Cuando uno piensa que ya no puede ver nada más en ese grotesco y
atrabiliario proceso, llega siempre algo o alguien que te rompe los
esquemas. Ahora resulta que nada de lo prometido era factible
El expresidente de la Generalitat , Artur Mas.
efe
No estábamos preparados para la independencia. Y lo dice ahora
Llegaron
el llanto y el crujir de dientes para los procesistas, y la crónica
diaria se divide, básicamente, en dos bloques: los que son partidarios
del mantenella y no enmendalla o los que se caen de caballo, como San
Pablo camino de Tarso, aterrizando, eso sí, en un mullido colchón de
antiguas prebendas y holguras. Los papeles se intercambian, los roles se
trastocan, las idas y venidas parecen más propias de una comedia de
boulevard que no de un país serio. Escuchar a Pilar Rahola que la Unión Europea es “una merda”, haciendo seguidismo al pesadísimo Carles Puigdemont, no es moco de pavo, pero es mucho más notable escuchar a líderes como el ex President Artur Mas
tirarse de la moto, despachándose con declaraciones que son totalmente
opuestas a las que ha hecho desde hace años y que son, en buena medida,
las que nos han llevado hasta aquí.
Porque uno bien puede comprender que el ex conseller Espadaler,
militante de la antigua Unió y ahora candidato independiente en la
lista del PSC, salga a la palestra denostando todo lo que tenga que ver
con el independentismo. Hay que seguir viviendo y no se hable más,
porque todos tenemos el techo de vidrio y los políticos son
especialmente frágiles en cuestiones de hemeroteca. Que otro ex
conseller, Santi Vila, espera a que falten diez segundos para abandonar el por entonces Govern separatista y se haga fotos con Mariano Rajoy,
pues bueno, pues vale. Se conoce que Vila es la esperanza blanca de los
empresarios – no en vano ese apretón de manos se dio en el marco de un
encuentro empresarial al que asistía el presidente del gobierno español –
y por algo se empieza.
Todo ello, insisto, es muy
humano y, sobre todo, político, que ya sabemos todos que la política
niega las verdades de ayer para proclamar las mentiras de mañana. Sin
embargo, llama poderosamente la atención que Artur Mas, el hombre del
primer referéndum ful, el que tiene que pagar un pastizal a la justicia,
el que está inhabilitado, aquel President que propuso a Puigdemont como
su sucesor porque la CUP lo quería arrojar “a la papelera de la
historia” (sic) venga ahora diciendo que hombre, todo ha sido muy
precipitado, que la via unilateral no es aconsejable, que en realidad
Cataluña no estaba preparada para la independencia y que hay que ser
moderados y tal.
"Si alguien empezó el proceso fue usted, Artur Mas i Gavarró, solo usted y nadie más que usted"
Caramba, don Artur, no fotem, que
decimos en catalán, para este viaje no hacían falta alforjas. Que todos
tenemos parte de responsabilidad por acción u omisión no lo dudo, pero
que usted fue el primero en meternos en este quilombo, también. Se ha
pasado todos estos años hablándonos de estructuras de estado, de
mayorías sociales abrumadoras, del mandato del pueblo, ha amamantado con
el dinero de todos a las entidades secesionistas, ha firmado
declaraciones solemnes, ha celebrado jornadas históricas, páginas
épicas, ha avisado de lo símiles marineros hasta la extenuación y usted,
precisamente usted, ¿nos sale ahora con estas gollerías? ¿Mintió o no
mintió al pueblo catalán cuando prometía el oro y el moro?
Porque
si alguien empezó el proceso fue usted, Artur Mas i Gavarró, solo usted
y nadie más que usted, el mismo que había pactado con el PP de Alicia Sánchez Camacho
los presupuestos de la Generalitat hasta que, caramba, se dio cuenta
que esto del independentismo igual podía darle réditos políticos. No tan
solo metió usted a Cataluña y al resto de España en una grave crisis,
sino que, como quien no quiere la cosa, ha enviado a su partido a hacer
puñetas. Estratega que es el hombre.
Reconocer el error o echarle siempre la culpa al tonto que pasaba por allí
Mas
dice, en la intimidad, claro, que el mayor error de su carrera política
fue el proponer como sustituto a Puigdemont. Tiene mérito que, entre
tantas equivocaciones y yerros, destaque este. Aunque, seguramente,
tenga razón. No hay nadie más papista que un monaguillo sobrevenido en
obispo. Si nadie le contradice, mucho peor. No sirve de nada su
contrición en privado, señor Mas. Dígalo usted en público explicando con
pelos y señales las razones que le llevaron a sacar al chico de su
alcaldía de Girona, endiñándole la patata caliente de una investidura en
la que a usted no le querían ni los suyos. Y estoy hablando no ya de
las CUP sino de su socio en Junts pel Sí, Esquerra. Explique quién le
aconsejó el nombre del por entonces alcalde gerundense, atrévase a
explicar la comedia del mito de la Dinamarca del sur o cómo se gestó el
concepto del derecho a decidir, tan inexistente en derecho como útil fue
para sus propósitos.
Ahora no basta con decir que la
cosa ha sido precipitada, después de pasarse años y años machacando con
el mismo tema, jugando a ser el Moisés que llevaría a los
independentistas hasta la tierra prometida de una república que ni
estaba ni se la esperaba. Diga de una vez que usted viajó a Bruselas
recientemente para poner firmes a su pupilo y lo que le contestó este,
como se le puso flamenco – y nunca mejor dicho – y cómo usted, Marta Pascal, Bonvehí
ed altri volvieron de Bélgica con las orejas gachas y horrorizados ante
el monstro que habían creado. Dé usted explicaciones a la ciudadanía
catalana, detalle los argumentos que empleó Puigdemont para hacer valer
su posición de fuerza o el contenido de cierta cena en un conocido y
céntrico bistró de Bruselas, quién había y qué se dijo. Ya que usted
mintió a sabiendas y con toda la alevosía, tenga ahora al menos el
coraje de reconocerlo en público, exponiendo a la luz lo que hasta ahora
ha permanecido en las sombras. Le digo más: si prefiere no detallar
mucho, un simple “me equivoqué con este hombre” o un “jamás pensé que se
llegaría a este despropósito” bastaría.
"A usted ya no puede importarle perder la presidencia porque ya no es President ni, créame, lo será"
Piense que Cataluña ya tiene en los haberes nefastos de su historia a un ex President, Jordi Pujol,
que tuvo que decir públicamente, aunque con la boca pequeña y adornando
con medias verdades la cosa, que se había equivocado con lo de la
herencia del abuelo Fulgenci. Hasta el rey Don Juan Carlos
apareció un día ante las cámaras diciendo aquel célebre “lo siento, me
he equivocado, no volverá a suceder” que le costó la corona. A usted ya
no puede importarle perder la presidencia porque ya no es President ni,
créame, lo será. Haga el gesto. Prestaría un gran servicio a los suyos y
al conjunto de la sociedad.
De nada sirve que usted
vaya ahora por platós entonando un mea culpa que suena falso, porque no
asume usted las responsabilidades que tiene, que no son pocas. Alguno
dirá que hay una campaña inminente y que los intereses de su partido le
atan. No es cierto, pero, aunque así sea recuerde la frase: la verdad es
la verdad, la diga Agamenón o su porquero. Basta ya de medias tintas,
basta ya de echarle siempre la culpa al otro, basta ya de cortinas de
humo.
No critico que enmiende usted su actitud política. Ni es el primer político que lo hace ni será el último. Recordemos a FelipeGonzález
con su histórico “Otan, de entrada, no” y como se la tuvo que envainar
después. Lo verdaderamente censurable es aparecer diciendo que la cosa
estaba muy verde sin ir más allá, sin afrontar gallardamente su enorme responsabilidad.
Existen
muchos argumentos para que diga ahora lo que piensa de Puigdemont, de
su huida al extranjero, de su actitud cada vez más lunática. Ya no es
una cuestión de partido ni, si me apura, de independentismo, esto ha
llegado a tal punto que se ha convertido en un asunto de higiene
democrática. Sin el explícito reconocimiento por parte del artífice del
proceso con respecto a la estafa que este ha sido, reconstruir la
convivencia en Cataluña va a ser algo muy difícil, lento y doloroso.
Esta es una tierra que, como en el resto de España, se deleita con el
terrible esquema de vencedores y vencidos.
Si ha visto
la luz y se ha desengañado, bienvenido sea. Pero, o remata la faena, o
lo suyo se quedará en nada, mucho peor, en pura falsedad.
MIQUEL GIMÉNEZ
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