Tras asistir a la sesión fallida de investidura, la cosa está clara. Quim Torra va a hacer moderado a Puigdemont.
Cataluña está fatalmente dividida por la mitad y sin el menor atisbo de
que esa ruptura tenga visos de ser superada. Al menos, en los próximos
tiempos. Tiempos terribles, aviso
Quim Torra. EFE
“No voy a hacer un gobierno autonómico”
Sesenta
y seis diputados le votaron como futuro presidente de las Generalitat
frente a sesenta y cinco que no lo hicieron. Añadan las cuatro
abstenciones y ahí tienen el actual mapa político catalán. Un escenario
que hace imposible llegar a ningún tipo de acuerdo, de paz social, de
superación de la tremenda herida que ha supuesto el proceso
independentista. Lejos de enmendarse, el independentismo de la ex
convergencia, sumado al de Esquerra, ha exhibido su cara más agreste,
más montaraz, más radical. Eso sí, exhibiendo sonrisas, citas literarias
y una exquisita educación. Qué peligro.
Quim Torra se ha paseado a sus anchas en un parlament que
ya es cualquier cosa menos una cámara de debate político útil.
Exhibiendo su cara de profesor miope, una gran capacidad dialéctica y
una cultura enciclopédica, se ha pasado por la piedra a toda la
oposición, y lo decimos con harto pesar. Pero ¿qué se esperaban?
¿Encontrarse a otro Puigdemont rupestre y de escasorecorrido intelectual, a un Turull cualquiera con aspecto de burócrata con un mal día, a un Mas
repeinado y encantado de conocerse? Miren, si la oposición catalana
solo sabe poner cara de indignación y repetir que no es posible que los
separatistas digan lo que dicen o callen lo que callan, mal vamos.
No
se han dado cuenta de que las cosas han cambiado porque el candidato no
es ningún cualquiera. Torra, lo he dicho y lo repito, es una persona
radicalmente fanática del separatismo, y une a eso un nivel intelectual
muy alto, casi doctoral. Para enfrentarse a su discurso, muy bien
hilvanado y hábilmente escurridizo, no sirve limitarse a criticar que no
hable de infraestructuras o de sanidad, porque el terreno de juego es
otro muy distinto. Se equivocan Arrimadas o Albiol
pretendiendo forzarle a que lo haga o a que diga si está dispuesto a
negociar ateniéndose al cumplimiento de la ley, porque es evidente que
la respuesta es un no rotundo con mayúsculas.
El separatismo ha encontrado, por fin, a un sucesor de aquel Pujol
de sus mejores tiempos con una diferencia sustancial: Torra tiene
sentido de la ironía y esa es la característica básica de cualquier
persona inteligente. De nada sirve la enumeración de la líder de
Ciudadanos respecto a los graves temas pendientes que tiene la sociedad
catalana o la brutal franqueza de Albiol. Torra, en frase que
seguramente recordará si lee esto porque la repetíamos muchas veces
cuando nos tratábamos, es como el somormujo del Bhagavad Ghita, que
entra y sale del agua sin mojarse las plumas. Lo ha demostrado en este
debate, del que emerge no tan solo ileso, sino fortalecido. Ha hecho
dudar, nos consta, a las CUP, que ya veremos que deciden este domingo,
ha flirteado con los Comuns de Doménech
– genial el momento en que ha debatido a propósito de la mesa de
Companys, búsquenlo en las redes porque ahí se demuestra el carácter del
tipo – o con el mismo Miquel Iceta, al que
le ha confesado que se divierte mucho con sus discursos. Atento lector
de Woodehouse y de Jerome K. Jerome, Torra se sabe muy bien la
estrategia oratoria de Winston Churchill, otro de sus iconos, y la
emplea con gran destreza. Ironía, contundencia, ni un paso atrás y una
educación fría, acerada. Shakespeare decía que puedes hablar de todo,
aunque se trate del más horrible de los crímenes, siempre que lo hagas
sonriendo. Es lo que subyace tras esa sonrisa, la sonrisa del tigre y su
espantosa simetría, lo que hace que Torra sea, con diferencia, el
separatista más peligroso de todos los que han pisado el parlament
catalán. Eso es lo que no entienden sus adversarios, que, cuando dice
con cara de profesor que habla de Rimbaud, que no piensa seguir con el
autonomismo es porque no piensa hacerlo.
¿Presidente provisional o presidente duradero?
Ese
ha sido – tremendo error estratégico – uno de los caballos de batalla
que ha esgrimido la oposición para intentar hacerle mella a Torra. Lo
han acusado de ser alguien en manos de Puigdemont, de actuar al dictado
del de Bruselas, de si las Creus de Sant Jordi las otorgará el cesado o
él. Permítanme que les diga que Torra quiere ser provisional, sí, pero
esa provisionalidad se refiere a España, a ver si se enteran.
No
tengo a mucha gente que me haga caso, a Dios gracias; eso se reduce a
la mínima potencia cuando de políticos se trata, pero, si de algo,
sirve, afirmo que Torra ha llegado para quedarse, que piensa ir hasta el
fondo, que está preparado espiritualmente para aceptar lo que sea y que
no cejará en su empeño de separar a Cataluña de España por más que la
oposición le inste a pensar en el país. Para este hombre su idea de
Cataluña es su país. Estamos ante una persona que ha llegado a donde ha
llegado a través de un proceso personal de reflexión interior, casi
religioso, que se ha ido radicalizando a lo largo de toda su vida, que
dispone de un entorno familiar que le apoya y comparte plenamente sus
ideas, y eso no se cambia por más brigadas Aranzadis que se empleen o
más sermones que le lancen en sede parlamentaria.
Ese
es el tremendo error, el garrafal error que comete la oposición
constitucionalista con Torra. Lo tratan como a un mandado, pero se
equivocan. No es el sustituto de Puigdemont, ni siquiera de ninguno de
los otros presidentes nacionalistas. Es el líder que esperaban hace
tiempo los separatistas e, independientemente de si lo invisten
President o no, los que nos oponemos a ese proceso que solo nos ha
traído ruina y discordia, vamos a tener que tragar con él durante mucho
tiempo. Hablo de tiempo porque es evidente que, si la oposición catalana
al separatismo no ha acertado a calibrar al personaje, excuso decirles
lo que habrán colegido desde Madrid. Ese Rajoy dormilón
y perezoso es incapaz de tomar las medidas que requeriría un envite de
tamaño calibre. Además, con un socialismo contemporizador, que está más
pendiente de ver si supera su caída en votos que del estado, y un
Podemos siempre al acecho con tal de erosionar al estado de derecho, la
cosa se complica todavía más.
Lo más grave es que en
Ciudadanos no se hayan dado todavía cuenta de que, a partir de Torra,
las cosas no van a ser lo mismo. Que, con tan solo un voto de diferencia
a su favor, con la polémica de sus tuits incendiarios, con su furor
supremacista, Torra haya salido del edificio del Parc de la Ciutadella
como el ganador de este debate es más que elocuente. Esto no va a ser
fácil, porque los viejos esquemas dialécticos empleados contra los
sucesivos candidatos a la presidencia son totalmente inútiles ante este.
Sería útil que, tanto en Ciudadanos, en el PP e incluso, aunque no lo
creo posible, en el PSC, revisaran su estrategia parlamentaria. Si Iceta
no fuese un diletante, su ironía podría ser una buena baza contra
Torra, pero ya sabemos que el PSC se debate entre la frustración y la
nada.
Aplíquense, pues, el cuento, las dos formaciones
que con mayor contundencia defienden el constitucionalismo en mi
tierra, porque tienen mucho trabajo por delante si la figura de Quim
Torra se consolida como líder del separatismo. Van a tener que hacer
mucho más de lo visto hoy si desean combatir democráticamente a este
hombre, que igual sabe donde está ubicada la mesa de Lluís Companys que
asegura salir del debate amenazado por un tuit de un regidor del PP. El
separatismo más feroz, más racial, más duro, tiene ahora un rostro
amable y culto, que es lo peor que podía pasarle a los que estamos por
el sistema democrático actual. El puño de hierro con guante de seda o,
lo que es lo mismo, la extrema derecha envuelta en disertaciones
eruditas de alto nivel.
Lo he dicho y lo repito, se
avecinan unos tiempos terribles, porque recordemos que Torra, además,
admira a los terribles hermanos Badía, de infausta memoria criminal
durante la República. Terribles va a ser poco, como el estado continúe
sesteando.
MIQUEL GIMÉNEZ Vía VOZ POPULI
No tiene por qué ser así.Los futuros apocalípticos de hace 30 o 40 años no se han cumplido.Cataluña no va a independizarse,su población es vieja,como la española.Cuando las sociedades envejecen se tornan más tranquilas y reflexivas,como las personas.La baja natalidad española sí que parece un gravísimo problema.Lo que resulta inquietante es que insinuar que las mujeres deban montar un baby boom no es políticamente correcto.Los políticos se sienten muy incómodos con esto y el rey nunca menciona esto en sus discursos.Además,de que serviría??,esas ayudas natalistas no funcionan demasiado bien.En Francia sí han alcanzado un 2.1 pero viendo la cantidad de negros que hay en la selección francesa me asaltan siniestras sospechas.
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