓPULI
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