Translate

domingo, 26 de noviembre de 2017

PUIGDEMONT, ESE TRASTO INÚTIL (TRAS EL 21-D)

Un fugitivo de la Justicia española bajo la vigilancia de la Justicia belga, que se presenta a unas elecciones en las que su lista lucha por el tercer o cuarto puesto




Atribuyen a Víctor Hugo la frase de que Napoleón fue el primer loco que se creyó Napoleón. Algo así debe estar sucediéndole al prófugo de Bruselas, que sigue pretendiendo ejercer de 'Molt Honorable President' cuando hace tiempo que ni los suyos se lo toman en serio como tal.

Su penúltima chaladura ha sido convocar a Rajoy en Bruselas para mantener una entrevista oficial. Seguro que el presidente del Gobierno de España no tiene nada mejor que hacer que acudir presto a la llamada. Aparte de que el 'lehendakari' Urkullu puede testimoniar el valor que tienen los acuerdos con ese tarambana, alguien debería explicarle lo que es: un fugitivo de la Justicia española bajo la vigilancia de la Justicia belga, que se presenta a unas elecciones en las que su lista lucha por el tercer o cuarto puesto.

No sé qué pasó por su cabeza en el momento en que decidió tirar a la papelera el decreto de convocatoria de las elecciones, que era su última oportunidad para prolongar su liderazgo y la fantasía del procés; y después a salir de naja tras aquella atolondrada DUI, dejando tirados a sus compinches de la "banda de los seis" (Junqueras, Forcadell, los dos Jordis y Trapero, además del padrino Mas). Pero en esas horas liquidó lo que le quedara de dignidad y de carrera política.

Puede que Puigdemont sirva aún como reclamo electoral para el 21-D. Pero a partir de ese día, será un cachivache inútil, un engorro y un estorbo para todos. Especialmente, para los suyos.

La probabilidad de que repita como presidente de la Generalitat tiende a cero. Primero, porque no ganará las elecciones. Incluso las encuestas más optimistas lo sitúan claramente por detrás de ERC y de Ciudadanos y disputando la tercera posición al PSC. Todo su empeño por encabezar una lista única del independentismo se debía a que solo así podría aspirar a la presidencia; y ERC saboteó esa candidatura unitaria justamente para cortarle el paso.

Además, para gobernar hay que estar físicamente en el lugar. Y en el momento en que pise territorio español será detenido y conducido ante el juez, que a su vez lo enviará a prisión porque en su caso el riesgo de fuga no es una hipótesis, sino una realidad comprobada. Dicen que podría ensayar el golpe de efecto de presentarse en Barcelona inmediatamente antes de la votación, precisamente para rentabilizar en la urnas el impacto de su detención. Eso quizá valdría como último mitin de campaña, pero le depararía una larga temporada en la sombra, no compatible con la función de gobierno.

Cuando pise territorio español será detenido y conducido ante el juez y, en su caso, el riesgo de fuga no es una hipótesis

Por otra parte, encabeza una candidatura políticamente delicuescente. Una colección de retales independentistas reclutados sobre la marcha que tienen en común la falta de anclajes partidarios y la ausencia casi absoluta de experiencia política. Ahí aparecen periodistas, deportistas, faranduleros, profesores, médicos, cocineros, curas… de todo menos políticos profesionales. Y los pocos que hay están fugados, encarcelados o procesados. En la lista de Barcelona, la primera que no está empitonada por la justicia es la número cinco. Y de los otros, la primera que puede ser considerada política es la número 10, que acaba de largarse del PDeCAT.

Puigdemont no solo ha terminado de destruir (empezó Mas) al partido más importante de Cataluña, sino que ha hecho en las listas un purga masiva de sus dirigentes orgánicos. En estas condiciones, ¿quién orientará políticamente y mantendrá mínimamente disciplinado a ese grupo parlamentario? (No hablo ya de formar gobierno con semejante colectivo de voluntariosos inexpertos). Lo más probable es que a los pocos días de llegar al Parlament muchos se aburran y se vayan, otros vayan por libre y a los más vocacionales los vayan comprando uno a uno los profesionales de ERC mediante prebendas. Sobre todo, teniendo en cuenta que el titular del negocio no estará allí para impedirlo.


Como señala Kiko Llaneras, Junts per Catalunya es la sexta marca electoral de Convergéncia en tres años, como si cambiando cien veces de nombre escaparan de su patética historia reciente. En el trayecto, ese partido ha pasado del estado sólido al líquido y de ahí al gaseoso. Sus votos añadirán confusión y desorden al bloque independentista, por si no tuviera poco de ambas cosas tras el sainete del último mes. Esa "lista del president" sin 'president' solo sirve para bloquear la imprescindible reconstrucción de un nacionalismo catalán institucional y democrático, conectado con la realidad y respetuoso de la ley.

Pero hay más. En el mejor de los casos (para ellos), los independentistas alcanzarán una ajustada mayoría parlamentaria. ¿Pueden permitirse el lujo de tener a un puñado de diputados en prisión y a otros hipotecados por su compromiso de no hacer nada anticonstitucional so pena de regresar a la trena y pendientes de una sentencia que acarrearía su inhabilitación definitiva? Es cierto que, llegado el caso, pueden renunciar y ser sustituidos por los siguientes de la lista. En el caso de los de Puigdemont, otro puñado de aficionados políticamente incontrolables. La "mayoría de cemento" independentista de la anterior legislatura será esta vez de plastilina, con eso cuentan Iglesias y Colau.

Carles Puigdemont recorre el centro de Brujas guiado por el senador Pol van den Driessche. (EFE)
Carles Puigdemont recorre el centro de Brujas guiado por el senador Pol van den Driessche. (EFE)

Por otra parte, los cortesanos de Puigdemont insisten en que se le siga reconociendo una especie de presidencia "legitima" de la Generalitat aunque pierda y otro ocupe el poder ejecutivo. Vana ilusión. No conozco a ningún gobierno que consienta de buen grado la existencia de otro gobierno paralelo, por ornamental que sea. ¡Menuda es la Marta Rovira –o el propio Junqueras– para contemporizar con situaciones equívocas de poder!

En su fantasmagórico mitin de este sábado en Bélgica, Puigdemont dijo que estas elecciones "son las más importantes de la historia de Cataluña" pese a llamarlas ilegítimas y potencialmente fraudulentas. Que hay que votar contra el 155 que sus socios han ido acatando sumisamente. Que hay que recuperar las instituciones del autogobierno, esas que pisotearon con saña. Y que tras el 21-D hay que retomar la DUI. ¿Cuál de ellas, la "simbólica de Forcadell", la "meramente política" de Junqueras o la chapucera del 27 de octubre, que con el susto ni se acordaron de arriar la bandera española?

Las tres primeras acepciones de "trasto" que recoge el diccionario son: Cosa estropeada o que estorba. Persona de carácter revoltoso. Persona inútil o informal. Cualquiera de las tres se podrá aplicar a nuestro hombre tras el 21-D. Por eso entrevistarse con él, además de indecoroso, sería una forma lamentable de perder el tiempo.


                                                                                 IGNACIO VARELA   Vía EL CONFIDENCIAL

No hay comentarios:

Publicar un comentario