Los liberales, en su versión neo o progre,
están de infarto porque no pasa día que no les llegue una mala noticia
que atenta contra sus creencias, que son, no lo olvidemos, una verdad
infalible y universal, a pesar de que al mismo tiempo proclamen que La
Verdad no se puede buscar, ni construir, porque no existe. Excepto cuando es la suya. Sucede lo mismo que con su visión relativista: todo es relativo excepto la afirmación de la relatividad, que es absoluta.
Así están las cosas cuando a una diputada
rusa, Yelena Mizúlina, no se le ocurre otra cosa que promover una ley
para cambiar la legislación sobre la violencia familiar. Su lógica es
aplastante. Si Ud. le pega un bofetón a su hijo porque se ha portado mal, puede ser condenado a dos años de cárcel, mientras que si lo hace su vecino todo termina con una sanción administrativa.
Lo que plantea ahora el cambio legal aprobado en primera lectura es algo que parece razonable: que no exista tanta diferencia contra el padre o la madre autor del bofetón, en relación a un agente externo a la familia. Si la punición es leve, será una falta y no un delito penal,
es decir, no existirán penas de cárcel. Un padre se desmanda, le pega
un bofetón al hijo y le deja un morado: ¿se le debe enviar a la cárcel
por esto y dejar a la familia sin padre, a la mujer sin esposo, y sin o
con menores ingresos? ¿Esa es la lógica buena? Ahora esto no podrá
ocurrir en Rusia, y si es la primera vez deberá pagar 500 euros de
multa. Aquí que vamos de ricos, esto les parece un gratis total, a pesar de que representa el 37% del salario mensual más frecuente en España. Pero es que en Rusia el salario medio (que siempre es superior al salario más frecuente) es de 700 euros,
y el mínimo de 188 dólares. O sea, que la sanción lo es todo menos
económicamente benévola. Eso si es la primera vez, porque si el moratón
se repite entonces ya será delito y por tanto el castigo será penal.
Hasta aquí los hechos. ¿Cómo los traducen los liberales españoles?: La Vanguardia lo traduce así “Pegar a los hijos o a la mujer será legal”, y se quedan tan anchos. El País (Berna Gonzalez) reduce la ley sobre la violencia en la familia a la agresión a la mujer, menores y ancianos no cuentan como manda el canon Gender, y compara el cambio legal con la ocupación de Crimea, y también se quedan tan satisfechos.
Lo mejor de todo es que este escándalo, al que se añade con especial énfasis Pilar Rahola, se da en un estado como el español, donde no existe legislación específica sobre esta materia. España no dispone, a diferencia de Rusia, de una ley para penalizar la violencia en el seno familiar,
porque aquí solo existe la violencia de género, y esta excluye todo lo
que no sea “lucha de clases” entre mujeres y hombres. O sea, que se
critica a Rusia porque, bien que mal, legisla sobre algo que en España
solo reina el mirar hacia otra parte, sin ni siquiera reparar en esta omisión. Y es que el dogmatismo ciega la mirada.
¿Se acuerdan de Giuliani?, el famoso alcalde de Nueva York que se hizo famoso por su lucha contra la extremada criminalidad con su principio de “tolerancia cero”
que significaba que quien rompe el cristal de una ventana es un
criminal en potencia. Fue puesto a caldo por los demócratas,
liberales y progres, por esa exageración. Pues bien, la
filosofía que los defensores de la perspectiva de género imponen para
juzgar al hombre, pareja, marido, padre, es exactamente la misma:
tolerancia cero, y un zarandeo en un momento de discusión significa un
delito penal, porque es un criminal en potencia. Esa es la filosofía
Gender, y lo que es peor, lo que rige en la legislación española.
Mientras a los que pegan a mujeres fuera de la familia o maltratan a ancianos o a niños en ella son temas menores a juzgar por la realidad institucional.
EDITORIAL de FORUM LIBERTAS
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