Lo que subyace en este culebrón de reuniones, anuncios, filias y fobias no es sino algo tan humano como los celos del 'expresident' catalán respecto al encarcelado Junqueras
El 'expresident' Carles Puigdemont, en la presentación de su libro 'La crisis catalana'. (Reuters)
Lo de Quim Torra
con el Govern es lo más parecido a un contrato a tiempo parcial. En la
plaza Sant Jaume, ni está ni se le espera. De los casi cinco meses que
lleva como ‘president’ de la Generalitat, se ha visto obligado a ceder
la vara de mando en casi 20 ocasiones a su segundo de a bordo, Pere
Aragonès. Ayer en Suiza, hoy en Bélgica, se pasa el mandato yendo de
peregrinaciones en busca del milagro. Para su desgracia, por mucha
capilla que los fieles levanten frente a ‘can Puigdemont’, Waterloo está lejos de parecerse a Lourdes.
El fracaso de la dupla Torra/Puigdemont se visualizará este lunes en la reunión que mantendrán ambos políticos en Bélgica. Lo que iba a ser la gran cumbre del independentismo, con presencia del Govern, diputados de las distintas formaciones y representantes de ANC y Òmnium, acaso un producto de 'marketing' improvisado desde Waterloo para recuperar la iniciativa con respecto a ERC, se ha quedado en un simple vis a vis por plante de la claque.
Lo que subyace en este culebrón de reuniones, anuncios, filias y fobias no es sino algo tan humano como los celos de Puigdemont respecto al encarcelado Junqueras. Todo ello porque en la batalla que disputan ‘puigdemontistas’ y republicanos por el liderazgo del secesionismo catalán, los segundos van ganando y ampliando la ventaja. Basten cinco ejemplos:
Al tiempo que los líderes independentistas hacen mutis por el foro a las llamadas que reciben desde Waterloo, el centro penitenciario de Lledoners, donde se encuentra el que fuera vicepresidente de la Generalitat, es un tráfago de ir y venir de gente. El viernes pasado, coincidiendo con la visita de Pablo Iglesias, acudieron otras 17 personalidades. Con Junqueras se han reunido el líder de Podemos, el presidente de la patronal, Juan Rosell, y el líder de UGT, Pepe Álvarez, entre otros.
Uno de los últimos sondeos es el que ‘El Periódico’ publicó sobre las elecciones al Ayuntamiento de Barcelona. Según esta encuesta, elaborada por el Gabinet d’Estudis Socials i Opinió Pública (Gesop) del 2 al 4 de octubre, ERC ganaría las municipales con entre 10 y 11 concejales, los mismos con los que Ada Colau consiguió el consistorio. El PDeCAT, en cambio, se hundiría.
Mientras Puigdemont y Torra discuten si son galgos o podencos, si la Crida o PDeCAT, si Graupera o Mascarell, con motivo de los comicios en ciernes, los republicanos han aprovechado la ocasión y se han anticipado con los anuncios de candidatos.
Primero, nombrando a Ernest Maragall como cabeza de lista para Barcelona. Ahora que en determinados ambientes se está tratando de recuperar el ‘espíritu’ de Pasqual Maragall para desencallar la crisis catalana, qué mejor que su hermano como reclamo para la alcaldía. Y segundo, designando a Oriol Junqueras para las europeas. Puigdemont, que se había planteado hacer lo propio a pesar de los problemas logísticos aparejados, se queda así sin dar el paso para evitar la impresión de seguidismo.
A pesar de los ultimátums de Torra, los ministros del Gobierno de España y los ‘consellers’ han hecho oídos sordos a las amenazas y han celebrado una veintena de reuniones para asuntos del día a día, tal y como contabilizaba ‘La Vanguardia’. Los republicanos viajan mucho a Madrid y se han convertido en interlocutores válidos para el Gobierno de Sánchez. “La gente no se acuerda, pero hasta Tarradellas, epítome del republicanismo catalán, pactó con el Estado. Ellos son así”, señalan desde las filas de sus ‘rivales’ de JxCAT.
Al margen de la pirotecnia de Iglesias en Lledoners, uno de los encuentros más relevantes fue el del Ministerio de Economía entre Nadia Calviño y Pere Aragonès, con el foco puesto en los Presupuestos Generales del Estado (PGE).
Aunque en el Gobierno de Madrid dan por hecho que finalmente conseguirán el ‘nihil obstat’ de los republicanos para sacar adelante los PGE, en ERC se sonríen maliciosamente por la seguridad que muestran algunos ministros. Los independentistas, que saben que se trata de un partido de medio plazo y que hay tiempo para tejer y destejer, piden hechos y no gestos. Igual que han hecho llamamientos de forma recurrente para que el Gobierno inste a la Fiscalía a reconsiderar la situación de los presos, ahora concentran sus esfuerzos en el final de la prisión preventiva. Hasta el Fútbol Club Barcelona se ha desmarcado con un tuit en este sentido.
Bien por incomparecencia, bien por dejación de funciones —como cuando espoleaba a los CDR: “Apretáis y hacéis bien en apretar”—, Torra, la gran apuesta de Puigdemont, se encuentra cada vez más débil y aislado. Ha perdido ascendencia con sus ‘consellers’. Tanto con los de ERC como con los suyos, los de JxCAT, más concienciados con la vía del diálogo con Madrid que su propio presidente, al que consideran la pata más débil del Govern.
Tampoco Puigdemont se muestra optimista con la deriva de Torra en las últimas semanas. Considera que no representa correctamente su papel de activista y malogra el poder vicario con el que le ha ungido. Lo explicaba Joan Tapia el fin de semana: “El liderazgo de Waterloo sobre el independentismo se va agotando porque su delegado en Barcelona, Quim Torra, muestra mucha incapacidad”. Es como si unos y otros, por diferentes motivos, estuvieran extendiendo una alfombra roja al ‘president’ para que se lo vaya ‘pensando’.
Hoy como ayer, Puigdemont y su clon en la Generalitat son conscientes de que van por detrás de Esquerra, y hoy como ayer, están dispuestos a tensionar la calle y malograr un calendario que favorece a su ‘rival’ Junqueras. Primero, tal y como informa Marcos Lamelas, dinamitando las negociaciones presupuestarias con Madrid; luego, denunciando esa ‘vía posibilista’, tan del gusto del nuevo Govern, que aleja Cataluña de la república que demandan los CDR.
“Las encuestas a Esquerra siempre le salen muy bien y luego los resultados, muy mal”, señalan confiados en JxCAT. “Pasó en las europeas, pasó en las generales y les pasó flagrantemente en el Parlamento catalán el pasado mes de diciembre. Ahora, más de lo mismo”.
NACHO CARDERO Vía EL CONFIDENCIAL
El fracaso de la dupla Torra/Puigdemont se visualizará este lunes en la reunión que mantendrán ambos políticos en Bélgica. Lo que iba a ser la gran cumbre del independentismo, con presencia del Govern, diputados de las distintas formaciones y representantes de ANC y Òmnium, acaso un producto de 'marketing' improvisado desde Waterloo para recuperar la iniciativa con respecto a ERC, se ha quedado en un simple vis a vis por plante de la claque.
Lo que subyace en este culebrón de reuniones, anuncios, filias y fobias no es sino algo tan humano como los celos de Puigdemont respecto al encarcelado Junqueras. Todo ello porque en la batalla que disputan ‘puigdemontistas’ y republicanos por el liderazgo del secesionismo catalán, los segundos van ganando y ampliando la ventaja. Basten cinco ejemplos:
1.- Junqueras ‘ejerce’ desde Lledoners
Al tiempo que los líderes independentistas hacen mutis por el foro a las llamadas que reciben desde Waterloo, el centro penitenciario de Lledoners, donde se encuentra el que fuera vicepresidente de la Generalitat, es un tráfago de ir y venir de gente. El viernes pasado, coincidiendo con la visita de Pablo Iglesias, acudieron otras 17 personalidades. Con Junqueras se han reunido el líder de Podemos, el presidente de la patronal, Juan Rosell, y el líder de UGT, Pepe Álvarez, entre otros.
2.- Las encuestas sonríen a ERC
Uno de los últimos sondeos es el que ‘El Periódico’ publicó sobre las elecciones al Ayuntamiento de Barcelona. Según esta encuesta, elaborada por el Gabinet d’Estudis Socials i Opinió Pública (Gesop) del 2 al 4 de octubre, ERC ganaría las municipales con entre 10 y 11 concejales, los mismos con los que Ada Colau consiguió el consistorio. El PDeCAT, en cambio, se hundiría.
3.- Anticipación con los candidatos
Mientras Puigdemont y Torra discuten si son galgos o podencos, si la Crida o PDeCAT, si Graupera o Mascarell, con motivo de los comicios en ciernes, los republicanos han aprovechado la ocasión y se han anticipado con los anuncios de candidatos.
Primero, nombrando a Ernest Maragall como cabeza de lista para Barcelona. Ahora que en determinados ambientes se está tratando de recuperar el ‘espíritu’ de Pasqual Maragall para desencallar la crisis catalana, qué mejor que su hermano como reclamo para la alcaldía. Y segundo, designando a Oriol Junqueras para las europeas. Puigdemont, que se había planteado hacer lo propio a pesar de los problemas logísticos aparejados, se queda así sin dar el paso para evitar la impresión de seguidismo.
4.- Los republicanos viajan en AVE
A pesar de los ultimátums de Torra, los ministros del Gobierno de España y los ‘consellers’ han hecho oídos sordos a las amenazas y han celebrado una veintena de reuniones para asuntos del día a día, tal y como contabilizaba ‘La Vanguardia’. Los republicanos viajan mucho a Madrid y se han convertido en interlocutores válidos para el Gobierno de Sánchez. “La gente no se acuerda, pero hasta Tarradellas, epítome del republicanismo catalán, pactó con el Estado. Ellos son así”, señalan desde las filas de sus ‘rivales’ de JxCAT.
Al margen de la pirotecnia de Iglesias en Lledoners, uno de los encuentros más relevantes fue el del Ministerio de Economía entre Nadia Calviño y Pere Aragonès, con el foco puesto en los Presupuestos Generales del Estado (PGE).
Aunque en el Gobierno de Madrid dan por hecho que finalmente conseguirán el ‘nihil obstat’ de los republicanos para sacar adelante los PGE, en ERC se sonríen maliciosamente por la seguridad que muestran algunos ministros. Los independentistas, que saben que se trata de un partido de medio plazo y que hay tiempo para tejer y destejer, piden hechos y no gestos. Igual que han hecho llamamientos de forma recurrente para que el Gobierno inste a la Fiscalía a reconsiderar la situación de los presos, ahora concentran sus esfuerzos en el final de la prisión preventiva. Hasta el Fútbol Club Barcelona se ha desmarcado con un tuit en este sentido.
5.- La soledad de Torra
Bien por incomparecencia, bien por dejación de funciones —como cuando espoleaba a los CDR: “Apretáis y hacéis bien en apretar”—, Torra, la gran apuesta de Puigdemont, se encuentra cada vez más débil y aislado. Ha perdido ascendencia con sus ‘consellers’. Tanto con los de ERC como con los suyos, los de JxCAT, más concienciados con la vía del diálogo con Madrid que su propio presidente, al que consideran la pata más débil del Govern.
Tampoco Puigdemont se muestra optimista con la deriva de Torra en las últimas semanas. Considera que no representa correctamente su papel de activista y malogra el poder vicario con el que le ha ungido. Lo explicaba Joan Tapia el fin de semana: “El liderazgo de Waterloo sobre el independentismo se va agotando porque su delegado en Barcelona, Quim Torra, muestra mucha incapacidad”. Es como si unos y otros, por diferentes motivos, estuvieran extendiendo una alfombra roja al ‘president’ para que se lo vaya ‘pensando’.
Hoy como ayer, Puigdemont y su clon en la Generalitat son conscientes de que van por detrás de Esquerra, y hoy como ayer, están dispuestos a tensionar la calle y malograr un calendario que favorece a su ‘rival’ Junqueras. Primero, tal y como informa Marcos Lamelas, dinamitando las negociaciones presupuestarias con Madrid; luego, denunciando esa ‘vía posibilista’, tan del gusto del nuevo Govern, que aleja Cataluña de la república que demandan los CDR.
“Las encuestas a Esquerra siempre le salen muy bien y luego los resultados, muy mal”, señalan confiados en JxCAT. “Pasó en las europeas, pasó en las generales y les pasó flagrantemente en el Parlamento catalán el pasado mes de diciembre. Ahora, más de lo mismo”.
NACHO CARDERO Vía EL CONFIDENCIAL
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