Se disputa el voto del independentismo a unos PGE que suponen el ser o no ser de la mayoría parlamentaria sobre la que se asienta el sillón de Sánchez en la Moncloa
Foto: EFE
La amable prisión catalana de Lledoners, dependiente de la Consejería de Justicia de la Generalitat (en manos de ERC), fue una romería ayer tarde. Por allí desfilaron Sabrià, Elsa Artadi, Xavier Trias, Tardà, Camil Ros, Asens, Ciutó, Miralles, Lucía Martin… Así, hasta diecisiete.
Nunca hubo tanto interés de los políticos por la "población reclusa", según involuntario pero feliz hallazgo expresivo de Isabel Celaá.
Y, si se trata de respetar el funcionamiento de las instituciones,
nunca hubiera encontrado la ministra portavoz una forma mejor de poner
en su sitio a los dirigentes independentistas encarcelados por presunto delito de rebelión.
En el juego de tronos las cosas funcionan de otro modo. Hablo del disputado voto del independentismo catalán a unos Presupuestos Generales del Estado que suponen el ser o no ser de la mayoría parlamentaria sobre la que se asienta el sillón de Sánchez en la Moncloa.
Y si la clave de su continuidad está en la cárcel, pues a descifrarla
en la cárcel. Por persona interpuesta, se entiende, porque el Gobierno
se debe al ‘qué dirán’.
La parte jactanciosa de Pablo Iglesias le ha creado un problema de imagen al Gobierno. Y encima no ha servido de nada
Ese era el mandato del líder de Podemos, en su malogrado vis a vis con el líder de ERC.
Anudar su interés como muleta de Sánchez en el Congreso y del
independentismo en el Parlament, con el interés de Sánchez en mantener
la sindicación de fuerzas que le hicieron presidente. Pero el mediador
entró como agente de Sánchez y salió como agente de Junqueras.
Pablo Iglesias quiso anudar su interés como muleta de Pedro Sánchez en el Congreso y del independentismo en el Parlament
Aunque Iglesias intentó que ERC se sumase al pacto cocinado entre el Gobierno y Podemos,
su interlocutor insistió en que los suyos no se sentarán en ninguna
mesa "si no hay condiciones para hacerlo", en referencia a una eventual
amabilidad de la Fiscalía del Estado con los políticos procesados por rebelión y otros presuntos delitos. Iglesias dejó claro el recado a pie de cárcel: "El Gobierno se tiene que mover".
Los
'indepes' siguen donde estaban. Si no hay gestos, no hay Presupuestos. Y
si no hay Presupuestos peligra la continuidad de Sánchez en Moncloa. La
secuencia ilumina un ángulo de carácter técnico. A saber: es de difícil
acomodo mental que la marcha del país dependa del tratamiento judicial a
presuntos delincuentes. Aunque solo sea por razones no técnicas sino
estéticas. Ha sido muy dañina la imagen de un enviado especial a la cárcel de Lledoners haciendo el trabajo indecoroso que el Gobierno no podía hacer.
Es
de difícil acomodo mental que la marcha del país dependa del
tratamiento judicial a presuntos delincuentes. Aunque sea por razones
estéticas
Conozco perfectamente el desmentido de
Moncloa. Y las aclaraciones de Iglesias precisando que la idea de la
entrevista fue de Junqueras. Claro que "solo se trataba de hablar", lo
cual incluía tantear al líder de ERC sobre su
"disponibilidad" a echar una mano. Pero aquí nadie se chupa el dedo. En
la mochila de Iglesias viajaba el mandato de Moncloa para persuadir a
Junqueras de ayudar en los PGE para 2019 y en la reconducción del conflicto catalán.
La
parte jactanciosa de Iglesias (digamos exceso de autoestima) le ha
creado un problema de imagen al Gobierno. Y encima no ha servido de
nada. Si acaso, para dejar en mal lugar al ministro Borrell, que da por descontado el apoyo de los nacionalistas al controvertido proyecto presupuestario.
ANTONIO CASADO Vía EL CONFIDENCIAL
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