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sábado, 11 de noviembre de 2017

¡ESPAÑA SE RINDE!

NOS DA TANTO CAGUE DEFENDER ESPAÑA QUE NO QUEREMOS HACER NI PRESOS EN ESTE CONFLICTO 



No es un eslogan político, ni siquiera una metáfora. Mis queridos conciudadanos de un país grande como pocos, con una cultura, lengua, economía e historia ambicionada por todos los países reales y aspirantes, el gobierno de Mariano Rajoy nos ha rendido, y lo peor no es que haya sido sin luchar, sino que lo ha hecho por convicción. 

La buena noticia, aunque según como se mire también es mala, es que el separatismo también se ha rendido, ya lo vimos el 10 de octubre, después con la fuga de Puigdemont y ahora con el arrepentimiento espontáneo y sincero de Forcadell, la musa del separatismo.

Ya puede el papá llevarse a los niños del asfalto, no hay necesidad de exponerlos para esta pandilla de caganers, que como ya intuíamos inventaron el proces para mantener y acrecentar patrimonio, y que ante la alternativa de visitar la sierra madrileña por un tiempo, han dicho que todo era una broma. Catalanes que fuisteis al Parlament a apoyar la independencia, ¡que era una broma, que no os habéis enterado! Queridos Mossos empeñados en ser de todo menos policías al servicio de la ley, ¡que os han tomado el pelo y habéis quedado como Cagancho en Almagro!

Pero todo este esperpento no puede ocultar una realidad, que ésta no es espontánea ni súbita, sino manipulada y construida por una izquierda radical que aspira a la destrucción de España y de Cataluña, a sembrar el caos y el desorden permanente, para dejarnos a todos en manos de bolivarianos, anarquistas y terroristas callejeros y llevarnos a un régimen totalitario. La amenaza de España no es el nacionalismo, es el totalitarismo.

Después del asalto de la huelga general a los derechos y a la seguridad, ¿hay alguien que no considere, no que estamos ante un delito de rebelión, sino ante un alzamiento violento contra el estado? No nos engañemos, las instituciones separatistas catalanas han declarado la guerra a España utilizando y violentando las instituciones. ¿Hay acaso un crimen más execrable que utilizar los mecanismos de la autoridad para someter al estado y al pueblo?

La huelga general consentida y soportada por una parte de los Mossos y alentada por el gobierno supuestamente intervenido, más allá de las implicaciones electorales que pueda tener, constituye un alzamiento violento contra la democracia, que justificaría más que el artículo 155 el artículo 63 de la Constitución, sino fuera porque todo era una broma, de mal gusto eso sí; pero que nos va a llevar a un conflicto inevitable, porque todo esto no ha hecho más que empezar.

Winston Churchill que entendía mucho de principios y de cómo debían ser defendidos afirmó que:

" Si uno no quiere luchar por el bien cuando puede ganar fácilmente, sin derramamiento de sangre, si no quiere luchar cuando la victoria es casi segura y no supone demasiado esfuerzo, es posible que llegue el momento en el que se vea obligado a luchar cuando se tiene todas las de perder y una posibilidad precaria de supervivencia. Incluso puede pasar una cosa peor: que uno tenga que luchar cuando no tiene ninguna esperanza de ganar."

Y este es el escenario al que nos encaminamos ante la radicalización que se va a producir en el conflicto, que ya no será un problema de declaraciones parlamentarias ni de independencia, creo que de esto ya han quedado bastante vacunados los catalanes para toda una generación; el conflicto vendrá de la insumisión permanente, de la algarada callejera y de la alianza radical nacionalista que tomará el poder el Cataluña después del 21 de diciembre. 

El día que deje de aplicarse el 155 echaremos de menos no tener de contraparte a Puigdemont y Forcadell.

Vistos todos los acontecimientos acontecidos en estos últimos meses, hoy podríamos decirle al gobierno de la nación las mismas palabras que Churchill le dirigió a Chamberlain al regreso de Munich.

" Se te ofreció poder elegir entre la deshonra y la guerra, elegiste la deshonra y tendrás la guerra."

El gobierno de España y no digamos este aborto de gobierno catalán que tiene a parte en el exilio, a otra parte en la sombra y a otra en fuga, han optado por deshonrar a Cataluña y a España. Han preferido una acción de algodón de azúcar para no molestar, con el fin de que nada cambie. El 155 es, como diría el Príncipe De Salina, lo que tiene que cambiar para que nada cambie.

Con la deshonra ha venido la rendición, incondicional; incluso antes de hacer las levas, ya nos hemos rendido. Hemos deshonrado a nuestra nación para intentar calmar las ambiciones totalitarias de una minoría. Cuando el gobierno decidió abdicar de sus funciones para transferirlas a los jueces, no era para que fueran tan duros sino para que, como los del Supremo, no actuarán con tanto rigor.


Nos da tanto cague defender España que no queremos hacer ni presos en este conflicto. Pero el gobierno optando por la deshonra para evitar el conflicto, ha sembrado el germen de la destrucción nacional. Forcadell y Puigdemont deshonrando al pueblo catalán que creyó en sus mentiras, han sido tremendamente peores, porque no han actuado para evitar el conflicto, sino para salvar su culo, al menos en eso Rajoy ha tenido más altura de miras.

Pudimos haberlo evitado hace ya años, pero faltó la visión y el liderazgo, y ahora ante la incapacidad de luchar, España se rinde. Ya pueden ir quitando todas sus banderas de los balcones. Nunca tantos españoles pusieron a un gobierno en la oportunidad de terminar con problemas históricos y nunca se recibió tanta ignominia. ¡Cuánto más fuertes somos como nación, más débiles son nuestros gobernantes¡, y ese es el drama histórico de nuestro país.

¿Pero acaso no tenemos razón? ¿Es que nos vamos a creer todas las mentiras del separatismo? ¿Es que no estamos dispuestos a luchar por nuestros derechos y nuestra gran nación? ¿Vamos a tirar por la borda tanto acervo común, porque nos tiemblan las canillas? Un pueblo que olvida sus raíces, que incluso las desprecia; que está dispuesto a fracturarse sin la mayor vergüenza, no puede ser el español. No podemos reconocernos en esta pusilanimidad infinita.

No podemos dejar que una minoría nos amedrente, nos haga sentir ciudadanos de segunda; que nos hunda en la miseria moral simplemente porque recelamos de nuestros valores y no estamos dispuestos a tomar la vanguardia de la defensa de la igualdad entre todos los españoles, de la ley y la historia.

España se rinde, saquen las sabanas a los balcones para que no suframos las represalias del separatismo radical, para que no vengan a amenazarnos a nuestras casas por querer ser lo que somos españoles. Saquen banderas blancas y guarden las banderas nacionales en sus corazones, que ya es el único lugar en el que podemos sentirnos español; casi en la intimidad.

Catalanes, guardad las esteladas, y también sacad banderas blancas, aunque en Cataluña corréis el riesgo de que los que vengan gracias a estas elecciones, os obliguen a poner la estelada con el escudo del POUM y si no os harán el matarile, experiencia traumática que ya conoció Cataluña en los años de la Guerra Civil

Pero el conflicto es inevitable. Las bases que lo sustentan permanecen intactas y el nacionalradicalismo que tomará el poder en el nuevo gobierno 
catalán será infinitamente peor, porque serán los comités de la defensa de la república anarquista los que salgan a las calles para continuar con la amenaza y la extorsión. 

Todos los procesos revolucionarios siguen el mismo patrón; los pequeños y medios burgueses quieren un cambio y creen que dominarán en su supuesta supremacía intelectual a las masas enfervorecidas; y éstas en cuanto pueden, asestan un zarpazo mortal y ya no hay marcha atrás. Lo de la Declaración de Independencia va a ser un aspecto menor comparado con el ambiente que se está generando en Cataluña por esta nueva mayoría.

Cada día que pasa Junqueras en la celda, cimenta, como otros tantos revolucionarios totalitarios, la presidencia de la república catalana, y ante este inevitable conflicto, no nos van a servir paños calientes ni ministros blandiblú. 

Entonces habrá que echar a Chamberlain y llamar a Winston para ganar, porque dentro de generaciones se dirá que ésta era el conflicto que España tenía que ganar o que haber ganado.



                                          ENRIQUE NAVARRO  Vía LIBERTAD DIGITAL

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