Translate

domingo, 14 de octubre de 2018

LA 'NOLUNTAD' NACIONAL


/NPO


Cuenta Unamuno que, cuando un amigo le preguntó que qué quería España le contestó: "No quiere nada. España quiere que la dejen en paz. Y así hasta Dios la deja de su mano" (La Noluntad Nacional, Revista España, 1915). Rescaté esta cita cuando comprobé que algunos de mis compañeros de Gabinete no compartían mi entusiasmo por Gibraltar y, sobre todo, cuando mi sucesor en Santa Cruz, Josep Borrell, anunció que renunciaba a plantear la cuestión de la soberanía compartida a cambio de que los gibraltareños prometiesen no exagerar en el contrabando de tabaco, en las prácticas fiscales abusivas, en la discriminación a los trabajadores españoles o en el expolio del medio ambiente. Por no reclamar, ni siquiera plantea una administración conjunta de un aeropuerto que está situado en un istmo y unas aguas que nunca fueron cedidas.
La noluntad nacional en el caso de Gibraltar se explica francamente mal cuando es notorio que la legalidad internacional está claramente de nuestra parte. Pero antes de entrar en materia, quiero aclarar que no hay un Gibraltar; hay cuatro Gibraltares diferentes: el territorio cedido en Utrecht, las aguas que rodean la Roca, el istmo y el Campo de Gibraltar, de soberanía española pero económicamente dependiente del Peñón.
El Reino Unido se agarra al Tratado de Utrecht para legitimar la ocupación de los tres Gibraltares británicos. Sin embargo, Utrecht sólo legitima la ocupación de la fortaleza y el puerto de Gibraltar, pero no la de las aguas que rodean el Peñón ni mucho menos la del istmo que fue temporalmente cedido por España para atender a las víctimas de la fiebre amarilla (1854) y que nunca nos fue devuelto. Conviene subrayar que el Tratado de Utrecht se cuida de especificar que si el Reino Unido decide renunciar a sus derechos, Gibraltar retornaría a soberanía española.
Aviso a navegantes: en relación con Gibraltar no sólo hay un contencioso de soberanía, hay también un problema económico de primera magnitud. Gibraltar es un territorio offshore que vive en buena parte gracias a tres motores: tabaco, juego y fiscalidad. Y los tres nos perjudican seriamente. Y vive tan estupendamente que es hoy la tercera economía del mundo en cuestión de renta per cápita, solo por detrás de Qatar y Luxemburgo.
La realidad a pocos metros del Peñón es bien diferente. La renta per cápita en el Campo de Gibraltar -el cuarto Gibraltar- es una de las más bajas de España y unas seis veces inferior a la de Gibraltar. Con razón se ha dicho que el Reino Unido tiene una colonia en Gibraltar y Gibraltar tiene una colonia en el Campo de Gibraltar. Mientras el Campo no se desarrolle económicamente, será difícil que sus habitantes apoyen la soberanía compartida. Y eso a pesar de que los trabajadores españoles cobran salarios más bajos y pagan las mismas cotizaciones que los residentes pero no tienen los mismos beneficios: viviendas de protección oficial, becas universitarias, reducción en los préstamos hipotecarios y complementos de pensión (Community Care y Household Cost Allowance).
La Asamblea General de las Naciones Unidas ha declarado en reiteradas ocasiones que Gibraltar es una colonia que quebranta la integridad territorial de España y que el Reino Unido y España deben mediante negociaciones bilaterales proceder a su descolonización, teniendo en cuenta los intereses -que no los deseos- de los llanitos. En otras palabras, en Gibraltar prima el principio de integridad sobre el de autodeterminación.
El llamamiento de Naciones Unidas al diálogo dio lugar a las Declaraciones de Lisboa (1980) y Bruselas (1984), por las que España y el Reino Unido se comprometen a solucionar todas las diferencias sobre el Peñón, incluidos los asuntos de soberanía. El único fruto de estas conversaciones fue el restablecimiento de las comunicaciones terrestres ante la amenaza británica de bloquear nuestro ingreso en la OTAN y en la Unión Europea. Ningún contacto más hasta que, a principios de siglo, Aznar y Blair empiezan hablar de soberanía compartida; conversaciones que por desgracia no llegaron a ningún puerto. Y después otra vez el silencio.
Y así llegamos al Brexit. Es importantísimo recordar que Gibraltar "no forma parte del Reino Unido" (STJ la UE de 13 de junio de 2017) y, en consecuencia, los Tratados Europeos son aplicables a Gibraltar sólo en cuanto un Estado miembro -el Reino Unido- gestiona sus relaciones exteriores (STJ de la UE de 23 de septiembre de 2003). Cuando el Reino Unido abandone la UE, la abandonará también Gibraltar, salvo que otro Estado Miembro se haga responsable de su política exterior.
Si, como he dicho, Gibraltar no forma parte del Reino Unido, es claro que en las negociaciones UE-UK no se puede hablar de Gibraltar sin el expreso consentimiento de España. Eso es lo que transmití a Bruselas y a las Cancillerías europeas (carta de 28 septiembre 2016). Y eso es lo que acordó el Consejo Europeo cuando dictaminó que "una vez que el Reino Unido haya abandonado la Unión, ningún acuerdo entre la UE y el Reino Unido podrá aplicarse al territorio de Gibraltar sin el acuerdo entre el Reino de España y el Reino Unido" (29 abril 2017). Por primera vez desde 1713, España tiene todos los ases en la mano.
La carta a la que me acabo de referir adjuntaba un aide-mémoire en el que se concretaban las líneas básicas de la propuesta española:
- España y el Reino Unido serían responsables en régimen de soberanía compartida de la política exterior, defensa, inmigración y asilo del Peñón. Los Tratados Europeos seguirían aplicándose en Gibraltar como hasta ahora (art. 355.3 TFUE)
- Gibraltar disfrutaría en todos los demás ámbitos de un grado de autonomía similar al actual, según lo establecido en el artículo 144 b) de la Constitución española.
- Los gibraltareños se beneficiarían de un estatus personal que les permita adquirir la nacionalidad española sin tener que renunciar a la británica.
- Los trabajadores españoles en Gibraltar gozarían de los mismos beneficios que los trabajadores autóctonos.
- Se pondría en marcha una zona económica especial (Peñón, Campo de Gibraltar e incluso Ceuta) para absorber buena parte del comercio que transita por el Estrecho y que hoy se dirige a otros puertos europeos.
- Esto exigiría un plan de rehabilitación integral del área que rodea al Peñón, actualmente extraordinariamente degradada. Mientras esto no se haga es ilusorio pensar que las empresas puedan establecerse en esta zona. Plan de rehabilitación que daría empleo a muchos de los españoles que trabajan en la Roca.
- Las inversiones de la UE en el área del Magreb para garantizar la seguridad e intentar encauzar la inmigración abren oportunidades nuevas a las empresas multinacionales. El Corredor Mediterráneo contribuirá también a facilitar el transporte de mercancías desde el área de Gibraltar y países vecinos al norte de Europa.
Conclusión: la disputa bilateral entre el Reino Unido y España sobre de Gibraltar se remonta a 1713. Gibraltar es hoy en día un territorio sujeto a descolonización, según las Naciones Unidas. Las conversaciones bilaterales entre España y el Reino Unido para resolver el conflicto han fracasado. Este desacuerdo bilateral está bloqueando muchas regulaciones de la UE. El Brexit nos presenta una oportunidad para desbloquear el conflicto bilateral y el bloqueo de la regulación de la UE. España debería proponer una fórmula de soberanía compartida que podría ser una solución de win-win (ganar-ganar) para todos los lados. En primer lugar, Gibraltar quedaría dentro de la UE. En segundo lugar, desaparecería el problema de bloqueo de las regulaciones de la UE. En tercer lugar, los gibraltareños disfrutarían de un beneficioso estado personal que podría contemplar, por ejemplo, doble nacionalidad. En cuarto lugar, se otorgaría un alto grado de autonomía a este territorio. Y, finalmente, permitiría desarrollar económicamente el Campo de Gibraltar que, desde hace muchos años, se encuentra en una situación lamentable.

                                      JOSÉ MANUEL GARCÍA-MARGALLO* Vía EL MUNDO
*José Manuel García-Margallo es diputado del Partido Popular y ex ministro de Asuntos Exteriores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario