Una serie de propuestas para afrontar los meses en que se paran las aulas y proseguir con la formación y educación de los escolares durante el verano
En verano, también hay una educación informal. (iStock)
La prestigiosa revista 'Cuadernos de pedagogía' me ha pedido que coordine un número monográfico sobre las vacaciones escolares.
Es un tema difícil, porque en él se concentran aspectos pedagógicos,
laborales, de conciliación familiar, de discriminación económica. Por
eso les pido ayuda para hacerlo bien. ¿Qué problemas les plantean las
vacaciones de verano? ¿Cómo los solucionan? ¿Cómo creen que deberían
solucionarse? Es un asunto tan importante que deberíamos iniciar una
movilización social reflexiva para enfrentarnos con él. Por eso les pido
que participen y que animen a sus amigos a participar.
La escuela se va de vacaciones; pero la educación no. Hay que recordar que la palabra 'educación' debe ir acompañada de un adjetivo: buena o mala. Educamos —y nos educan— cada vez que estamos induciendo en otras personas experiencias, creencias, normas, modos de actuación, modas. En pedagogía, se suelen distinguir tres tipos de educación. Formal: tiene el propósito de educar de manera estructurada y está institucionalizada en los sistemas educativos. No formal: también tiene el propósito de educar, pero lo hace de manera no estructurada, como sucede en la educación familiar. Informal: no tiene el propósito de educar, pero influye poderosamente a través de los medios de comunicación, el ambiente, la relación con los iguales. Las vacaciones escolares suponen que la educación formal se retira durante un periodo de tiempo y deja el campo educativo libre para las educaciones no formal e informal.
1.- La duración de las vacaciones de verano. El tema de las vacaciones es complejo y cada país lo resuelve a su manera. Hay algunos que las fragmentan más a lo largo del curso, otros que las tienen más largas que nosotros en verano. Lo cierto es que no se toman decisiones por motivos pedagógicos, sino por motivos económicos, sociales o laborales. Una de las razones que suelen aducirse a favor de las vacaciones largas es que los alumnos pueden dedicar más tiempo al ocio y a la vida familiar. Lo de la vida familiar hay que ponerlo en cuarentena. Con la jornada continua (escuela solo por la mañana), los alumnos tienen muchas horas familiares, que con frecuencia se convierten en 'horas de pantalla' o en horas de 'extraescolares'. Por otra parte, las vacaciones escolares no coinciden con las vacaciones laborales de sus padres, por lo que las familias tienen un problema serio: ¿qué hacer con ese mes de desfase?
2.- Las vacaciones como factor discriminador. Desde
hace años, se trabaja sobre una 'pedagogía del ocio', es decir, la que
se realiza en tiempo libre de obligaciones. Sería estupendo que chicos y
chicas aprovecharan esas largas vacaciones para tener experiencias
educativas enriquecedoras y nuevas. Hay, en efecto, buenos campamentos
para distintas aficiones: la vida en la naturaleza, los deportes, la
ciencia. Josep Mª Puig Rovira y Jaume Trilla resumen
así las ventajas de las colonias y campamentos de verano: intensidad de
la experiencia, posibilidad del tratamiento educativo de la
convivencia, desvinculación transitoria del medio familiar, contacto con
un medio ambiental distinto, dimensión colectiva de la experiencia,
reducción de los condicionantes externos sobre la actividad. Son métodos
pedagógico eficaces y emocionantes. Es evidente que también hay
utilísimas estancias en el extranjero para aprender idiomas. Pero todas esas posibilidades son caras y, por lo tanto, inaccesibles a una parte importante de la población. Por eso hablo de discriminación.
3.- Los deberes durante el verano. Un problema pedagógico no resuelto que preocupa a los padres es si deben intentar que sus hijos estudien algo durante el verano. Hay una ideología veraniega que considera que los alumnos tienen derecho a disfrutar de un largo descanso para reponer fuerzas. Eso supone pensar que el trabajo en la escuela es agotador, lo cual solo es verdad si los 'deberes en casa' están mal planificados. Una consecuencia ha sido la eliminación en muchas comunidades autónomas de los exámenes de septiembre. Han sido sustituidos por una repesca en junio, 15 días después de haber suspendido, lo que no parece muy útil. Eso tiene una complicación en Secundaria: las actas oficiales deben entregarse en la primera semana de junio, con lo que los alumnos aprobados dejan prácticamente de tener clases ya durante ese mes, de manera que para ellos las vacaciones van desde junio hasta mediados de septiembre.
4.- Las vacaciones de los docentes. Es un tópico repetido hasta la saciedad que los docentes tienen el doble de vacaciones que el resto de los trabajadores. En teoría, el mes de julio deben estar a disposición del centro, y deben dedicarlo a formación, a actualizar los conocimientos, a ampliar la competencia profesional. Pero esto es potestativo y queda al arbitrio individual. Además, en la enseñanza concertada existe la figura de 'fijo discontinuo', que significa que se despide al profesor durante el verano y se le vuelve a contratar al comienzo de curso, con lo que se le exime de toda responsabilidad educativa.
1.- Ampliar la oferta educativa durante el mes de julio. Puede hacerse en diferentes modalidades. Abriendo los centros educativos para actividades educativas no escolares. La escuela es un espacio protegido para la infancia, y con estas actividades se puede hacer también amistoso. Hay muchas instalaciones deportivas que deben aprovecharse. Las ciudades son muy hostiles para los niños que carecen de lugares donde jugar o reunirse. La escuela puede ser un fantástico centro de socialización.
2.- Deberes para el verano. Una buena práctica educativa debe conseguir que haya pocos suspensos. En España, la tasa de suspensos y repeticiones es escandalosamente alta desde la escuela primaria. Pero una vez que hay suspensos, no parece que la solución sea volverlos a examinar 15 días después. Aprovechando las nuevas tecnologías, sería posible organizar tutorías 'online', que descargarían a los padres del tormento del “ponte a estudiar”. Sus hijos sabrían que a una hora determinada tendrían que conectarse. Si están bien hechas, pueden animar al estudio, porque se trata de un medio diferente al de la escuela. También pueden organizarse cursos de recuperación durante el mes de julio. Todo esto durante la enseñanza obligatoria, porque no podemos olvidar que su objetivo no es solo ofrecer educación a todos los alumnos hasta los 16 años, sino intentar que permanezcan dentro del sistema educativo y evitar el abandono. A partir de esa edad, entra en juego la responsabilidad personal plena y la tutela social puede ser menor.
3.- Organizar una red de campamentos, colonias, centros de verano, que sean asequibles a todas las economías. Creo que las administraciones educativa, cultural, de bienestar social y familia, en colaboración indispensable con los municipios, y contando con la ayuda de organizaciones y oenegés dedicadas a este asunto, deberían crear una red de campamentos y de estancias en el extranjero, que ampliase las posibilidades educativas de las vacaciones con experiencias nuevas, asequibles a todas las economías. Formaría parte de un plan de ayuda a la infancia y a la adolescencia.
4.- Organizar el mes de julio para que los docentes puedan hacer dos cosas: acudir a cursos de formación o participar en actividades no académicas de formación. También podrían —con la compensación correspondiente— mantener las clases de apoyo durante julio, y atender a las tutorías 'online'. Si alguna vez se establece en España la 'carrera profesional docente', este tipo de trabajo contaría como un mérito.
Mucha gente pensará que esto supone ampliar las responsabilidades educativas del Estado. No es así. Lo que aumenta es la responsabilidad educativa de la sociedad, que debe pedir ayuda al Estado para que sea posible cumplirla. No olvidemos que hemos entrado en la 'sociedad del aprendizaje', y que nuestro futuro depende de que lo hagamos bien. Lo que necesitamos es conseguir el 'éxito educativo', que es mucho más que el 'éxito escolar'.
JOSÉ ANTONIO MARINA Vía EL CONFIDENCIAL
Las
vacaciones escolares suponen que la educación formal se retira durante
un periodo de tiempo y deja el campo libre para la no formal y la
informal
La escuela se va de vacaciones; pero la educación no. Hay que recordar que la palabra 'educación' debe ir acompañada de un adjetivo: buena o mala. Educamos —y nos educan— cada vez que estamos induciendo en otras personas experiencias, creencias, normas, modos de actuación, modas. En pedagogía, se suelen distinguir tres tipos de educación. Formal: tiene el propósito de educar de manera estructurada y está institucionalizada en los sistemas educativos. No formal: también tiene el propósito de educar, pero lo hace de manera no estructurada, como sucede en la educación familiar. Informal: no tiene el propósito de educar, pero influye poderosamente a través de los medios de comunicación, el ambiente, la relación con los iguales. Las vacaciones escolares suponen que la educación formal se retira durante un periodo de tiempo y deja el campo educativo libre para las educaciones no formal e informal.
Cuestiones pedagógicas y sociales
1.- La duración de las vacaciones de verano. El tema de las vacaciones es complejo y cada país lo resuelve a su manera. Hay algunos que las fragmentan más a lo largo del curso, otros que las tienen más largas que nosotros en verano. Lo cierto es que no se toman decisiones por motivos pedagógicos, sino por motivos económicos, sociales o laborales. Una de las razones que suelen aducirse a favor de las vacaciones largas es que los alumnos pueden dedicar más tiempo al ocio y a la vida familiar. Lo de la vida familiar hay que ponerlo en cuarentena. Con la jornada continua (escuela solo por la mañana), los alumnos tienen muchas horas familiares, que con frecuencia se convierten en 'horas de pantalla' o en horas de 'extraescolares'. Por otra parte, las vacaciones escolares no coinciden con las vacaciones laborales de sus padres, por lo que las familias tienen un problema serio: ¿qué hacer con ese mes de desfase?
Los
exámenes de septiembre han sido sustituidos por una repesca en junio,
15 días después de haber suspendido, lo que no parece muy útil
3.- Los deberes durante el verano. Un problema pedagógico no resuelto que preocupa a los padres es si deben intentar que sus hijos estudien algo durante el verano. Hay una ideología veraniega que considera que los alumnos tienen derecho a disfrutar de un largo descanso para reponer fuerzas. Eso supone pensar que el trabajo en la escuela es agotador, lo cual solo es verdad si los 'deberes en casa' están mal planificados. Una consecuencia ha sido la eliminación en muchas comunidades autónomas de los exámenes de septiembre. Han sido sustituidos por una repesca en junio, 15 días después de haber suspendido, lo que no parece muy útil. Eso tiene una complicación en Secundaria: las actas oficiales deben entregarse en la primera semana de junio, con lo que los alumnos aprobados dejan prácticamente de tener clases ya durante ese mes, de manera que para ellos las vacaciones van desde junio hasta mediados de septiembre.
4.- Las vacaciones de los docentes. Es un tópico repetido hasta la saciedad que los docentes tienen el doble de vacaciones que el resto de los trabajadores. En teoría, el mes de julio deben estar a disposición del centro, y deben dedicarlo a formación, a actualizar los conocimientos, a ampliar la competencia profesional. Pero esto es potestativo y queda al arbitrio individual. Además, en la enseñanza concertada existe la figura de 'fijo discontinuo', que significa que se despide al profesor durante el verano y se le vuelve a contratar al comienzo de curso, con lo que se le exime de toda responsabilidad educativa.
Posibles soluciones
1.- Ampliar la oferta educativa durante el mes de julio. Puede hacerse en diferentes modalidades. Abriendo los centros educativos para actividades educativas no escolares. La escuela es un espacio protegido para la infancia, y con estas actividades se puede hacer también amistoso. Hay muchas instalaciones deportivas que deben aprovecharse. Las ciudades son muy hostiles para los niños que carecen de lugares donde jugar o reunirse. La escuela puede ser un fantástico centro de socialización.
2.- Deberes para el verano. Una buena práctica educativa debe conseguir que haya pocos suspensos. En España, la tasa de suspensos y repeticiones es escandalosamente alta desde la escuela primaria. Pero una vez que hay suspensos, no parece que la solución sea volverlos a examinar 15 días después. Aprovechando las nuevas tecnologías, sería posible organizar tutorías 'online', que descargarían a los padres del tormento del “ponte a estudiar”. Sus hijos sabrían que a una hora determinada tendrían que conectarse. Si están bien hechas, pueden animar al estudio, porque se trata de un medio diferente al de la escuela. También pueden organizarse cursos de recuperación durante el mes de julio. Todo esto durante la enseñanza obligatoria, porque no podemos olvidar que su objetivo no es solo ofrecer educación a todos los alumnos hasta los 16 años, sino intentar que permanezcan dentro del sistema educativo y evitar el abandono. A partir de esa edad, entra en juego la responsabilidad personal plena y la tutela social puede ser menor.
Se debería crear una red de campamentos y de estancias en el extranjero que ampliase las posibilidades educativas
3.- Organizar una red de campamentos, colonias, centros de verano, que sean asequibles a todas las economías. Creo que las administraciones educativa, cultural, de bienestar social y familia, en colaboración indispensable con los municipios, y contando con la ayuda de organizaciones y oenegés dedicadas a este asunto, deberían crear una red de campamentos y de estancias en el extranjero, que ampliase las posibilidades educativas de las vacaciones con experiencias nuevas, asequibles a todas las economías. Formaría parte de un plan de ayuda a la infancia y a la adolescencia.
4.- Organizar el mes de julio para que los docentes puedan hacer dos cosas: acudir a cursos de formación o participar en actividades no académicas de formación. También podrían —con la compensación correspondiente— mantener las clases de apoyo durante julio, y atender a las tutorías 'online'. Si alguna vez se establece en España la 'carrera profesional docente', este tipo de trabajo contaría como un mérito.
Mucha gente pensará que esto supone ampliar las responsabilidades educativas del Estado. No es así. Lo que aumenta es la responsabilidad educativa de la sociedad, que debe pedir ayuda al Estado para que sea posible cumplirla. No olvidemos que hemos entrado en la 'sociedad del aprendizaje', y que nuestro futuro depende de que lo hagamos bien. Lo que necesitamos es conseguir el 'éxito educativo', que es mucho más que el 'éxito escolar'.
JOSÉ ANTONIO MARINA Vía EL CONFIDENCIAL
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