No le han dado, no ya los 100 días de gracia que se otorgan a todo gobernante para ver lo que hace, sino ni tan siquiera 24 horas, porque mucho antes de su toma de posesión, de su discurso, todos los canales del liberal progresismo de género, estaban movilizando la protesta. ¿Se imaginan que hubieran dicho si tal cosa la hubiera montado el Tea Party? El pueblo americano acaba de votar y quienes se manifiestan descalifican el resultado, es una falta brutal de respeto, no para el nuevo presidente, porque el rechazo va en el sueldo, sino para los votantes: les dicen que su voto no vale nada, que son unos paletos, racistas o misóginos, por haber elegido a Trump. Actuando así ¿cómo quieren no dividir a la sociedad americana?
Cuando discrepaban de muchas decisiones políticas de Obama, que solo satisfacían a una mitad del país, como con el matrimonio homosexual, esto era un ejercicio democrático fantástico, portador de nuevos derechos que se cargan los derechos de siempre, como el de que todo niño debe tener un padre y una madre. Cuando es la otra mitad la que llega al gobierno, antes de hacer nada, ya está cuestionada y desautorizada.
Se dice con razón que Clinton sacó más votos que Trump, pero como ganó en menos estados perdió la presidencia. A los demócratas nunca se les ha ocurrido cuestionar este sistema que fundamenta un `profundo federalismo’. El sujeto electoral acaba siendo el estado después de votar cada ciudadano, para elegir el líder común, la única autoridad federal por elección: el presidente. Si no les gusta que lo cambien, pero eso se cuestiona antes y no después. Pero, sobre todo, hay que decir que tal cambio no figura en ninguna agenda política, es solo un argumento para ilegitimar a Trump.
Quienes así lo hacen ignoran el dato fundamental de que el Partido Republicano ha ganado por mayoría absoluta en las dos cámaras, ha barrido a los demócratas, y ahí solo hay una lectura posible. La de que realmente la gente estaba harta. Porque es infrecuente que, en un país acostumbrado a jugar con el equilibrio, se apueste para la presidencia y para las cámaras de representación, por el mismo partido. El gran ganador ha sido el Partido Republicano, aunque Trump, por lógica mediática atraiga todos los focos. Pero la realidad no es solo la mirada interesada de los medios, sino el resultado que explican todos los hechos.
Quienes cantan las excelencias de Obama se olvidan de que los candidatos al Senado y a la Cámara de Representantes que iban a elección, hicieron en la inmensa mayoría de casos, todo lo posible para evitar asociar su candidatura a la de Obama. Eso también es un hecho.
No es anecdótico que el grueso de la columna que condena a un gobierno que aún no ha empezado, lo personalice la llamada Marcha por las Mujeres, que una buena parte de los eslóganes gritado, se refieran al aborto, y que uno de los oradores estrella fuera la presidenta del gran centro abortista Planned Parenthood Cecile Richard. Aquí puede encontrar una información más bien favorable, es de la CNN, y a pesar del esfuerzo es evidente de qué palo va esa gente . Y no es de extrañar su negocio eugenésico y el aborto. No en vano su fundadora y presidenta hasta 1959, Margaret Sanger, era partidaria de la eugenesia negativa, una filosofía social que argumenta que la especie puede mejorar mediante la intervención social. Sus propuestas incluían una política restrictiva de la inmigración, el libre acceso a los métodos anticonceptivos y la segregación y esterilización de los discapacitados intelectuales.
En Un plan para la paz (1932), por ejemplo, Sanger propuso la creación de un departamento del Congreso para: mantener cerradas las puertas para evitar la entrada de ciertos extranjeros cuya condición se sabe es perjudicial para la raza, como los débiles de mente, idiotas, retrasados, locos, sifilíticos, epilépticos, criminales, prostitutas profesionales y otros de esa clase… Apliquen una rígida política de esterilización y segregación a aquellas partes de la población cuyo progenie ya esté corrompida o cuya herencia sea tal que características perjudiciales puedan ser transmitidas a su descendencia. (citado en https://es.wikipedia.org/wiki/Margaret_Sanger )
En gran medida, la reacción contra Trump surge del liberal progresismo de género expulsado del poder. No solo ellos, claro está; el sembrador de vientos, que es Trump, tiene alarmados a millones de inmigrantes, pero ellos no pueden por su situación y número ser el grueso de esta campaña. La perspectiva de género es el gran aglutinante político, como sucedáneo de los liberales de corte clásico a la americana, de los socialdemócratas europeos. ¡Qué gran paradoja! ahora los progres están en un campo y los trabajadores en el contrario, simplemente porque el Gender ha desechado la desigualdad económica. Si se quiere entender una parte importante de la victoria de Trump lea esto, por favor.
Con todo este bagaje no es extraño que quienes hablaron en la manifestación no fueran buenos líderes demócratas, ni dirigentes sindicales, ni intelectuales o de grandes organizaciones sociales, sino básicamente gente del mundo de la farándula, la misma que apoyó a Clinton y fracasó en su tarea. Fueron artistas como Scarlett Johansson, cuyo cine no es precisamente un modelo de reflexión, cantantes como Alicia Keys, Feministas de género, como Gloria Steinem, o un profesional -se gana la vida con eso- de la astracanada política, como Michael Moore, defendían el derecho a decidir y a lo que llaman matrimonio igualitario, el de los homosexuales (eso quiere decir que el otro es desigualitario)
Ese es el percal, y demuestra descarnadamente que el liberal progresismo de género termina su espíritu democrático cuando pierde el poder, y que la farándula y el deseo se han apoderado de una gran parte de la política.
EDITORIAL FORUM LIBERTAS
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