En lugar de establecer la democracia en Cataluña, que para eso era el
artículo 155, y desarmar a la oligarquía, con su red clientelar y el
entramado propagandístico para la tiranía, se habrán dedicado a ganar
tiempo.
¿No estaban preparados para la independencia?
Las patéticas declaraciones de los Tardá, Campuzano
y ex consejeros independentistas sobre la falta de preparación para la
independencia muestran que el Proceso no era una revolución ni un cambio
social, como sostenían algunos. Simplemente se trataba de la conclusión
lógica de la expansión autoritaria de la oligarquía catalana,
alimentada por el fallido Estado de las Autonomías , bajo la forma de golpe de Estado.
La confesión de que les faltaba la preparación adecuada solo puede ser en dos sentidos, y ambos subsanables
Pero que nadie se lleve a engaño: la confesión de que les
faltaba la preparación adecuada solo puede ser en dos sentidos, y ambos
subsanables. El primero es que aún no tienen el apoyo de la mayoría de
la sociedad catalana, y el segundo es que la legislación no contempla el
referéndum para la independencia. Eso significa que esas son las dos
vías por las que marchará el separatismo.
Más persuasión
No
tener en cuenta el peso del ascenso, consolidación y declive (aparente)
del nacionalsocialismo y del comunismo en Europa para explicar los
últimos cien años, es como creer que sin citar la Revolución Francesa se
puede explicar el siglo XIX. Por eso es obligado mirar atrás en la
cuestión de la propaganda y la nacionalización de las masas, su
conversión en atrezo y la canalización política.
Goebbels solía terminar sus discursos emocionales y agresivos exclamando: “Por supuesto, todo esto es propaganda”
Goebbels solía terminar sus
discursos emocionales y agresivos exclamando: “Por supuesto, todo esto
es propaganda”. Estos pastores conocían perfectamente que la política es
persuasión. Considerar que los movimientos políticos son reacciones
espontáneas por una situación social o económica es pecar de ingenuo.
Sin propaganda, organización y financiación no hay vida política. J. A.
C. Brown escribía hace años que “ un grupo enfermo elige a un jefe enfermo”; ya, pero antes hay que dedicarse concienzudamente a infectar a un cuerpo susceptible de hospedar el virus.
Es
la conquista de la opinión, ese sujeto que, según decía James Madison,
otorga y quita legitimidades a los gobiernos representativos. Los
catalanistas han comprendido así que las masas se nacionalizan al igual que son conquistadas por cualquier otra religión laica
, una de esas que da respuestas fáciles a problemas complejos, que
facilita interpretar el mundo, da sentido a vidas simples, y sirve para
esconderse en el rebaño.
En el poder, al día siguiente, seguirán haciendo propaganda desde las instituciones a golpe de subvención y verdades teológicas
Los independentistas saben que ganarán las precipitadas
elecciones del 21-D, por mayoría propia o pactando con el PSC y los de
Colau y Doménech. Así, en el poder, al día siguiente, seguirán haciendo
propaganda desde las instituciones a golpe de subvención y verdades
teológicas. No en vano Prat de la Riba decía “ La religión catalanista tiene por Dios a la Patria ”. Pero no será suficiente para “estar preparados”, y saldrán los agitadores financiados de ANC y Òmnium a modo de los profesionales del bolchevique Plejanov, de esos que solo presentan una idea, no pero no paran de hacerlo.
Los agitadores usan dos instrumentos: la autocompasión (o victimismo) y el odio, porque odiar en común es la emoción política más fuerte y destructiva
. La frustración por la DUI alimentará los peores sentimientos de los
más convencidos, quienes a buen seguro volverán a mítines, performances,
procesiones integristas, cultos a la esencia y beatificación de
mártires. El objetivo será estar preparado, ser mayoría, remontar el
ridículo. “Nos llevó la épica” decía uno de los delincuentes, y no
querrán que vuelva a pasar.
La independencia legal
Los
golpistas han fracasado a corto plazo, pero han conseguido extender
varias ideas: el Estado de las Autonomías no es suficiente, la nación
española es un imperativo legal pero no real, la plurinacionalidad es
progresista y necesaria, la legislación está por encima del Derecho, la
voluntad política puede retorcer la mano a la justicia, y la democracia
es votar.
El gobierno ha mostrado más que timidez a la hora de cumplir su deber, lo que se está reflejando en las encuestas
A esto añadimos el triste espectáculo dado por los constitucionalistas. El gobierno ha mostrado más que timidez a la hora de cumplir su deber,
lo que se está reflejando en las encuestas. El PSOE de Sánchez perjura
que no gobernara con los independentistas cuando en realidad ya lo hace en 60 municipios de Cataluña desde 2015.
Ciudadanos está fuera de juego, como un becario ante Fouché, y Podemos,
en fin, sigue en su papel de trama civil del golpe cuando ya se ha
bajado el telón.
Los nacionalistas han tardado 37 años en crear las condiciones para este golpe de Estado,
asaltando la educación, la cultura y los medios, catalanizando a los
hijos de “charnegos”, normalizando el uso de niños como en la Intifada, y
convirtiendo a los adultos en alegre comparsa norcoreana. Consiguieron
colonizar el lenguaje de los castellano hablantes, y conquistar la
conciencia y el bolsillo de la clase política y la élite cultural del
resto de España siguiendo el molde de aquel imperialismo de la Lliga de Prat y Cambó: modernizar el país siguiendo la estela de “la más civilizada Cataluña”.
Ya
decía la Declaración del Hombre y del Ciudadano, sí, aquella de la
revolucionaria Francia, que la soberanía reside esencialmente en la
nación; no en corporación ni individuo alguno. En torno a este principio
ha girado la política contemporánea, para bien y para mal, y no hemos
escapado aún a esta concepción colectivista del pasado y del futuro. Por
eso, cuando PP, PSOE y demás partidos, por mucho que ahora los populares teatralicen el llevarlo a vía muerta, establezcan que otro cuerpo social distinto del español es una nación, será cuestión de tiempo que su oligarquía plantee la independencia legal .
De
esta manera, en lugar de establecer la democracia en Cataluña, que para
eso era el artículo 155, y desarmar a la oligarquía, con su red
clientelar y el entramado propagandístico para la tiranía, se habrán
dedicado a ganar tiempo, a colocarse para unas elecciones que devuelvan a
esa “normalidad” que nos ha llevado a la situación más crítica de los
últimos cuarenta años.
JORGE VILCHES Vía VOZ PÓPULI
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