El presidente del Gobierno y el expresident ganan tiempo. Pero saben que habrá que volver a las urnas.
En este caso, Rajoy y Puigdemont, acérrimos
oponentes políticos, comparten sobre todo los tiempos. Porque el
presidente del Gobierno gana tiempo al tener el camino expedito para aprobar los Presupuestos Generales del Estado con apoyo del PNV. Y el expresident gana tiempo al colocar a un fiel peón al frente de la Generalitat que, como él mismo desveló en una entrevista a La Stampa, probablemente convocará elecciones en octubre, coincidiendo con el proceso judicial contra los líderes políticos catalanes en el Tribunal Supremo.
Adiós al 155 y hola a los Presupuestos
No es un secreto que el presidente del Gobierno respira aliviado por la inminente desactivación del artículo 155 en Cataluña.
A Rajoy nunca le gustó demasiado tener que aplicar este precepto
constitucional y quería que su aplicación durase lo mínimo posible, como
demuestra el hecho de que convocase elecciones catalanas por sorpresa nada más poner en marcha la intervención de la autonomía.
Con Torra y su Govern, la Generalitat recupera su
autonomía y el 155 se esfuma. Justo lo que reclamaba el PNV como
condición indispensable para prestar su apoyo definitivo a los
Presupuestos en el Congreso de los Diputados. Serán las últimas cuentas públicas de esta legislatura. Porque en 2019, año electoral con las citas de autonómicas y municipales -quién sabe si también generales-, los ahora socios de Rajoy no se hipotecarán apoyándole.
En los últimos días, sobre todo a raíz de la presión
de Ciudadanos, se ha especulado en algunos círculos con la opción de
que el Gobierno y Puigdemont se hubieran puesto de acuerdo para alcanzar
esta solución que supone el nombramiento de Torra. Una hipótesis
desconectada de la realidad. No hay acuerdo entre ambos. Pero sí hay, como se ha dicho, una confluencia de intereses. A ambos les conviene que el nuevo president ocupe el cargo.
Puigdemont bloquea a ERC y convence a la CUP
En el caso de Puigdemont, el beneficio es aún más evidente. Con la imposición de Torra, puede seguir gobernando de facto Cataluña desde Berlín.
En la pelea interna que se ha vivido entre los independentistas, el
expresident se ha vuelto a salir con la suya, arrinconando a ERC -el
convidado de piedra en todo esto- y convenciendo a la CUP, que
finalmente decidió respaldar a Torra con abstenciones. Está por ver, eso
sí, qué ocurre ahora si el nuevo Govern va por los derroteros que
parece. Albert Rivera va a insistir en que se aplique otra vez el 155. Y habrá que ver cuánto aguanta Rajoy, que por ahora pide una etapa de diálogo a la Generalitat.
En todo caso, este nombramiento de Torra que
favorece a Rajoy y Puigdemont tampoco parece tener un futuro demasiado
prometedor. Tarde o temprano, el peón de Puigdemont tendrá que convocar una cita con las urnas.
O lo hará en octubre, para que coincidan los comicios con el proceso
del Supremo. O lo hará si finalmente apuesta por una fase de autonomismo
y la presión de la CUP se vuelve insoportable. O también pudiera
ocurrir que si, como parece, Torra y Puigdemont pisan el acelerador
independentista, el 155 volvería a aplicarse y estaría ligado a unas
elecciones autonómicas.
ALBERTO LARDIÉS Vía EL ESPAÑOL
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