Pedro Sánchez aparece como el líder mejor valorado y el PSOE sería el más votado incluso con la cocina tradicional del CIS. Aun así, hay datos que apuntan al desgaste en tres meses
Pedro Sánchez, en el Senado. (EFE)
Año 2018. El CIS está dirigido por José Félix Tezanos, que ha impuesto un nuevo método para estimar el voto que hace que todo sea favorable a Pedro Sánchez. ¿Todo? No. En las tripas de la encuesta, más allá de la estimación de voto —en la que ganaría el PSOE incluso con la cocina tradicional del CIS—, hay alguna nube negra para el presidente del Gobierno:
sube ocho puntos en un trimestre el porcentaje de sus votantes que no
confían en él, la valoración del Gobierno baja y el indicador de
confianza económica es el menor en dos años. Como con el nuevo CIS la
estimación de voto no es comparable a los anteriores, conviene no
quedarse con eso.
El dato más esperado del CIS es la estimación de voto. Hasta ahora, el instituto oficial lo publicaba trimestralmente, y como su muestra es la mayor y es la oficial solía generar tanta expectación como debate y acusaciones de pucherazo en la cocina. El catedrático de sociología José Félix Tezanos fue designado presidente en junio, procedente de la ejecutiva federal del PSOE, y ha aumentado la muestra (hasta 3.000 encuestados) y la periodicidad (una vez al mes). Además, ha acabado con la cocina —considera que es poco científica y transparente—, de forma que traslada a estimación de voto lo que la gente contestaba en la encuesta (intención directa de voto) sumado a la simpatía para aquellos que no contestaban.
Los datos se cocinaban para evitar la sobrerrepresentación que tradicionalmente el PSOE tiene en esta encuesta. Como ejemplo, en el último barómetro el 26,9% de los encuestados dice que votó al PSOE en 2016. En realidad sacó cinco puntos menos en las urnas. Eso es un indicador que apunta que en la muestra hay proporcionalmente más socialistas que en el cuerpo electoral. Al PP, y en menor medida a Podemos, les ocurre lo contrario. Los populares obtienen en la encuesta un recuerdo de voto 11 puntos inferior a su resultado electoral. Por eso el CIS ponderaba en función del recuerdo de voto y de alguna forma daba más peso a los votantes declarados del PP. Según los críticos esto frenaba la dinámica de cambio.
Hay que tener en cuenta que la serie de "estimación de voto" ya NO VALE. Se ha roto porque el método de cálculo no es comparable. Así que, cerramos una etapa de 22 años y entramos en otra nueva.
El resultado al no aplicar cocina es que, como pasó en septiembre, el PSOE se dispara muy por encima del resto de partidos. En el barómetro del jueves, el PSOE obtiene un 31,6% de estimación de voto (1,1 puntos más que en septiembre); Ciudadanos adelanta al PP de Pablo Casado y se coloca segundo, con el 21% (19,6% en septiembre); el PP baja del 20,8% al 18,2%, y Podemos sube del 16,1% al 17,3%. Con cocina, el PSOE saldría también primero en estimación de voto, pero con el PP segundo y a menor distancia, según los expertos consultados, que han aplicado diversos modelos. Es decir, el PSOE, que hace unos meses estaba casi peleando en las encuestas por el cuarto puesto, seguiría primero en estimación de voto sin cambiar el método.
Salvo el PSOE, la oposición recibió los datos del CIS con escepticismo. "Si eso fuera así, ya estaríamos votando en elecciones", comentó con sorna en el patio del Congreso un diputado de Ciudadanos, un partido beneficiado en el barómetro: "Hay que estudiarlo", fue su cautela. A destriparlo es a lo que se lanzaron los expertos. Andrés Medina, analista de la consultora electoral Public y persona muy respetada en el sector, explica que hay cosas positivas en el nuevo CIS: "Técnicamente, ha empezado a hacer dos cosas que están bien: ha ampliado la muestra, lo que nos da mayor capacidad para investigar, y además la publica antes".
Medina recomienda no fijarse en la estimación de voto porque el CIS "ya no hace una estimación como tal"
y se ha roto una serie de 22 años —aunque con variaciones dentro de la
cocina usada, que no era transparente—. De hecho, el CIS avisa en su
nota metodológica de que cuando habla de "porcentaje de voto sobre
censo, porcentaje de voto sobre voto válido o porcentaje de voto a
candidaturas", no hay un modelo complejo detrás: "La expresión en una u
otra presentación se realiza mediante una regla de tres simple. En ningún caso representa un modelo de estimación de voto".
Detrás de ese dato positivo para el PSOE hay brotes negros para los socialistas. "Nos entretendremos mirando si el PP está a la mitad de voto del PSOE, pero hay datos que hablan de un desgaste acelerado del Gobierno en cuatro meses", añade Medina. En el barómetro de julio, el 65,7% de los votantes del PSOE decía tener mucha o bastante confianza en Pedro Sánchez. En este CIS, ese porcentaje baja al 59,5%, seis puntos menos. Peor que eso es que ahora el 38,1% de los que se declaran votantes del PSOE declara poca o ninguna confianza en Sánchez (frente al 30% de julio). Ocho puntos en un trimestre en que el Gobierno apenas ha tenido que tomar medidas impopulares.
En abril de 2012, cuando Rajoy llevaba tres meses en Moncloa, el porcentaje de votantes del PP que no confiaba en él era del 28,3%, 10 puntos menos que con Sánchez. Eso sí, respecto a enero de ese año, la desconfianza de votantes del PP subió 12,5 puntos, más que con el actual presidente entre sus votantes. Nada más llegar al Gobierno, Rajoy anunció recortes por valor de 8.900 millones y subió impuestos para luchar contra el déficit, y Sánchez ha anunciado medidas de gasto.
Otro panorama sombrío para el Ejecutivo es la percepción de la economía que desvela el CIS. Hay factores internacionales, como los problemas en Italia, la ralentización del turismo por la vuelta a la normalidad en el norte de África y la guerra comercial de Trump. El indicador de confianza económica es el más bajo en dos años, y el de expectativas económicas es el más bajo desde 2013, en los momentos más duros de la crisis. La decisión de Sánchez de no convocar elecciones y aguantar mínimo hasta otoño de 2019 tiene uno de sus puntos débiles en la economía.
Además, la valoración de la gestión del Gobierno cae seis puntos en el último trimestre y no aprueba ningún ministro —un dato tradicional en anteriores ejecutivos—. Pedro Sánchez sí es el líder mejor valorado, con una nota de 4,16, algo más que hace un mes. En su segundo barómetro tras ganar el congreso del PP, Casado baja del 3,56 al 3,25 y Rivera desciende del 3,93 al 3,81. Pablo Iglesias pasa del 3,07 al 3,11. Alberto Garzón, coordinador de IU, sube desde el 3,79 al 4,08. Sin embargo, al mirar la puntuación que dan a cada líder los votantes de sus partidos, Rivera es el más valorado (6,5), seguido de Casado (6,3) y Pablo Iglesias y Pedro Sánchez (los dos, un 6,2).
Ciencia y brujería en el CIS: ¿quién engaña a quién?
El dato más esperado del CIS es la estimación de voto. Hasta ahora, el instituto oficial lo publicaba trimestralmente, y como su muestra es la mayor y es la oficial solía generar tanta expectación como debate y acusaciones de pucherazo en la cocina. El catedrático de sociología José Félix Tezanos fue designado presidente en junio, procedente de la ejecutiva federal del PSOE, y ha aumentado la muestra (hasta 3.000 encuestados) y la periodicidad (una vez al mes). Además, ha acabado con la cocina —considera que es poco científica y transparente—, de forma que traslada a estimación de voto lo que la gente contestaba en la encuesta (intención directa de voto) sumado a la simpatía para aquellos que no contestaban.
Los datos se cocinaban para evitar la sobrerrepresentación que tradicionalmente el PSOE tiene en esta encuesta. Como ejemplo, en el último barómetro el 26,9% de los encuestados dice que votó al PSOE en 2016. En realidad sacó cinco puntos menos en las urnas. Eso es un indicador que apunta que en la muestra hay proporcionalmente más socialistas que en el cuerpo electoral. Al PP, y en menor medida a Podemos, les ocurre lo contrario. Los populares obtienen en la encuesta un recuerdo de voto 11 puntos inferior a su resultado electoral. Por eso el CIS ponderaba en función del recuerdo de voto y de alguna forma daba más peso a los votantes declarados del PP. Según los críticos esto frenaba la dinámica de cambio.
Hay que tener en cuenta que la serie de "estimación de voto" ya NO VALE. Se ha roto porque el método de cálculo no es comparable. Así que, cerramos una etapa de 22 años y entramos en otra nueva.
El resultado al no aplicar cocina es que, como pasó en septiembre, el PSOE se dispara muy por encima del resto de partidos. En el barómetro del jueves, el PSOE obtiene un 31,6% de estimación de voto (1,1 puntos más que en septiembre); Ciudadanos adelanta al PP de Pablo Casado y se coloca segundo, con el 21% (19,6% en septiembre); el PP baja del 20,8% al 18,2%, y Podemos sube del 16,1% al 17,3%. Con cocina, el PSOE saldría también primero en estimación de voto, pero con el PP segundo y a menor distancia, según los expertos consultados, que han aplicado diversos modelos. Es decir, el PSOE, que hace unos meses estaba casi peleando en las encuestas por el cuarto puesto, seguiría primero en estimación de voto sin cambiar el método.
Salvo el PSOE, la oposición recibió los datos del CIS con escepticismo. "Si eso fuera así, ya estaríamos votando en elecciones", comentó con sorna en el patio del Congreso un diputado de Ciudadanos, un partido beneficiado en el barómetro: "Hay que estudiarlo", fue su cautela. A destriparlo es a lo que se lanzaron los expertos. Andrés Medina, analista de la consultora electoral Public y persona muy respetada en el sector, explica que hay cosas positivas en el nuevo CIS: "Técnicamente, ha empezado a hacer dos cosas que están bien: ha ampliado la muestra, lo que nos da mayor capacidad para investigar, y además la publica antes".
El CIS admite una "una regla de tres simple" en las estimaciones de voto que publica
Detrás de ese dato positivo para el PSOE hay brotes negros para los socialistas. "Nos entretendremos mirando si el PP está a la mitad de voto del PSOE, pero hay datos que hablan de un desgaste acelerado del Gobierno en cuatro meses", añade Medina. En el barómetro de julio, el 65,7% de los votantes del PSOE decía tener mucha o bastante confianza en Pedro Sánchez. En este CIS, ese porcentaje baja al 59,5%, seis puntos menos. Peor que eso es que ahora el 38,1% de los que se declaran votantes del PSOE declara poca o ninguna confianza en Sánchez (frente al 30% de julio). Ocho puntos en un trimestre en que el Gobierno apenas ha tenido que tomar medidas impopulares.
En abril de 2012, cuando Rajoy llevaba tres meses en Moncloa, el porcentaje de votantes del PP que no confiaba en él era del 28,3%, 10 puntos menos que con Sánchez. Eso sí, respecto a enero de ese año, la desconfianza de votantes del PP subió 12,5 puntos, más que con el actual presidente entre sus votantes. Nada más llegar al Gobierno, Rajoy anunció recortes por valor de 8.900 millones y subió impuestos para luchar contra el déficit, y Sánchez ha anunciado medidas de gasto.
Otro panorama sombrío para el Ejecutivo es la percepción de la economía que desvela el CIS. Hay factores internacionales, como los problemas en Italia, la ralentización del turismo por la vuelta a la normalidad en el norte de África y la guerra comercial de Trump. El indicador de confianza económica es el más bajo en dos años, y el de expectativas económicas es el más bajo desde 2013, en los momentos más duros de la crisis. La decisión de Sánchez de no convocar elecciones y aguantar mínimo hasta otoño de 2019 tiene uno de sus puntos débiles en la economía.
Además, la valoración de la gestión del Gobierno cae seis puntos en el último trimestre y no aprueba ningún ministro —un dato tradicional en anteriores ejecutivos—. Pedro Sánchez sí es el líder mejor valorado, con una nota de 4,16, algo más que hace un mes. En su segundo barómetro tras ganar el congreso del PP, Casado baja del 3,56 al 3,25 y Rivera desciende del 3,93 al 3,81. Pablo Iglesias pasa del 3,07 al 3,11. Alberto Garzón, coordinador de IU, sube desde el 3,79 al 4,08. Sin embargo, al mirar la puntuación que dan a cada líder los votantes de sus partidos, Rivera es el más valorado (6,5), seguido de Casado (6,3) y Pablo Iglesias y Pedro Sánchez (los dos, un 6,2).
Aunque en estimación de voto el PP no carbura y tampoco lo hace la valoración de Pablo Casado, hay algún indicador que puede gustar al líder del PP. En abril, con Rajoy en Moncloa, el 56,4% de los votantes del PP decía que volvería a votar al partido; en julio, con el congreso del PP, era del 50,7%,
y ahora es del 60%. Es decir, aumenta la retención de voto del PP.
Sigue lejos de la que tienen otros partidos —PSOE (74,9%), Ciudadanos
(75,4%) o Podemos (69,7%)—, pero frena una caída entre sus propios
votantes y el trasvase de votantes hacia Ciudadanos. Lo primero para salir
del hoyo es dejar de cavar.
RAFAEL MÉNDEZ y JESÚS ESCUDERO Vía EL CONFIDENCIAL
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