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sábado, 14 de enero de 2017

Los programas para Vistalegre lo confirman: Errejón va por libre y se acerca al PSOE

La relación con el PSOE vuelve a centrar las disputas en Podemos, como ya ocurrió con las negociaciones de investidura, siguiendo la estela de la izquierda clásica en las últimas décadas

 

Las diferencias políticas y estratégicas entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón iniciadas tras las elecciones generales del 20-D, y agrandadas durante los últimos meses, se han sustanciado por primera vez sobre el papel en forma de dos documentos, antagónicos en aspectos fundamentales, para definir la hoja de ruta de Podemos en su congreso de Vistalegre II. El lugar común en el que radican estas diferencias es la relación con el PSOE. De ella derivan el comportamiento en las instituciones, en la calle, las medidas programáticas, el “cómo ganar” o ensanchar sus apoyos electorales y hasta el tipo de discurso.

Los pocos puntos de encuentro entre la propuesta del secretario general y la de su número dos se centran en el diagnóstico de que la hipótesis Podemos surgida del congreso fundacional fue útil para un momento dado, de ciclo electoral acelerado, pero ha quedado superada y es inservible para el contexto actual. Con todo, Íñigo Errejón vuelve a rescatar la tesis fundacional de que la tan mentada “ventana de oportunidad” sigue abierta, aun llamando a finiquitar la “máquina de guerra electoral” construida para aquel momento, según asegura en su propuesta “de situación de excepción que requería instrumentos, poderes y orientaciones excepcionales”. Frente a ello, la descentralización de una organización construida desde Madrid y de manera jerárquica es la otra propuesta de calado en la que coinciden ambos dirigentes.
Diagnosticar las demandas de mayor consenso social para incorporarlas a Podemos son las claves sobre las que Errejón define su proyecto
Más allá de los guiños retóricos, con reapropiaciones conceptuales de un sector sobre el otro, como es el hecho de que Errejón se refiera a una “fuerza revolucionaria” o a la creación de un “bloque histórico” e Iglesias haga lo propio con un “Podemos ganador”, cualquier atisbo de coincidencia se derrumba al concretar estas tesis. Los documentos por los que cada sector ya ha comenzado su campaña para dar la batalla en Vistalegre II, y pese a las llamadas cruzadas a buscar acuerdos, cada uno va por libre e incluso se atreven a enmendar la plana del supuesto “rumbo” emprendido por el otro.
La propuesta que defiende el número dos del partido está atravesada por un acercamiento estratégico al PSOE, por buscar la normalidad, priorizar la labor parlamentaria para demostrar su utilidad y parecer una fuerza más creíble con opciones de gobernar. Un objetivo que, evidentemente, comparte Iglesias, pero mediante una estrategia totalmente distinta, conflictiva y performativa en su capacidad no solo para ganar, sino para transformar la sociedad, y que rechaza de plano la mano tendida a los socialistas, así como la moderación que conllevaría apelar únicamente a los votantes desencantados con esta opción electoral. Estas son las líneas fundamentales en las que chocan sobre la estrategia política a seguir y, por ende, en el tipo de relación a mantener con el PSOE.

Cómo ganar

En el documento errejonista denominado 'Desplegar las velas: un Podemos para gobernar', se advierte en varias ocasiones que la hoja de ruta de Iglesias llevaría a una “restauración conservadora”, dejando de ser una herramienta útil y siguiendo la senda derrotista de la izquierda tradicional. En contraposición a ella, Errejón propone un “proyecto de normalidad alternativa”. Esto es, “las fuerzas del cambio no ganan solo por impugnar lo existente. Ganan por ser portadoras de un proyecto de normalidad alternativa, por ser creíbles como representantes de un orden nuevo posible”.
Pablo Iglesias en Vistalegre I. (Daniel Muñoz)
Pablo Iglesias en Vistalegre I. (Daniel Muñoz)
Pulsar la realidad y diagnosticar cuáles son las demandas de mayor consenso social para incorporarlas y adaptar Podemos a esta situación, en el fondo y las formas, son las claves sobre las que Errejón define su proyecto. “Desde nuestra perspectiva”, argumenta, “la clave es que en la transición del 20D al 26J se observa la importancia que le otorga la ciudadanía de nuestro país a un cierto orden y, por lo tanto, más allá de la pulsión destituyente, la necesidad de plantear un horizonte alternativo de certezas y seguridades para ser una fuerza realmente transformadora”. A continuación de este golpe de realidad, para llevar a cabo una estrategia adaptativa, añade: “La gestión de las negociaciones de gobierno improductivamente y la percepción de inmadurez y soberbia por una parte importante de nuestro potencial electorado explican los resultados del 26J, en los que la confluencia con IU no pareció funcionar”.
Para Iglesias, en cambio, y en contraposición a la prioridad institucional que despliega el secretario político o a su rechazo a la integración orgánica con otras fuerzas del cambio como Izquierda Unida, "ganaremos si esas victorias no son de Podemos, sino del bloque social y popular". La labor en las instituciones no es desdeñada por el secretario general en su documento 'Plan 2020: ganar al PP y gobernar España', pero reclama ir más allá porque entiende la acción parlamentaria en la actual aritmética “como una demostración de fuerza, hacer valer nuestra representación como la expresión inequívoca de una política diferenciada que se presenta como una alternativa real y concreta de gobierno, sin caer en el tacticismo parlamentario ni en el oportunismo partidista, y mantener la coherencia programática, demostrando que Podemos es el instrumento parlamentario del bloque social y popular de cambio”.

Con qué programa

Nada más lejos del centrismo por el que apuesta Errejón. En su documento sostiene que lo “más productivo” es abordar una relación con el PSOE (y sus votantes, a los que pretende “seducir”) que sea “inteligente y laica”, rechazando lo que denomina negación obsesiva y choque frontal. Asimismo llama la atención que, sin caer en el riesgo de quedar “subalternizados” de forma sistemática por definirse en relación a él, no se puede obviar “su importancia histórica”. Todo ello se complementa con el rechazo “de la lógica del 'golpe de efecto' y de ser los 'enfants terribles' de la política española, en clara referencia al pablismo.
Otro de los principales ejes para Errejón es la creación de una "agenda patriótica para incluir anhelos de los sectores que no nos votan"
Todas estas tesis, basadas en la relación con el PSOE y “los que faltan”, que no son los mismos para unos y otros, entroncan directamente con el tipo de medidas programáticas que debe defender y proponer Podemos. En esta línea, las diferencias son si cabe más acusadas. El texto avalado por Errejón navega a nivel programático en una mayor indefinición alejada de cuestiones materiales, y abrazando la estrategia populista de izquierdas, considera “fundamental corregir el rumbo de los últimos meses y volver a disputar el sentido común y las nociones centrales para los españoles, como fuerza que más y mejor entronca con las mejores posibilidades de nuestro futuro”.
En la línea transversal y, por tanto patriótica, otro de los principales ejes de “transformación democrática” para Errejón es la creación de una “agenda patriótica para incluir las necesidades y anhelos también de los sectores que no nos votan, pero de los que una fuerza política responsable y de futuro ha de hacerse cargo”. Aterrizando en lo concreto, el documento pone el acento también en el cambio de modelo productivo, en apostar por “un Estado emprendedor que a iniciativa propia o en colaboración con la iniciativa privada se convierta en impulsor del modelo productivo de nuestro país” o en situar en el horizonte “la implementación de una renta básica”. En este mismo capítulo, el documento de Iglesias rehuye de las medias tintas del errejonismo y apuesta directamente por la nacionalización de sectores estratégicos.

La validez del PSOE o no para el cambio

En este punto, Iglesias defiende con rotundidad que los socialistas no han sido ni podrán ser aliados para el cambio político. Si Errejón matiza que deben ser “capaces de moverse en la tensión de arrastrar al PSOE más allá de las posiciones que está dispuesto a asumir por voluntad propia: romper con la austeridad y favorecer una recuperación más justa”, Iglesias argumenta su rechazo a esta posibilidad. Para el secretario general, el PSOE forma parte de un mismo bloque junto al PP y Ciudadanos, la denominada 'triple alianza', que “es partidario de mantener una política económica neoliberal conformista con las dinámicas europeas y, asimismo, de mantener la Constitución como papel mojado en lo que se refiere a la soberanía y los derechos sociales”. Asimismo advierte que están “bunkerizados” frente a la plurinacionalidad.
Íñigo Errejón y Antonio Hernando. (EFE)
Íñigo Errejón y Antonio Hernando. (EFE)
En clara alusión a la apuesta del número dos, en su día, para apoyar un hipotético gobierno de Pedro Sánchez, Iglesias zanja: “Ningún sector relevante del PSOE contempló jamás la posibilidad de formar con nosotros un gobierno que asumiera los desafíos del cambio, por mucho que Sánchez pretendiera apropiarse de la expresión 'fuerzas del cambio', incluyendo en ella a su partido y a Ciudadanos”. También reprocha la opción de abstenerse que en su día defendió parte del sector errejonista en los órganos internos de decisión, al igual que ya lo habían hecho anteriormente tras las elecciones andaluzas para investir a Susana Díaz. “Ambas posibilidades aseguraban la tranquilidad de las élites económicas y que, fuera cual fuera el gobierno, las líneas maestras de las políticas acordes con la austeridad económica y el inmovilismo respecto a la cuestión plurinacional se mantuvieran intactas. Lo pensé entonces y lo sigo pensando ahora”.
Más allá de las diferencias estratégicas, las alusiones y reproches personales recogidos en ambos documentos dibujan una difícil tesitura para alcanzar los acuerdos que tanto Iglesias como Errejón aseguran estar dispuestos a materializar. La relación con los socialistas vuelve a ser el centro de las disputas en Podemos, como ya lo fue de la izquierda tradicional en las últimas décadas.

                                                             IVÁN GIL   Vía EL CONFIDENCIAL

 

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