Repaso todos los indicadores y compruebo que apuntan en la misma dirección: los de naranja van lanzados. Sin embargo, hay algo que no termina de encajar. Es la pestaña de una duda
El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y la candidata a la presidencia de la Generalitat, Inés Arrimadas. (EFE)
Miro los números y veo que están en la cresta de la ola. Observo la
evolución general de la precampaña y pienso lo mismo que cuando analizo
los discursos: son ellos los que tocan la tecla adecuada. Me detengo
frente a las piezas publicitarias y creo que las suyas son más nítidas
que las demás. Comparo los candidatos y creo que ofrecen a la candidata
más idónea. En definitiva, repaso todos los indicadores y compruebo que
todos apuntan en la misma dirección: los de naranja van lanzados. Sin embargo, no sé... Hay algo que no termina de encajar. Es la pestaña de una duda, ingrávida.
Ya sé que Ciudadanos tiene el 'momentum', que el universo entero parece ahora conjurado a su favor. Pero esto es largo. Hasta el 21 de diciembre queda mucho y harán falta dosis industriales de cuajo para atravesar las 21 eternidades que quedan. Desconozco si Ciudadanos tiene reservas suficientes de ese material, hasta el momento no lo ha demostrado.
A veces no hace falta, claro. Hay competiciones en que la temperatura de la corriente social eleva el cartel electoral con un movimiento ligero, como pasa con la bolsa de plástico durante la secuencia de 'American Beauty'. También las hay que parecen señaladas por un destino cruel, esfuerzos que exigen la entereza de las guerras perdidas de antemano, esas en las que cada cosa que puede ir mal va invariablemente a peor. Entre esos dos extremos del abanico caben todas las campañas electorales. Y todas contienen el factor cambio. Ninguna es lineal. Esta tampoco lo será. Pasarán cosas durante las próximas semanas. Seguro.
La probabilidad de que el globo naranja pierda aire inesperadamente está en el horizonte porque no se ha borrado del paisaje del tiempo. Hay precedente, diciembre de 2015. Entonces faltaba para las generales lo mismo que falta ahora para las catalanas, las cifras eran muy parecidas a las actuales. Es verdad que no son procesos ni momentos comparables, pero ando con la impresión de que es un precedente digno de ser tenido en cuenta. Sobre todo, porque aquel escenario era bastante más estable que el actual, menos propenso a giros bruscos. Solo han pasado dos años desde que el PSOE logró activar a última hora el gen de la supervivencia. Solo dos, desde que el PP logró despertar en el último minuto a buena parte de sus votantes durmientes. Solo dos, desde que Ciudadanos demostró tener la menor capacidad competitiva de los cuatro grandes contendientes.
¿Puede repetirse, aunque sea a menor escala, un fenómeno parecido? En el último tramo de aquella carrera, Ciudadanos perdió votos hacia el Partido Socialista, el Partido Popular y también hacia Podemos. En aquella época, la 'nueva política' se estrenaba. Ahora la vía de agua hacia los de Colau está sellada. Por lo tanto, solo quedan un par de flancos abiertos. Dos, porque esta campaña son dos campañas aisladas e igualmente encarnizadas: una dentro de los nacionalistas y otra dentro de los constitucionalistas. Creo que no habrá trasvases significativos entre ambos bloques.
¿Puede Ciudadanos perder parte del terreno que tiene en beneficio del PSC? Los socialistas catalanes no lo tienen fácil, pero de momento han conseguido un logro. Partiendo de una posición matemáticamente lateral, Iceta ha logrado proyectar en el público la imagen de 'president' verosímil. Un milagro para el que ha bastado la política, no ha necesitado ninguna danza de la lluvia. Iceta es un competidor duro, mucho más rocoso de lo que parece. Irá a por todo y con todo. Con todo para que las siglas lleguen donde él no termina de llegar: voto femenino y votante obrero. Es probable que Borrell haga mucha campaña, no solo en los medios. Podría desempeñar una tarea decisiva en las zonas históricamente rojas, en donde vive el primer anillo del público objetivo socialista. Barrio a barrio. Ese es el escenario central de la batalla entre PSC y Cs.
¿Puede Ciudadanos perder votantes porque el PP cuente con más apoyos de los que cuentan las encuestas? En mi opinión, esa es la pregunta más interesante de las próximas semanas. Lo veo así porque, a pesar de todos los factores que juegan en su contra, los populares llevan ya varios años demostrando mayor profesionalidad y acierto tanto en el planteamiento estratégico como en el trabajo con grandes datos. Veremos si están en condiciones de hacer una campaña puerta a puerta que acabe pasando por debajo del radar. Yo no me atrevo a descartarlo.
¿Puede haber un cambio climático súbito en la campaña electoral? Por supuesto que sí, desde un suceso imprevisible hasta un hecho probable. Un ejemplo: el clima entero cambiará si Junqueras sale de la cárcel y entra en la campaña electoral. Tendrá sobre sí el halo del mártir, hará una campaña beatífica pensada para poner la carne de gallina hasta a las piedras. Imaginemos su primer acto público. Imaginemos el debate electoral. Y así todos los días hasta el final. Ninguna de esas imágenes restará votos naranjas, pero cada una empujará un poco más lejos del escenario a quienes hoy concentran la mayor parte de atención. Veremos si saben gestionar emocionalmente el tipo de liderazgo que hace falta para una situación como esa.
¿Qué es lo peor que le podría pasar a Ciudadanos? Nadie puede hacerse más daño que uno mismo. Están acertando al apelar al voto útil constitucionalista, las dudas que generan respecto a la posición final del PSC también son eficaces. Ahora bien, quizás empiecen a verse ya errores de tono. Puede que todavía no se perciba del todo, pero hay señales de euforia antes de tiempo. Cuidado, porque el público tarda muy poco en identificar y rechazar el exceso. Tengo la impresión de que Arrimadas emana mucho mejor que Rivera lo que su partido necesita emitir en este momento. Serenidad. Si pierden un poco de eso, puede desvanecerse el 'momentum', pueden perder muchos votos.
PABLO POMBO Vía EL CONFIDENCIAL
Ya sé que Ciudadanos tiene el 'momentum', que el universo entero parece ahora conjurado a su favor. Pero esto es largo. Hasta el 21 de diciembre queda mucho y harán falta dosis industriales de cuajo para atravesar las 21 eternidades que quedan. Desconozco si Ciudadanos tiene reservas suficientes de ese material, hasta el momento no lo ha demostrado.
A veces no hace falta, claro. Hay competiciones en que la temperatura de la corriente social eleva el cartel electoral con un movimiento ligero, como pasa con la bolsa de plástico durante la secuencia de 'American Beauty'. También las hay que parecen señaladas por un destino cruel, esfuerzos que exigen la entereza de las guerras perdidas de antemano, esas en las que cada cosa que puede ir mal va invariablemente a peor. Entre esos dos extremos del abanico caben todas las campañas electorales. Y todas contienen el factor cambio. Ninguna es lineal. Esta tampoco lo será. Pasarán cosas durante las próximas semanas. Seguro.
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La probabilidad de que el globo naranja pierda aire inesperadamente está en el horizonte porque no se ha borrado del paisaje del tiempo. Hay precedente, diciembre de 2015. Entonces faltaba para las generales lo mismo que falta ahora para las catalanas, las cifras eran muy parecidas a las actuales. Es verdad que no son procesos ni momentos comparables, pero ando con la impresión de que es un precedente digno de ser tenido en cuenta. Sobre todo, porque aquel escenario era bastante más estable que el actual, menos propenso a giros bruscos. Solo han pasado dos años desde que el PSOE logró activar a última hora el gen de la supervivencia. Solo dos, desde que el PP logró despertar en el último minuto a buena parte de sus votantes durmientes. Solo dos, desde que Ciudadanos demostró tener la menor capacidad competitiva de los cuatro grandes contendientes.
¿Puede repetirse, aunque sea a menor escala, un fenómeno parecido? En el último tramo de aquella carrera, Ciudadanos perdió votos hacia el Partido Socialista, el Partido Popular y también hacia Podemos. En aquella época, la 'nueva política' se estrenaba. Ahora la vía de agua hacia los de Colau está sellada. Por lo tanto, solo quedan un par de flancos abiertos. Dos, porque esta campaña son dos campañas aisladas e igualmente encarnizadas: una dentro de los nacionalistas y otra dentro de los constitucionalistas. Creo que no habrá trasvases significativos entre ambos bloques.
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¿Puede Ciudadanos perder parte del terreno que tiene en beneficio del PSC? Los socialistas catalanes no lo tienen fácil, pero de momento han conseguido un logro. Partiendo de una posición matemáticamente lateral, Iceta ha logrado proyectar en el público la imagen de 'president' verosímil. Un milagro para el que ha bastado la política, no ha necesitado ninguna danza de la lluvia. Iceta es un competidor duro, mucho más rocoso de lo que parece. Irá a por todo y con todo. Con todo para que las siglas lleguen donde él no termina de llegar: voto femenino y votante obrero. Es probable que Borrell haga mucha campaña, no solo en los medios. Podría desempeñar una tarea decisiva en las zonas históricamente rojas, en donde vive el primer anillo del público objetivo socialista. Barrio a barrio. Ese es el escenario central de la batalla entre PSC y Cs.
¿Puede Ciudadanos perder votantes porque el PP cuente con más apoyos de los que cuentan las encuestas? En mi opinión, esa es la pregunta más interesante de las próximas semanas. Lo veo así porque, a pesar de todos los factores que juegan en su contra, los populares llevan ya varios años demostrando mayor profesionalidad y acierto tanto en el planteamiento estratégico como en el trabajo con grandes datos. Veremos si están en condiciones de hacer una campaña puerta a puerta que acabe pasando por debajo del radar. Yo no me atrevo a descartarlo.
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¿Puede haber un cambio climático súbito en la campaña electoral? Por supuesto que sí, desde un suceso imprevisible hasta un hecho probable. Un ejemplo: el clima entero cambiará si Junqueras sale de la cárcel y entra en la campaña electoral. Tendrá sobre sí el halo del mártir, hará una campaña beatífica pensada para poner la carne de gallina hasta a las piedras. Imaginemos su primer acto público. Imaginemos el debate electoral. Y así todos los días hasta el final. Ninguna de esas imágenes restará votos naranjas, pero cada una empujará un poco más lejos del escenario a quienes hoy concentran la mayor parte de atención. Veremos si saben gestionar emocionalmente el tipo de liderazgo que hace falta para una situación como esa.
¿Qué es lo peor que le podría pasar a Ciudadanos? Nadie puede hacerse más daño que uno mismo. Están acertando al apelar al voto útil constitucionalista, las dudas que generan respecto a la posición final del PSC también son eficaces. Ahora bien, quizás empiecen a verse ya errores de tono. Puede que todavía no se perciba del todo, pero hay señales de euforia antes de tiempo. Cuidado, porque el público tarda muy poco en identificar y rechazar el exceso. Tengo la impresión de que Arrimadas emana mucho mejor que Rivera lo que su partido necesita emitir en este momento. Serenidad. Si pierden un poco de eso, puede desvanecerse el 'momentum', pueden perder muchos votos.
PABLO POMBO Vía EL CONFIDENCIAL
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