Junqueras se ha negado a ir con el PDeCAT. Las encuestas le son favorables. Y el exvicepresidente quiere abrir el arco político a personas como Albano Dante Fachin
El líder de ERC, Oriol Junqueras. (Raúl Arias)
Oriol Junqueras es mucho Junqueras. El presidente de ERC, incluso desde la cárcel, mantiene un control férreo sobre su partido. La jugada de Carles Puigdemont de solicitar una lista única desde Bruselas, llevándose a la capital de Europa a Mònica Terribas (Catalunya Ràdio, un medio público) para dar más dimensión a su llamamiento, ha caído en saco rato. Incluso la ANC se sumó a la petición. Pero ni así. Junqueras impuso su criterio y la CUP se negó a inscribir su marca blanca. Final de partida para el proyecto de lista única, que deja algunos cadáveres por el camino.
Fuentes de ERC han asegurado que Junqueras se ha negado. Las encuestas le son favorables. Y el exvicepresidente quiere abrir el arco político a personas como el antiguo líder de Podem, Albano Dante Fachin. En 2015, Junqueras incorporó a Raül Romeva, quien venía de ICV pero era independentista. En 2017, el plan de Junqueras es sumar a Dante Fachin, que no es ni independentista. El giro de Junqueras implica pasar en dos años de Romeva a Dante Fachin. Un cambio radical. Y en este entorno, la lista única independentista carece de sentido.
Junqueras encabezará la lista de ERC, según aseguran fuentes de su partido. Y Puigdemont, la del PDeCAT. El tirón electoral del antiguo Govern está por ver, pero a falta de programas electorales más elaborados, los independentistas se encomiendan al victimismo, un clásico de la casa.
Una lista única que agrupara un amplio espectro, desde el PDeCAT hasta la CUP, pasando por Demòcrates, y pivotando alrededor de ERC, tenía tres defensores: el expresidente de la Generalitat Artur Mas; el propio Puigdemont, tal y como defendió ayer desde Bruselas, y la secretaria general de ERC, Marta Rovira. A pesar de que este plan ha recibido el apoyo de la ANC, Junqueras se ha salido con la suya. La lista única, que hubiera permitido sumar más escaños el 21-D, queda muerta, aunque tal vez no enterrada.
Las razones de Junqueras son solo dos, pero poderosas: en noviembre se espera que se haga pública la sentencia del caso Palau. En ese contexto, el PDeCAT no es un buen compañero de viaje. Y el nuevo escándalo que ha salpicado a Xavier Trias, con dinero en Suiza que este regidor del PDeCAT había negado tener, no augura nada bueno. Junqueras prefiere marchar solo que mal acompañado.
Sin embargo, en medios del PDeCAT se fantasea con resucitar la idea de una coalición en las próximas dos semanas. Pero para eso habría que canibalizar una de las dos listas, algo complicado, pero no imposible. Fuentes del PDeCAT apuntan que el partido no está cerrado a nada. Pero en la práctica, la lista única ha entrado en vía muerta. Puigdemont está fuera de juego. Sus improvisaciones no acaban de encajar en la estrategia del partido. Y Mas quería la lista única por tacticismo, para que no resulte tan evidente el hundimiento del partido. Una fórmula para mantener viva la opción sería la agrupación de electores, que podría presentarse hasta el 17 de noviembre. Se ganarían 10 días. El PDeCAT ha enviado la propuesta a Bruselas para que Puigdemont la valide, según apuntan fuentes del partido. Pero mantener esta puerta abierta no quiere decir que luego pase alguien por ella.
Cambio de óptica
Que cada partido se presente por su lado supone un cambio de óptica. Muchos en ERC, por ejemplo, consideran que facilita la salida de los presos de la cárcel. Se amplía el programa electoral. Ya se habla de un referéndum pactado en muchos ámbitos del independentismo, también entre los republicanos. Habrá pactos entre los partidos y no limitados al ámbito soberanista. En el fondo, es una manera de abrir una negociación política y de romper con el frentismo que ha marcado la era Puigdemont. Este se resiste a que cada partido comparezca en solitario porque es reconocer que su momento ha acabado y que, lo que es peor, no ha servido para nada.
En el mismo sentido va la ANC: “No podemos hacer otra cosa que exigir a los partidos políticos presentar hoy una coalición que sirva para apoyar una candidatura única independentista”, afirmaban en su comunicado. Pero la ANC no es nadie. No la escogió nadie. Fue alimentada por la Generalitat, que ahora está intervenida por Madrid. La ANC exige en su comunicado... algo que no puede exigir. Y en la nueva fase de retorno a los pactos políticos se termina el tiempo de las manifestaciones, la especialidad de la casa.
Fin del 155
El presentarse cada partido por su cuenta supone asumir las responsabilidades de lo que salió mal en la fallida declaración de independencia. Que cada palo aguante su vela. Pero también garantiza que habrá más puntos en los programas electorales que independencia sí, independencia no, tal y como quiere Ada Colau, por ejemplo, una aliada que ahora ningún partido puede despreciar, dado lo fragmentado del mapa que se espera tras el 21-D. Pero el abrir el espectro y no hacer pivotar toda la política catalana tan solo sobre el eje soberanista también permite que el Gobierno central levante la aplicación del 155. Tan sencillo como recuperar la autonomía.
La salida de los presos y el levantamiento del 155 pasan por la presentación de listas separadas. En esencia, por que PDeCAT y ERC vuelvan a la política
En el fondo, los partidarios de la lista única son independentistas de corazón, pero no quieren cambiar de marco mental. Quieren doblegar por la fuerza a un Estado que en realidad los ha vencido. La lista unitaria es volver al choque de trenes. Las listas separadas, asumir que el independentismo no tiene un tren. Por eso los moderados de ERC quieren ir por separado. Les permitirá marcar el ritmo de los futuros pactos si son la primera fuerza de Cataluña.
Lo mismo pasa en el PDeCAT. Los moderados del partido asumen que Santi Vila no podrá ni ir en la lista, según explican fuentes del partido. Pero si se presentan por separado, serán dueños de su destino. Lograrán negociar sus propios tratos. Podrán volver a la política y romper con la dinámica de grupo que se movía a caballo entre el 'y yo más' y el detector de traidores.
MARCOS LAMELAS Vía EL CONFIDENCIAL
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