En una medida importante, los acuerdos a que han llegado —y llegarán— Gobierno y grupo socialista en el Congreso tratan de visualizar la irrelevancia de los naranjas y de los morados
El artículo de Alfredo Pérez Rubalcaba ('Las razones de la oposición') publicado ayer en el diario 'El País' es un texto muy sencillo y accesible, pero de significativa importancia política. Termina con una predicción seguramente acertada: “Es posible que, al final, no sea corta [la legislatura], y que acabe siendo útil”. El que fuera secretario general del PSOE parece seguir siéndolo en funciones y en la sombra. En su artículo, no solo reivindica el acierto de la abstención del grupo socialista en el Congreso en la investidura de Rajoy —frente al empeño contrario del defenestrado Sánchez—, sino que se abre de capa y manifiesta que no alberga duda alguna de que Rajoy, de haberse repetido las elecciones, hubiera logrado más diputados que los que ahora tiene (137). El cántabro supone —y creo que lo hace con acierto— que el PSOE ha pasado a ser “determinante en el desarrollo de los acontecimientos parlamentarios”, lo que constituye una “oportunidad estratégica”.
El que es hoy, con Felipe González, el referente histórico más importante del PSOE, el hombre que inspira su estrategia con autoridad y gran capacidad de maniobra, critica a quienes desmerecen los logros del PSOE en el Congreso y, con expresiones que tratan de robar el lenguaje a los morados, explica que “todos estos pactos, con el PP o contra el PP, constituyen un ejercicio de oposición útil, útil a los ciudadanos, a los estudiantes y a los profesores, a los trabajadores, a las mujeres que sufren la violencia machista, a los pensionistas, a las familias más vulnerables…”, añadiendo que la “legislatura no ha hecho más que empezar”, lo cual no es solo una obviedad; también constituye una apuesta.
Es importante que Pérez Rubalcaba confirme de manera casi explícita el pacto de gran coalición entre el PP y el PSOE. Pero no se entendería dicho pacto —con la adicional manifestación de voluntad de que la legislatura sea larga— si se redujese a su interpretación más literal: el Gobierno necesita votos y el PSOE, tiempo. Y ambos se proveen de lo que cada cual precisa. En este entendimiento tan obvio hay un propósito estratégico imprescindible para los dos partidos mayores: la liquidación de los 'diviesos' políticos que le han salido a uno y otro por su flanco izquierdo: Ciudadanos al PP y Podemos al PSOE. En una medida importante, los acuerdos a que han llegado —y llegarán— Gobierno y grupo socialista en el Congreso tratan de visualizar la irrelevancia de los naranjas y de los morados. Y los llamados partidos del turno (bipartidista) lo están consiguiendo con cierta comodidad.
Conviene que en C's no se engañen: se ha generalizado una opinión negativa sobre sus dos primeros meses parlamentarios en la legislatura
El Gobierno y su partido no están dispuestos a cumplir las más importantes medidas acordadas con Rivera. Se descuenta (la hemeroteca les traiciona a los dirigentes de C´s) que Rajoy podrá repetir como candidato si acaso llegan a limitarse los mandatos (lo cual está por ver); no habrá reforma constitucional para suprimir los aforamientos políticos y tampoco, de momento, voluntad de suprimir los profesionales; nada, tampoco, de la ley electoral y ya veremos qué pasa con la ley de autónomos. C´s parece no disponer de discurso consistente más allá de exculpar al propio PP de los incumplimientos de su pacto de investidura y se estaría reservando para su gran cónclave a celebrar en febrero. Conviene que en el partido que preside Rivera no se engañen: se ha generalizado una opinión negativa sobre sus dos primeros meses parlamentarios en esta XII Legislatura. O hay rectificación, o el PP puede absorber muchos de los tres millones de votos del 26-J que fueron a las listas naranjas.
En Podemos se percibe una bisoñez parlamentaria muy propia de politólogos teóricos pero sin experiencia alguna
El caso de Podemos es distinto. Al PSOE le basta dejar que se desate el 'juego de tronos' en la organización, sin moverse de la butaca de patio. Si acaso, a los socialistas les conviene subrayar los episodios de la reyerta interna en Podemos pero sin demasiadas gesticulaciones, al tiempo que ponen en valor sus logros en el Congreso, en el que han sabido marginar a Podemos, que no ha llegado a participar en iniciativas tan ajustadas a su perfil como la modificación de la ley eléctrica para evitar el corte de suministros a los hogares vulnerables. En Podemos, además de una división táctica, estratégica, ideológica y territorial, se percibe una bisoñez parlamentaria muy propia de politólogos teóricos pero sin experiencia alguna. Les pasa a los morados como a Ciudadanos: o se recomponen en su Vistalegre II o se van a desinflar.
Al PP le va a salir bien su congreso de febrero y en el PSOE —aunque todo sigue en expectativas— los acontecimientos se decantan hacia una reformulación orgánica y programática más sólida en su congreso de mayo o junio. Mientras el secesionismo catalán encalla y el 'procés' se transformará en otra cosa —ya sin la ex CDC—, el PP y el PSOE trabajan a pico y pala para rehabilitar el bipartidismo imperfecto. Y si hay dudas, léase a Pérez Rubalcaba.
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS Vía EL CONFIDENCIAL
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