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miércoles, 25 de enero de 2017

ONANISMO PODEMITA

Supongamos que usted ha seguido con atención el debate entre las dos principales facciones de Podemos. A estas alturas, ¿sabe sobre qué están discutiendo? Yo tampoco


El líder de Podemos, Pablo Iglesias (d), y el portavoz en el Congreso del partido, Íñigo Errejón. (EFE)


Dicen que hoy se reúnen Íñigo Errejón y Pablo Iglesias para intentar que en la asamblea ciudadana del 11 y 12 de febrero no se produzca una colisión frontal que ambas partes presienten como potencialmente catastrófica.
Ignoro en qué términos se desarrollará la conversación. Pero si se aproxima en algo al lenguaje y al contenido de los documentos que uno y otro han presentado para ese congreso, ni todos los intérpretes de la ONU bastarían para que una persona normal pudiera comprenderla.
Supongamos que usted ha seguido con atención el debate entre las dos principales facciones de Podemos. A estas alturas, ¿sabe sobre qué están discutiendo? Yo tampoco. Y sobre todo, ¿tiene la sensación de que ese debate tenga algo que ver con su vida, o simplemente con la vida? Yo tampoco.
Buscando claridad, me sometí a la disciplina de leer detenidamente y de cabo a rabo ambos documentos. Sucedió lo que temía: que aumentó la oscuridad. Pero tras recuperarme del esfuerzo, extraje algunas conclusiones que les ofrezco, junto con el consejo de que se ahorren pasar por esa penitencia.
Podemos tiene un problema de lenguaje. Estos señores no escriben en castellano: es comanche, jerga codificada, indescifrable para los mortales
Los documentos de los congresos de los partidos políticos suelen ser ladrillos insoportables que, además, agreden con saña a la gramática y a la sintaxis del idioma. Pero si uno logra penetrar en esa jungla, es posible encontrar contenidos y propuestas relacionados con los problemas de la realidad social. Este no es el caso, se lo aseguro.
Estamos, en primer lugar, ante un discurso monográfica y obsesivamente autorreferencial. Hace ya tiempo que Podemos se ha convertido en un tema inagotable de conversación para los dirigentes de Podemos, pero últimamente esa práctica onanista presenta rasgos patológicos.
Este no es un debate sobre España, y mucho menos sobre los españoles. Jamás se abusó tanto del término 'la gente' para no decir una palabra sobre la vida de la gente. Es un excurso circular, eterno, monomaníaco sobre Podemos. El sufrido lector pasa las páginas inundado por ríos de pomposas reflexiones sobre el origen de Podemos, la naturaleza corpórea y espiritual de Podemos, la estrategia de Podemos, la organización de Podemos, las relaciones dentro de Podemos, la misión histórica de Podemos. Pareciera que la realidad empieza y termina en Podemos, o que no hay realidad fuera de Podemos.
No son propiamente documentos políticos sino, más bien, típicos productos pretendidamente sofisticados de gabinete de estrategia. No se trata en ellos de presentar propuestas para los problemas de España, sino de encontrar los remedios para los problemas de Podemos en su camino hacia el poder. Se ve que no se les ha ocurrido pensar que quizá la única fórmula para lograr lo segundo sea ocuparse seriamente de lo primero.
Hace tiempo que Podemos se convirtió en un tema inagotable de conversación para los dirigentes, pero últimamente esa práctica onanista es patológica
Está, además, el problema del lenguaje. Estos señores no escriben en castellano común: es comanche, pura jerga codificada, indescifrable para cualquier mortal. Es cierto que en Iglesias se advierte su formación leninista pasada por Gramsci y en Errejón la huella de Laclau, pero me pregunto si Gramsci y Laclau se reconocerían en esos textos o también tendrían problemas para comprenderlos, tal es su barroquismo conceptual.
Eso sí, en seguida aparecen resabios sospechosos. En las 40 páginas del documento de Iglesias, es difícil encontrar menciones a empleo, pensiones, sanidad, educación, seguridad, terrorismo, crecimiento económico, derechos civiles y laborales, ciencia y tecnología… Sin embargo, se repite más de 20 veces la palabra 'soberanía'.
Todo el texto rezuma antieuropeísmo. Según Iglesias, el origen de todos los males está en que “en el Tratado de Maastricht de 1992, los Estados entregaron su soberanía a Europa”. Y se lamenta: “En la Unión Europea, la capacidad de los gobiernos para tomar decisiones políticas macroeconómicas nacionales es más que escasa”.
Por eso, su prioridad es “articular un proyecto de país que recupere su soberanía y la protección de nuestros sectores económicos estratégicos”. Frases que no sonarían extrañas en boca de cualquier 'brexiter' o lepenista.
Más sobresalto da cuando lees que “hay que recuperar la patria para la gente”, o que “hay que instalar la consigna 'primero, la gente”. Y piensas: ¿no he escuchado yo algo muy parecido a esto hace pocos días?
Los documentos de los congresos de los partidos políticos suelen ser ladrillos insoportables que, además, agreden con saña a la gramática
En el caso de Errejón, la palabra que se repite una y otra vez no es 'soberanía', sino 'patria'. Hasta en cinco ocasiones define a Podemos como “una fuerza patriótica” (una clara herencia del “tenemos patria” del peronismo). Y luego está esa malsana manía de querer construir lo que lleva siglos construido: construir pueblo, construir país, construir patria… lo que no impide a ambos proclamar el derecho de autodeterminación generalizado para todas las naciones de España.
Hay también una nostalgia del conflicto como motor propulsor de Podemos. Iglesias denuncia: “Las élites quieren parlamentarizar los conflictos para desactivarlos”. ¡Qué ocurrencia reaccionaria, esta de tratar de desactivar los conflictos llevándolos al Parlamento!
Errejón, por su parte, constata con tristeza: “Con la movilización social bajo mínimos y con parte del peso de lo institucional recuperado en la vida política, se ha terminado el momento en el que las posiciones estaban desordenadas y todo era posible”.
Por momentos hay hasta una deriva de delirio masturbatorio. Íñigo Errejón:
“Podemos es hoy en día una fortaleza frente a la geopolítica del desastre, un baluarte, una fuente de inspiración y referencia a nivel internacional. Tenemos la obligación geopolítica de ganar”.
Tras la inmersión en los documentos de Podemos, leo que ya está circulando la ponencia del congreso fundacional del partido de Ada Colau. Como no escarmiento, la busco para topar con lo que Azaña describiría como “una porción de enormidades” (algunas de las cuales crearán problemas de digestión al mismísimo Iglesias). Como botón de muestra, les dejo estas dos perlas:
“Queremos una Cataluña soberana en términos nacionales, pero también económicos, ambientales y sociales”.
Ardo en deseos de que me expliquen cómo se consigue en nuestros días la 'soberanía ambiental'. Pero sigue:
“Ser soberanos quiere decir, también, no estar sometidos al dictado de instituciones como el FMI, la Comisión Europea o el Banco Central Europeo”.
¡Atiza, me digo, estos no es que quieran solo irse de España, lo que quieren es irse de Europa y del mundo!
Esto les pasa por poner por escrito lo que piensan. O quizá por escribir primero y pensar después. Como dijo Romanones: "¡Qué tropa, joder, qué tropa!".

                                                    IGNACIO VARELA  Vía EL CONFIDENCIAL

 



 

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