Puigdemont y su banda oscilarán entre su idea de estar ante un momento
histórico, y atreverse a consumarlo, y su clara conciencia de que, más
allá de los éxitos obtenidos gracias a la torpeza y a la pusilanimidad
ilimitada de Rajoy, están dramáticamente solos.
Un nuevo Gobierno que evite la vergüenza nacional.
EFE
Los Gobiernos están para afrontar problemas
comunes cuya solución no está al alcance de los particulares, pero para
eso necesitan algo imprescindible, haber pensado en ellos, y tener
previstos los distintos planes. La incomprensible pasividad de Rajoy
frente a las decisiones secesionistas ha dejado en evidencia la nula
previsión del Gobierno, su cobarde e irresponsable descuido, y su
manifiesta incapacidad para poner en práctica con éxito una conducta
firme y clara en defensa del orden constitucional y de los intereses de
la mayoría de los españoles, incluyendo a gran parte de los catalanes,
como es obvio. Para su imprescriptible vergüenza ha conseguido convertir
a Puigdemont y a una panda de chalados en unos estrategas de primera
que casi ponen a una nación moderna y orgullosa en riesgo de
descomposición. Menos mal que tenemos un Rey.
Un Via Crucis de despropósitos
Tras repetir insistentemente que lo tenían todo
pensado, los españoles hemos descubierto en el Gobierno un nivel de
improvisación digno de una película de los hermanos Marx, sin que Rajoy
tenga la gracia de Groucho. No quiero insistir en lo que es un escarnio
para todos, pero la estrategia, por llamarle algo, de Rajoy & Soraya
para impedir el referéndum ha batido todos los récords de incompetencia
y de ridículo, y ha supuesto un inmerecido varapalo, bastante necio e
hipócrita por otra parte, ante un importante sector de la opinión pública internacional.
Los españoles hemos descubierto en el Gobierno un nivel de improvisación digno de una película de los hermanos Marx
Si a esto se le añade la miopía de los
socialistas que se han fijado en el dedo sin apenas molestarse en
reparar en la Luna, y la absoluta inoperancia del Congreso, dirigido por
una respetable ama de casa que solo atiende a la consigna única de no
molestar al señorito gallego, el panorama no puede ser más desolador.
Bueno, sí que puede, porque tampoco hay que olvidar a los patriotas de Podemos, empeñados en su revolución pendiente, qué asco.
Españoles en píe
Huérfanos
de cualquier liderazgo digno, atónitos ante la pusilanimidad del
Gobierno, traicionados por sus autoridades, los españoles empiezan a
comprender que su patria y su libertad están en peligro, y salen a las
calles. No nos confundamos, no gritan contra la democracia ni contra la
libertad, no quieren derribar, quieren construir. Por eso el discurso
del Rey fue recibido como agua de mayo, y por eso es imprescindible que
lo que queda de sano en las instituciones se apreste a responder a una
demanda tan unánime como dramática de los ciudadanos.
El nuevo Gobierno tendrá por delante un panorama
nada fácil, pero lo que no puede seguir sucediendo es que no se haga
nada cuando la paz está en riesgo
El nuevo Gobierno tendrá por delante un panorama
nada fácil, pero lo que no puede seguir sucediendo es que no se haga
nada cuando la paz está en riesgo, la libertad y la ley se están viendo
pisoteadas, y ese puñado de españoles valientes a los que Rajoy ha
metido en una ratonera, sin previsión y sin plan alguno, dándoles orden
de no hacer nada, se ven humillados y agredidos por bandas de la porra
secesionistas. Ni un minuto más.
Es un asunto
de estrategia y de tiempos: hay que activar el 155 cuanto antes, lo que
es un punto de no retorno, y ponerlo en práctica con mucha calma. Hay
que considerar que, si no se ha podido rescatar honorablemente a unas
docenas de guardias acosados por salvajes vociferantes, no va a ser
fácil poner en la plaza de San Jaime a alguien sin atravesar una masa
humana considerable. Es evidente, para nuestra desgracia, que no estamos
ahora mismo preparados para eso, y es de esperar que se esté
preparando, porque habrá que hacerlo y hacerlo bien, y eso no se puede
hacer ya solo con policías y antidisturbios.
La estrategia del supremacismo
Puigdemont
ha sabido ver con claridad las debilidades de su adversario inmediato,
pero se equivoca si cree que con burlarse de Rajoy logrará sus
objetivos. Ha puesto en marcha un mecanismo diabólico que no va a saber
controlar y puede que ya sea consciente de que su situación es bastante
comprometida. Puigdemont y su banda oscilarán entre su idea de estar
ante un momento histórico, y atreverse, por tanto, a consumarlo, y su
clara conciencia de que, más allá de sus eslóganes, y de los éxitos
obtenidos gracias a la torpeza y a la pusilanimidad ilimitada de Rajoy,
están dramáticamente solos, en Europa y en el mundo.
Quieren la independencia, no nos confundamos, pero pueden optar por una tercera vía ventajosa si el Gobierno, y la izquierda, siguieran equivocándose gravemente
No se puede saber, por tanto, si llevarán a cabo
de inmediato la llamada DUI, pues pueden pensar en que ganarían más
dilatándola y manteniendo el clima sentimental y unánime que creen
existe en Cataluña para, a su manera, cargarse de razón. Quieren la
independencia, no nos confundamos, pero pueden optar por una tercera vía
ventajosa si el Gobierno, y la izquierda, siguieran equivocándose
gravemente, con lo que evitarían arrojarse a una piscina vacía de la que
no lograrán salir.
Una reacción decidida e inteligente
El
Estado tendría que reaccionar ya y hacerlo con dureza, pero no puede
arriesgarse a un nuevo fracaso, ni siquiera en la política de imagen. El
Gobierno de Rajoy está en una posición extremadamente frágil, y lo
mejor, para todos y para él, sería que se marchase a su casa, porque es
extremadamente improbable que se atreva a hacer lo que tendría que
hacer, y que sepa hacerlo con inteligencia. Es un Gobierno ofuscado por
sus propias patrañas y chanchullos, y cabe esperar que el escaso
patriotismo que se le puede suponer alcance para justificar una renuncia
por el bien de todos.
La parte del Gobierno que conserve un mínimo de
lucidez, lo que quede de dignidad en el PP, y el resto de las instituciones, tendrán que
animar a Rajoy a tomarse un merecido descanso lo más lejos posible de
todos nosotros.
No podemos pensar que lo que lleva décadas de maduración se pueda resolver en unas horas. Tendremos que afrontar un problema nacional, largo y difícil
No podemos pensar que lo que lleva décadas de
maduración se pueda resolver en unas horas. Tendremos que afrontar un
problema nacional, largo y difícil, pero solo podemos hacerlo
restableciendo el respeto a la Constitución y a la ley y sofocando
inteligentemente y de manera decidida el golpe de estado y la revolución
de carácter antidemocrático que se está asentando en Cataluña, con los
poderes institucionales del sistema, nada menos, convertidos en un
estado rebelde contra el estado legítimo. Los españoles no van a
consentir tamaña afrenta, y más pronto que tarde, la mayoría de los
catalanes reclamará lo que se les está robando, pero necesitan un apoyo
político que no podemos negarles y que el Gobierno de Rajoy no ha sabido
prestar. Es urgente actuar, porque necesitamos tiempo, inteligencia, y
políticos valientes.
JOSÉ LUIS GONZÁLEZ QUIRÓS Vía VOZ PÓPULI
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