Sergi Sabrià, portavoz de ERC en el Parlament.
EFE
El fantasma de un nuevo tripartito recorre Barcelona. Y casi calcado al que presidieron los amigos Maragall y Montilla. Otra vez el PSC arrastrando al viejo PSOE hacia los arrecifes. Es el sueño de Miquel Iceta que ha hecho suyo Pedro Sánchez,
la jugada política que podría asentarle en Moncloa sobre la base de un
pacto para “pacificar” Cataluña que pasa por la previa ruptura del
bloque separatista. Un tripartito en
Barcelona y otro en Madrid. La fórmula mágica para el presidente por
accidente se basa en reeditar el tripartito que gobernó la Generalidad
entre diciembre de 2003 y diciembre de 2010, primero bajo la presidencia
de Pasqual Maragall, y de José Montilla
después. Los protagonistas serían casi idénticos (PSC-ERC-En
Comú-Podem), con la sustitución de menor cuantía de Iniciativa per
Catalunya Verds (ICV) por la marca catalana de Unidos Podemos. Dar el
primer paso en Barcelona y reeditar a continuación la fórmula en Madrid,
esta vez con un Gobierno presidido por Sánchez en el que se integrarían
Podemos y ERC, y al que podría sumarse de mil amores el PNV.
La clave del arco, en ambos casos, descansa en Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), convertido, tras lo ocurrido anteayer martes en el Parlamento catalán,
en ese nacionalismo “bueno” con el que desde hace tiempo vienen dando
la matraca los medios de comunicación próximos al sanchismo, según la
cual hay nacionalismo malo, malísimo, el que hoy representa el prófugo
de Waterloo, con el que no se puede ir ni a cobrar una herencia, pero hay un nacionalismo
“bueno” con el que se puede llegar perfectamente a pactos confortables
para todos, pelillos a la mar, más o menos dentro del marco de la
Constitución del 78. La satisfacción era ayer general tanto en Ferraz
como en la propia Moncloa. “Nosotros venimos lanzando la caña del
diálogo con la fe del pescador poco o nada convencido de poder llevarse
algo a casa, pero la verdad es que ayer nos vimos gratamente
sorprendidos por el tamaño del bicho que picó el anzuelo. La ruptura
entre ERC y JxCat es real y es muy importante. A partir de aquí podrían
pasar muchas cosas”, asegura una fuente cercana a la Moncloa.
La clave del arco, en ambos casos, descansa en ERC, convertido, tras lo ocurrido anteayer martes en el Parlamento catalán
Gran acierto estratégico del bailarín Iceta, al apoyar con sus votos en el Parlament la propuesta de ERC y del presidente de la Cámara, Torrent, de negar el voto a Puigdemont y sus acólitos refugiados en Bélgica e inhabilitados por el juez Llarena.
Un auténtico “cop de falç” que dejó al bloque independentista partido
en dos, colocándole en minoría y haciéndole perder la votación de las
propuestas de resolución más importantes del debate de política general,
que de eso iba la cosa. La soldadura de esa herida parece imposible, de
modo que la convocatoria de nuevas elecciones se abre paso
aceleradamente. La decisión está en manos de ese peso muerto que es hoy
el nazi Torra, presidente de la
Generalidad, quien podría apretar el botón electoral en cualquier
momento a partir del 27 de octubre, es decir, en 15 días.
Un
paso obligado para hacer realidad ese nuevo tripartito con el que
sueñan Iceta y el propio Sánchez, y cuya tarea fundamental consistiría
en redactar un nuevo Estatuto para Cataluña, en línea con lo adelantado
por el actual inquilino de Moncloa. Se repite el error que cometió el
mendaz Zapatero cuando, en un Palau San
Jordi lleno a rebosar, pronunció el 13 de noviembre de 2003 aquella
frase que acabaría dando alas al independentismo: “Apoyaré la reforma
del Estatuto que apruebe el Parlamento
catalán”. El 17 de julio de este año, y en escenario tan solemne como el
Congreso de los Diputados, Sánchez avanzó su intención de “votar un
nuevo Estatuto para resolver la crisis catalana”.
Vuelta la burra al trigo. “Avanzar en la vigencia del marco estatutario
no será fácil, y va a exigir determinación, templanza, sentido de
Estado y generosidad por las partes”. ¿Cuánto de generoso quiere ser este nuevo ZP2 que nos ha caído en suerte? ¿Qué se puede dar, al margen de dinero, que eso siempre viene bien a cualquier nacionalista, a una Comunidad Autónoma que ya dispone de más competencias que muchos estados federados del ancho mundo?
Nuevo Estatuto y nuevo Pacto del Tinell
Un
nuevo Estatuto y un nuevo Pacto del Tinell destinado a aislar otra vez y
dejar fuera de juego, en Madrid y en Barcelona, a la media España
representada por el centro derecha en sus distintas versiones.
Naturalmente que el hombre propone y Dios dispone, que dicen en mi
pueblo. Las dificultades para sacar adelante este diseño son muchas,
casi insalvables. Empezando porque los chicos de ERC,
con su líder natural en prisión, tendrían que echarle un par de huevos
para, con el turbión separatista que lo ha anegado todo en Cataluña
estos años, presentarse ahora ante un electorado al que has lavado el
cerebro como “sostén” del PSC-PSOE en
Barcelona y Madrid. Hace falta valor, hace falta valor, ven a la escuela
de calor. Y continuando porque en medio de este escenario caerá cual
bomba nuclear la sentencia del Tribunal Supremo sobre los líderes del
“procés” encausados (por cierto, ¿alguien se acuerda ya del famoso prusés?), una oportunidad que las huestes de Puigdemont tratarán de sacar partido provocando el arreón final del dragón que se niega a inclinar la cerviz.
Por
no hablar, naturalmente, de los efectos que esa nueva coyunda entre
socialismo y nacionalismo podría provocar por las cuatro esquinas de la
Iberia, pongamos que hablo de la Andalucía de Susana Díaz,
por no mencionar otras regiones. Pelillos a la mar: “La determinación
tanto de PSC como de buena parte de ERC, no de toda ERC, de repetir la
fórmula del tripartito es total, a pesar de que ambas partes son muy
conscientes de las dificultes de la operación”, asegura una fuente al
tanto de los pormenores del invento. De hecho hay quien ha efectuado una
lectura muy particular de una noticia aparecida el martes en este diario, relativa a la visita girada este lunes a la prisión de Lledoners por el presidente de la CEOE, Juan Rosell –durante 16 años presidente de la catalana Foment del Treball–, y por el secretario general de UGT, Josep Maria Álvarez –durante 26 años secretario general de UGT en Catalunya-, para entrevistarse con el preso número 9 Oriol Junqueras, episodio que enmarcan en el intento de involucrar a los agentes sociales en la negociación del nuevo tripartito.
Tanto esfuerzo no tendría sentido para los personalísimos
planes de ese psicópata del poder que es Pedro Sánchez si no
contemplara la expectativa de replicar en Madrid, para España entera, el
modelo de tripartito que desean reimplantar en Cataluña, naturalmente
después de la celebración de elecciones generales. En un escenario donde
no se prevén vuelcos significativos en el voto de los españoles, la
suma de diputados de PSOE, Podemos y ERC, con el apoyo circunstancial del PNV
y algún canario, podría dar de sobra para aupar al doctor Sánchez a la
presidencia del Gobierno, tras el correspondiente proceso de
investidura, si no en primera vuelta sí en segunda. Es lo que hay, y
ante esa realidad convendría que PP y Ciudadanos se pusieran las pilas
para tratar de ahorrar a este país la experiencia de un Gobierno nacionalsocialista. Oído cocina.
JESÚS CACHO Vía VOZ PÓPULI
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