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lunes, 28 de mayo de 2018
OPERACIÓN 'SACAR AL CARCELERO DE LA MONCLOA'
Si es difícil gobernar con solo 85
diputados y el apoyo de nacionalistas e independentistas, más complicado
va a ser gestionar una derrota apoyándose en las formaciones anteriores
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto al 'expresident' Carles
Puigdemont, en el homenaje a las víctimas de Germanwings. (Reuters)
La partida de la moción de censura se juega, y mucho, en el terreno independentista. Si finalmente Ciudadanos niega su apoyo a Pedro Sánchez por la cerrazón
de este último a negociar nada y evitar hacer el juego a Rivera, al
PSOE (84) no le va a quedar más remedio que echarse en brazos de Podemos
y sus confluencias (67 escaños), Compromís (4), Nueva Canarias (1), PNV
(5), Bildu (2), ERC (9) y PDeCAT (8), un tutifruti de lo más
heterogéneo que resulta indigesto hasta para algunos ilustres
representantes socialistas. A la ‘vieja guardia’ le tiemblan las
canillas con solo imaginar a Carles Puigdemont, desde Berlín y con un
lazo amarillo en la solapa, haciendo campaña en favor de Pedro Sánchez. De esa hipotética imagen al hundimiento demoscópico del PSOE, piensan, apenas media un paso.
De
entre toda la cohorte independentista, los de ERC son los que parecen
más predispuestos a apoyar la moción para echar al “carcelero” de
Junqueras del Palacio de la Moncloa —Gabriel Rufián ‘dixit’ en TV3— y arrimarse a una formación ideológicamente más afín.
“Pedro
Sánchez hace dos años que no nos llama […] Si estamos ante una moción
de censura real y no ante el típico postureo madrileño, hablaremos […]
Con tres condiciones: que pida perdón, que nos retire la indignidad del 155
y que no haga cosas como la que quiere hacer en Badalona”, donde el PSC
ha organizado un referéndum para preguntar a sus militantes si acepta
los votos de Xavier García Albiol para echar a la actual alcaldesa, la soberanista Dolors Sabater, y colocar al líder socialista local, Álex Pastor.
El diputado de ERC en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián. (EFE)
Por
un quítame allá esas pajas como es la petición de perdón, que se
resuelve con algún que otro malabar dialéctico, los de ERC no dejarán de
apoyar la moción de censura. Tampoco por el 155, para cuyo
levantamiento apenas faltan unos días, bien porque finalmente se
publique en el DOGC el nuevo Govern y decaiga la intervención de
Cataluña, bien porque el juez Llarena suspenda
para el ejercicio de cargo público a los diputados procesados por
rebelión y haya que nombrar a otros consejeros. Y la tercera de las
condiciones, la de Badalona, no pasa de brindis al sol sin aparente
trascendencia. En definitiva, los republicanos apoyarían a Sánchez.
El
PDeCAT de Marta Pascal tampoco lo vería mal. Nada más conocerse la
moción, Carles Campuzano, portavoz de este grupo parlamentario en el
Congreso, se apresuró a dar su respaldo a la misma. Luego, conminado por
los suyos, tuvo que matizar. De nuevo emergían las guerras intestinas
del independentismo por hacerse con el control del relato. Campuzano se había pasado de frenada. Lo que dice el PDeCAT dista mucho de parecerse a lo que piensa JxCAT, y mucho menos a lo que rumia su líder carismático, Carles Puigdemont. El 'expresident' no parece que esté por la labor.
¿Acaso
Torra prefiere al PP en el poder para seguir con su discurso ‘fake’
sobre la España franquista? ¿Y si necesita a Rajoy más de lo que
creemos?
Este fin de semana, su mini-yo en el Parlament, Quim Torra,
aclaraba que solo apoyaría la moción de censura contra el Gobierno si
Sánchez presenta un “programa republicanista” y enarbola un discurso en
favor de los “presos políticos catalanes”. El desiderátum del
'president', que no pasa de simple desvarío, resulta sintomático. Él
mejor que nadie sabe que ese es un puente que el secretario general del
PSOE ni puede ni debe cruzar.
Así que, ¿se imaginan que al final el responsable de que la moción fracase y el Rajoy del 155 continúe en La Moncloa es Quim Torra?
¿Qué le gustaría al 'president': que gobierne en Madrid un partido sin
apenas presencia en Cataluña o que lo haga un PSOE con fuerte raigambre
en aquel territorio? ¿Acaso prefiere al PP en el poder para mantener su
discurso ‘fake’ sobre la España franquista? ¿Y si Torra necesita a Rajoy
más de lo que creemos?
El PNV, con el que el PSE gobierna
en coalición en el País Vasco y que 'a priori' podría resultar un claro
aliado, se muestra igualmente reticente y considera que Sánchez se ha
“precipitado” con la moción. Así las cosas, como señalaba Fernando
Garea, entre los que pretenden hacerse con el poder de forma inmediata
(PSOE), los que quieren elecciones cuanto antes (Cs), los que no (PNV),
los que buscan agotar la legislatura (PP) y los que están encantados de
que la agoten (JxCAT), es decir, con tantas y tan dispares estrategias, todo apunta a una moción de censura abocada al fracaso.
Con
estos mimbres, hoy, a las 17:00, habrá comité federal en Ferraz. De
puertas para fuera, aplausos al líder Pedro Sánchez como los que le
dedicó Adriana Lastra el pasado viernes. En su círculo más cercano,
consideran que se trata de una jugada maestra para recobrar presencia política después de tres CIS consecutivos a la baja y poner en un brete a Ciudadanos.
Encuentro (y palmada en la espalda) de Sánchez y Rajoy en La Moncloa para hablar de la crisis catalana. (Reuters)
El jueves por la mañana, cuando Sánchez acudió a la SER a una entrevista con Pepa Bueno, no pasaba por su cabeza presentar una moción de censura.
Se decidió luego tras conocerse la sentencia de la Gürtel. “Era
inevitable, obvio, no tenía otra salida”, comentan sus próximos. ¿Pero
no es contraproducente para el partido que coja como muletilla a los
independentistas? “Ahora puede hacerlo. Tiene todo el poder y a los
barones a su lado. La situación difiere de la vivida a principios de 2016. Ya no hay ninguna consulta soberanista sobre la mesa y Pedro ha dejado claro que no va a negociar con nadie”.
De puertas para adentro, las cosas, sin embargo, no son como parecen. Vuelven las críticas 'sotto voce' al líder y a sus modos cesaristas.
No es cierto que todos los barones estén con él. Tampoco la vieja
guardia. Unos cuantos le reprochan que haya cambiado de estrategia en
cuestión de horas, pasando de defender el bipartidismo a intentar
volarlo por los aires, justo en un momento crítico para España, con el
desafío catalán y un 'president' xenófobo a los mandos de la nave.
También le recriminan que tomara la decisión de la moción de censura sin pasarla antes por la ejecutiva ni por el comité federal.
Rajoy
afronta la moción de censura de Sánchez siguiendo a pies juntillas la
frase de Napoleón: "Si el enemigo se equivoca, no lo distraigas"
Con
todo y con eso, la mayor de las críticas tiene que ver con las
consecuencias que se avecinan una vez ha apretado el botón rojo. Si ya
iba a ser difícil gobernar con solo 85 diputados y el apoyo de
nacionalistas e independentistas, más complicado va a ser gestionar una derrota apoyándose en las formaciones anteriormente descritas. “Las prisas. Otra vez, las prisas”, censuran los críticos al secretario general del PSOE.
Mientras
tanto, Mariano Rajoy continúa con su habitual estrategia reactiva
(‘wait and see’), siguiendo a pies juntillas la célebre frase de
Napoleón: “Si el enemigo se equivoca, no lo distraigas”. Quién sabe si
al final Pedro Sánchez le ha hecho un favor al ‘carcelero’ de Moncloa.
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